Capitulo 25.Al Rescate.

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-¡HABLA DE UNA MALDITA VEZ!-grita Robin desesperado mientras le propina un puñetazo más al líder sicario en la cara.

Imaginaos: el líder sicario atado a un árbol y siendo custodiado por todos los rebeldes. Tiene toda la cara ensangrentada, la nariz partida hacia el lado derecho y la boca rota por tres sitios. Las manos de Robin rojas por la sangre e hinchadas por la fuerza de los puñetazos. Todos desesperados y Marian sin saber cómo tranquilizar a su amado.

-¡Robin, tranquilízate!-le sugiere Little John.

Pero Robin responde propinando otro puñetazo a la cara del rehén. La sangre del apresado se mezcla con la del propio Robin cuando sus nudillos se abren en carne viva por el golpe.

Sin decir ni una palabra, el freile Tuck se lleva a Robin de la mano para curar sus heridas bajo la atenta mirada de Marian.

-Robin, no puedes seguir así. Debes calmarte.

-Cada segundo que pasa el gobernador está más cerca de conseguir sus propósitos y nosotros ni siquiera sabemos cuáles son.

-Está claro, ¿no? Inglaterra.-dice Marian inexpresiva.-Por eso se alió con mi primo Juan. Para ganar Inglaterra a Ricardo. ¿Quién nos garantiza que una vez conseguido no quiera derrocar también a éste para autoproclamares rey?

-No es de linaje real.-dice Tuck cada vez más serio.

-Marian tiene razón. Después de eso nada le impedirá proclamarse rey. Tendría las tropas necesarias para sumergir a todo el país en otra guerra.

-¿Pero no sería más sencillo tomas esposa de sangre real?

Tras estas palabras del buen fraile Robin comprende al fin el propósito de la estancia de Lady Katherine en Nottingham. No solo era para sonsacarles información a los rebeldes, era también para desposarla.

-Tuck, tráeme a John ahora mismo.

El fraile corre sin comprender nada en busca de John mientras Robin sigue pensativo y Marian teme que se le haya ocurrido lo peor. Después de todo, no sería la primera vez.

-¿Qué ocurre, Robin?-pregunta John cuando llega a donde se encuentra su líder.

-Quiero que cojas a un grupo pequeño y que os metáis en el palacio de Nottingham y secuestréis a Lady Katherine si es necesario. La quiero en el campamento norte a media noche.

-Pero... ¿te has vuelto loco?-dice John estupefacto.

-El gobernador planea desposar a una mujer de sangre real para hacerse con el trono tras derrocar a Ricardo y, lo más probable, asesinas a Juan.

-¿Cómo estás tan seguro de eso?-pregunta Marian.

-Traedme a Katherine y saldremos de dudas.

-Está bien.-dice John finalmente.-Me llevaré a Toro y a Alan. Creo que los tres somos más que suficientes para el trabajo.

-Adelante.

Esa palabra de Robin es la señal, la palabra clave para que la carrera empiece.

John, Toro y Alan se suben a los caballos rumbo a Nottingham para rescatar a Lady Katherine y, por consiguiente, a Inglaterra. Pero si hay algo en lo que Robin acierta también hay cosas en las que falla. Pues no ha conseguido deducir al completo los planes del gobernador y, por desgracia, los descubrirá de la peor manera posible.

***

Cambio de guardia en la puerta principal del palacio del gobernador. Lady Katherine se encuentra en sus aposentos. Toro la ha visto abrir la ventana de su habitación para que la brisa primaveral penetrase en du dormitorio.

Toro ha noqueado a uno de los guardias y le ha quitado el uniforme. Se lo pone encima de su ropa detrás de unas cajas que algunos guardias utilizan como diana para practicar el tiro con arco.

-¡Date prisa!-lo paremia Alan.

-Esto no es tan fácil como parece.-a Toro le falta el aliento pero aún así consigue encontrar fuerzas para lanzar una feroz mirada a sus compañeros.-La próxima vez lo hacéis vosotros.

