Capitulo 15: ¿Vivir O Morir? Esa es la cuestión.

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-¿Por qué tardan tanto?-pregunta Robin histérico mientras camina de un lado a otro de la entrada de la cueva.

-Robin, intenta relajarte.-le ordena John quien permanece sentado a una roca con la vista fija en el suelo muy concentrado para no pegarle a nada con el bastón de madera que le sobresale un poco por encima de la cabeza a pesar de que es un hombre muy alto.

-Sí, por favor. Hace menos de cinco minutos que Alan llegó con Daira.-dice Will para sorpresa de todos quienes le lanzan una mirada de sorpresa.- ¿Qué? ¡No me miréis así! Es culpa suya el que estemos de esta guisa así que... Si él se relaja, yo podre sere-narme un poco y no romperle los piños.

Robin queda muy pensativo durante escasos segundos. Finalmente rompe el silen-cio para darle la razón a lo que todos quedan aún más anonadados.

-¿Por qué me miráis así? Todos sabemos que es verdad. Si no la hubiese dejado sola... Si no me hubiese confiado...-se lamenta Robin una vez tras otra.

-No es hora de lamentarse.-interviene Alan en la conversación para asombro de todos ya que no ha abierto la boca desde que llegó con Daira.- Lo hecho, hecho está.

Todos saben que Alan tiene razón y el silencio hace acto de presencia entre nues-tros héroes.

Mientras tanto, dentro de la cueva, Farûq y Daira mantienen una constante lucha contra la muerte. Daira no va a permitir que la carpa se lleve a Marian tan fácil mente.

-¡Vamos! ¡Vamos, Marian! ¡Marian, no nos abandones!-le suplica una y otra vez mientras intenta reducir la hemorragia.- ¿Sigue respirando?

-Sí, pero tiene poco pulso.-la informa Farûq.

-¿Cada cuento tiempo respira?-pregunta Daira estresada.

-Dos veces por minuto.-dice Farûq muy asustado.- ¿Eso es bueno?

-No. No lo es. Si no detengo la hemorragia, la coso y hacemos que baje la fiebre morirá. Pero la hemorragia no cesa. Ha debido de rasgar algún vaso sanguíneo.

-¿Qué significa eso?-el temor de Farûq se materializó en sus ojos tan abiertos como platos.

-¡Que tengo que abrirla para taponar el orificio de salida de la sangre!-dice Daira mientras pasa su manga remangada, hasta la axila, por su frente para secar su sudor.

-¡Daira, no puedes hacer eso!

-¡Si no lo hago la perderemos!

***

-¿Me estás diciendo que La Dama Negra ha venido a tu mansión y ha robado MI dinero?-dice el gobernador recalcando el "mi" lo más que puede.

-Básicamente, en resumen, es eso.-dice Gisbourne temblando de miedo al informar al gobernador el cual caminaba de un lado a otro por la estancia de la mansión Locksley.

Un profundo suspiro emana de lo más profundo del interior del gobernador y muy lentamente se acerca a Gisbourne, coloca su mano derecha en el hombro izquierdo del joven, el cual era pocos centímetros más bajito que él, y le susurra en el oído.

-¿Sabes una cosa...? Es una verdadera pena que seas mi primo. Eso y que le pro-metiese a tu madre, en su lecho de muerte, que cuidaría de mi adorado primito.

El gobernador mira fijamente a Gisbourne y esboza una picara sonrisa lateral imaginando la de torturas experimentales que probaría gustosamente con él.

Gisbourne, que lo conocía como a la palma de su mano, se hace ligera idea de lo que puede estar imaginando su primo mayor y traba saliva bruscamente, reflejo de su atroz miedo.

ROBIN HOOD, LA LEYENDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora