Está amaneciendo y todos duermen aun así que, sin hacer apenas ruido, Robin decide dar un paseo y llegar hasta el río que hay junto en medio del bosque para darse un baño. Hace más de dos días que no se asea y últimamente ha estado muy ajetreado y ha sudado bastante.
Lo pájaros empiezan su diario canto matutino y a Robin le parece la mejor melodía que ha escuchado en mucho tiempo, aparte, claro está, de la dulce y sensual voz de Marian. Su pájaro cantor de verdadera música celestial, es como él solía describirla en Tierra Santa cuando le preguntaba por la voz de la amada de la alianza que siempre llevaba colgada de una cadena al cuello. Al recordar aquello, Robin se hecho la mano al cuello, instintivamente, acariciando el anillo de su difunta madre deseando que lo llevara Marian en el dedo y que no estuviera en su cuello como en aquel mismo instante.
Pasaron barias horas. Robin lo sabe porque el sol está justo encima de su cabeza. Se ha dado un baño de barias horas en el rio, ha recorrido todos y cada uno de los centímetros del bosque para conocer hasta el más mínimo detalle, grabándolo todo en su mente como si lo tuviese grabado a fuego en su memoria.
Han pasado dos meses desde que Marian aceptó casarse con Gisbourne para salvar a la familia de Sarah y a su propio padre. Claro que Robin no se entró de esto último hasta hace escasos días que lo escucho en una conversación nocturna entre Lord Wessex y su hija.
La boda estaba cada vez más cerca y con ella una nueva amenaza. El gobernador podría amenazar a su banda con herir a Marian cuando quisiese ya que la tendría viviendo en su castillo.
Os preguntareis cómo es posible. ¿Marian no viviría con Gisbourne en Locksley? Efectivamente, podrían vivir allí. Pero todos saben, tan bien como nuestros héroes, que el gobernador siempre quiere a sus enemigos bien vigilados y eso es lo que considera a Marian. Una brutal enemiga. Lo que no sabe él es hasta qué punto llega a ser brutal.
Numerosas voces a lo largo del camino sur sacan de su ensoñación a Robin. Algo pasa. Acelera el paso para apresurarse a averiguar qué es lo que pasa. Agazapado, en unos espesos matorrales junto al camino, divisa una calesa con una rueda rota. Dos hombres corpulentos tratan de colocar una rueda que sacan del bajo de la calesa para colocarla en el lugar de la rota y, así, poder proseguir su viaje. Robin sale de su escondite sobresaltando a los tres hombres.
-Buenos días, caballeros. Soy el señor de Sherwood. ¿Puedo ayudarles en algo?
-¿Este bosque inmundo tiene amo?-pregunta uno de los hombres.
-Sí. Y ese hombre inmundo soy yo. ¿Puedo ayudarles en algo?
-No...
-Sí.-es interrumpido el segundo hombre por una dulce voz femenina.-Sí puede ayudarnos.-dice una hermosa dama de cabellos como el trigo mientras sale de detrás de la calesa.-Me dirijo a Nottingham y esta es mi escolta. Me habían dicho que habitaban auténticos bandidos en estas tierras pero, ahora que os veo a vos, si este es un autentico barbaros, ansío conocer al resto.
-¿Una escolta de tres hombres? Disculpad, madame, pero... ¿es un insulto?-en la cara de Robin se dibuja una gran sonrisa picarona.
-Son buenos guerreros. Los he visto.-afirma la dama.
-Se nota que no me ha visto a mí.
-Ja. Solo sois uno. Y ellos son tres.
-Solo es un número.-tras una breve pausa continua.- ¿Cómo os llamáis, madame? Me gustaría mucho llamaros por él y no dama del bosque.
-Podéis llamadme así, puesto que soy una dama que me habéis conocido en un bosque.-dice ésta emocionada por la idea de ser su dama del bosque.
-Lo aria gustoso, dama, pero resulta que ya tenemos a una dama del bosque.

ESTÁS LEYENDO
ROBIN HOOD, LA LEYENDA
Fiksi PenggemarLAS AVENTURAS DEL HEROE MÁS FAMOSO DEL MUNDO QUE JAMÁS TE CONTARON. LAS AVENTURAS DE ROBIN HOOD Y SUS AMIGOS AL COMPLETO, CON TODO LUJO DE DETALLES.