Cuarto curso

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Nora se levanta de golpe de la cama. Ha vuelto a recordar. Se toca los labios con la punta de la yema de sus dedos. El calor de Draco la invade.

La joven bruja echa la cabeza a un lado y aparta las imágenes de su cabeza.

Habían pasado ya 3 años desde que eso ocurrió. Draco formaba parte de su pasado, al igual que todo lo que ocurrió con él.

Ella ya no era la misma niña tonta, su vida ya no era la misma. La habitación se ilumina con la luz de la luna, haciendo que el espejo en la pared brille.

Siente la furia crecer en su pecho, pero la esconde. No quiero hacerle daño a nadie. No como ya pasó. Nora ya controla su habilidad. Ése año estaría en cuarto curso en Hogwarts, el colegio de Magia y Hechicería más famoso del mundo de la magia.

Nora mira el reloj y ve que son las cinco de la mañana. Sabe que no va a conciliar el sueño de nuevo, por lo que se levanta de la cama. La bruja se acerca al espejo y se observa.

Lo hacía todos los días. No quería olvidarse de quien era ni como debía ser. Su vida no había sido la misma desde esa noche en el bosque prohibido. Ahí todo cambió, nadie lo supo hasta una semana después, cuando todo lo que Nora amaba se separó completamente de ella. Dejándola sola.

El pelo castaño le caía en mechones lacios sobre la cara, haciéndola parecer redonda, y sus ojos, de un verde más brillante. Nora coge una goma del pelo y se hace una coleta, suspirando mira a su lechuza negra como la noche, a la que decidió llamar Artemisa. Que duerme dentro de su jaula, encima de su baúl de Hogwarts.

La había comprado en su segundo año en Hogwarts, para así estar en contacto con sus padres, quw dormían en la habitación continua a la suya.

Después de vestirae con unos sencillos pantalones y una camiseta azul, Nora sale fuera de su cuarto con la varita en la mano. Pocas veces iba sin ella, aún sabiendo que no la podía utilizar fuera del colegio.

Aún recordaba cuando recibió la carta de Hogwarts, fue en su onceavo cumpleaños. Ese mismo día iba a ser el día siguiente, y como otro cumpleaños, lo celebraría sola, en la habitación de Hogwarts. Mientras todos los demás estudiantes estuviesen más preocupados en otras cosas.

La chica suspira y se apoya en la pared, tapándose la cara. Estuvo a punto de decirles a sus padres que no la llevasen a la estación de King Cross este año. No quiere que vean como los demás estudiantes la dejan apartada, no quiere que vean como su pequeña, ya no tanto, había dejado de ser alguien feliz ha convertirse una criatura en la sombra.

La bruja miró  a la luna a través de la ventana y un escalofrío la recorrió.

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La estación de King Cross siempre estaba llena, y el 4 de septiembre todavía más.  Todos los estudiates de Hogwarts se dirigían al andén 9 y tres cuartos para asi llegar al Expreso de Hogwarts.

Nora iba entre sus padres, fingiendo una sonrisa de felicidades mientras Artemisa la miraba desde su jaula.

Llegan a la pared del andén 9 y la bruja se gira hacia sus padres.

-Nos vemos en Navidad- les dice abrazandoles.

-Nora, cariño- empieza su madre-, esta Navidad no vas a poder venir a casa, tenemos viaje de trabajo.

Algo dentro de Nora nace.

Miedo.

-Pero... no mamá, yo tengo que it en Navidad...

-Cariño, solo es una semana, y además, seguro que tus amigos se alegran de que te quedes- me dice mi madre.

Si, amigos...

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