ROBIN HOOD, LA LEYENDA

Capitulo 19.La Amarga Y Tenue Luz De Las Mazmorras.

Marian corre como el viento para poder impedir que se lleven a su padre en semejantes circunstancias. El anciano ha sido sacado a rastras de sus aposentos y solo llevaba el camisón con el que dormía cada noche. Ni siquiera le han dejado ponerse algo encima para aislarlo algo del invernal frio que asola las tierras de Inglaterra en esta época del año.

Gisbourne le impide a Marian que pueda sacar a su padre. Al hombre le castañetean los dientes tanto que a Marian se le vuelve a romper el corazón. Aquello es sin duda alguna lo peor que ha vivido el día de hoy.

-Gay por favor.-le suplica Marian a Sr. Gisbourne.

-Perdiste el derecho a llamarme por mi nombre en el mismo momento en el que me dejaste en el altar hace cuatro semanas.-el odio que ahora profesa a Marian es tan intenso como el amor que le profesaba hace cuatro semanas escasas. Sus ojos brillan y cobran vida entre una marabunta de arrugas entorno a ellos. Su ceño fruncido esta aun más fruncido que antes y la agarra de la muñeca con tanta fuerza que casi le rompe el brazo con el primer zarandeo.

-Gisbourne. Por favor.-vuelve a suplicarle.

-Debiste pensarlo antes. Aún no ha nacido la persona que se burle de mí en público y no lo pague con su vida.-Gisbourne la arrastra hacia la carreta en la que esta su padre encogido de frio.

Con un gran empujón mete a Marian en el interior de la carreta de acero. Ella se aferra a su padre con tanta fuerza que casi se corta la respiración a ella misma. El frio del hombre aumenta con lo que Marian se quita su capa gris y se la coloca encima. El hombre entra algo en calor pero no mucho. Con el viaje, el vaivén de la carreta y la velocidad el frio de ambos aumenta pero ninguno de los dos vuelve a quejarse. En cambio se abrazan con mayor fuerza mientras cruzan el bosque de Sherwood hacia Nottingham.

***

Al llegar a Nottingham la noche envuelve las calles y parece una ciudad fantasmagórica pero a Marian no es lo que más temor le provoca. El no saber a dónde van o que van a hacer con ella y su anciano padre es lo que le provoca inmensos escalofríos que le recorren la espina dorsal de punta a punta.

Gisbourne los baja de la carreta y el movimiento les hace perder el poco calor que han conseguido conservar a lo largo de todo el viaje.

-Llevadlos a las mazmorras.-ordena Gisbourne con el tono más desafiante que Marian haya escuchado jamás.

Los soldados obedecen haciendo una leve señal con la cabeza y los encierran en celdas contiguas. Marian no lo sabe, pero yo sí, y Marian está encerrada en la misma mazmorra que una vez ocupó Robin recién llegado de Tierra santa. A veces parecen años. Y el destino juega con nosotros de forma que no comprendemos y Marian está a punto de comprender de qué va el nuevo juego de su destino el cual ha tomado un rumbo demasiado dispar al que ella había imaginado de niña.

***

Gisbourne le ha contado todo lo ocurrido al gobernador así como que ahora Lady Marian de Wessex y su anciano padre, Lord Wessex, son ahora sus presos.

La aterradora risa del gobernador resuena por todas las esquinas del salón principal del castillo de Nottingham.

-Eso es brillante, primo.-le felicita el gobernador mitras lo abraza enérgicamente.-¿Te imaginas todo lo que podemos hacer con ellos dos a nuestra completa merced? ¿Te lo imaginas?

Gisbourne, por unos instantes, parece arrepentirse sinceramente de lo que acaba e hacer pero, en ese mismo momento, recuerda la humillación en la iglesia, y se le pasa dejando ver su ceño fruncido y su boca torcida lleno de rabia y rencor.