Tras unos minutos más Toro termina de colocarse el casco del uniforme, sale de detrás de las cajas como si nada y se dirige con toda seguridad hacia el interior del castillo mientras repasa el plan mentalmente: Recuerda, subes a los aposentos de Lady Katherine, le dices que tienes que llevarla ante el gobernador y la escoltas a fuera del palacio, rumbo al mercado. En ningún momento y bajo ninguna circunstancia le digas ni a ella ni a nadie quien eres. Nos encontraremos en la puerta de Kirsten. Allí cogeremos le vendaremos los ojos, cogeremos los caballos y cabalgaremos rumbo a Sherwood. Si nos siguen nos separaremos, cabalgaremos en círculos hasta despistarlos y nos reuniremos en el campamento. Esperemos que para entonces Robin le haya sonsacado a nuestro preso.

Toro sube las escaleras del castillo con gran cautela aunque no debe de pasar desapercibido el terror que siente. Las piernas le tiemblan, las manos le sudan pero por primera vez en su vida se alegra de que el gobernador incluyera un casco que cubre el rostro en el uniforme de su guardia personal. En el segundo piso gira a la izquierda y se para en la cuarta puerta que hay a la izquierda del pasillo. Con los nudillos, toca tres veces y tras unos segundos esta se abre con cautela.

-¿Sí?-es Lady Katherine.

-Lady Katherine, el gobernador quiere verla.-a Toro le tiembla la voz pero se muestra seguro de sí mismo para tratar de que la dama no descubra la trampa.

-El gobernador siempre viene a buscarme en persona cuando quiere verme.

"Mierda" piensa Toro "¿y ahora qué hago?"

-¿Eres nuevo?

-¿Yo, nuevo? No, señora. Llevo trabajando para el gobernador toda la vida.

-Un poco joven para llevar trabajando para él toda la vida, ¿me equivoco?

-Aparento menos edad de la que tengo.

Katherine se queda pensativa y callada durante unos segundos que a Toro le parecen eternos mientras la mirada de la dama lo recorre de arriba abajo.

-¿Te ha enviado él? ¿Ella está bien? ¿A salvo?-la preocupación que siente la dama llega hasta el corazón de Toro y finalmente se relaja.

Toro asiente finalmente y ella coge su túnica, se la coloca en los hombros y cure su cabeza con la capucha celeste de ésta.

-Te sigo.

Sin dar ninguna muestra de nada, Toro se pone en marcha guiándola por los pasillos y las escaleras del castillo sin mirar en ningún momento hacia atrás para cerciorarse de que la dama lo sigue. Katherine sigue a Toro por el patio delantero sin que nadie los detenga. Salen de los muros del castillo y se dirigen a la plaza principal de Nottingham. Katherine siempre a escasos metros de distancia de Toro y sin perder de vista al joven. Ambos pasan por el mercado esquivando a las gentes de Nottingham y al doblar una esquina divisan el Lupanar de Kirsten donde John y Alan esperan con los caballos y una tela negra entre las manos de John.

-Yo no he dicho nada. Ella lo ha deducido y no sé como.-dice Toro en defensa propia al acercarse a sus compañeros.

-Soy más lista de lo que creíais.

-¿Y aún así habéis venido?-algo no le da buena espina a John y todos sus instintos se activan con la joven.

-Si no te fías de mi puedes vendarme los ojos con esa tela. Estoy segura de que ese es su fin.

Sin expresar lo más mínimo, John la llega hasta uno de los caballos y la ayuda a súber. Acto seguido sube tras ella y le coloca la veda en los ojos mientras Toro y Alan montan sus caballos y los tres salen al galope.

Nadie les seguía. Todo ha resultado demasiado fácil y no se explican por qué. Pese a todo John da la señal y los tres se separan.

Tras dar vueltas por el bosque durante horas, Toro decide volver al campamento al descubrir que nadie lo ha seguido. Pero a unos kilómetros del campamento una gran humareda aparece entre los árboles. Toro cabalga como desesperación al temerse lo peor y cuando llega al lugar su mayor miedo se ha cumplido pues durante su misión de rescate han atacado el campamento y no parece haber señales de vida. Solo cuerpos calcinados y desgarrados donde el rojo y gris de la sangre y las cenizas del fuego son los únicos colores junto al negro y la desesperación.

ROBIN HOOD, LA LEYENDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora