Cayendo

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Han pasado los días y emos estado hablando, bueno, él habla la mayor parte del tiempo así que me dedico a escuchar y debes en cuando doy mi opinión o aportó en la conversación. Me acostumbré a escuchar su voz en mi oído, así que ya no me afecta tanto. Mi hermano no sospecha nada desde aquello que ocurrió en el almuerzo, lo cual me alivia de sobremanera.

Hoy es viernes, me levante muy temprano para a evitar a Itsuki y sus posibles preguntas. Aunque ya gaste una hora tratando de decidir que ponerme, optando por un jean negro, una camisa sin mangas ploma y una chamarra de mangas largas negra. Lo sé, es mucho negro pero, la mayor parte de mi vestuario son tonos oscuros para evitar que se vea la sangre. Eso me recuerda, guardaré el cutter en el bolsillo.

Salgo a hurtadillas llevando mi mochila a cuestas. Saliendo con éxito de la casa, me dirijo con una hora adelantada al lugar de encuentro que es la estación. Pretendo esperar en una tienda frente a la entrada pero me detengo al reconocer al idiota muy bien vestido, mirando su reloj, apoyando su espalda en uno de los pilares del edificio.
-Se a levantado muy temprano.

Si me ve llegando a esta hora de seguro se pondrá como loco por la felicidad. Un escalofrío recorre mi cuerpo.
-Eso no pasará.

Como decidí en mi plan, me dirigí directo a la tienda, tomo una botella con jugo de durazno y unas galletas. Me siento en la parte donde hay un mesón flotante y unas sillas individuales, que da frente a la estación cruzando la calle. Dándome una vista perfecta del idiota que me espera en frente, quien a llegado antes que mí y está a una hora de lo indicado.
Hace un poco de frío por lo que ya viene el invierno, así que a optado por un suéter marrón de mangas largas con cuello en V dejando ver una camisa verde olivo en el interior, pantalon de tela negro y cinturón del mismo color, zapatos de cuero café. Su cabello pelirrojo, que al parecer a cortado, está peinado con más esmero de lo usual.
-Suspiro- ... !!!! -¿Por qué suspiro así?

¡Oh, Dios!

Ya parezco una de sus admiradoras, las cuales siempre andan suspirando por cada cosa que hace el idiota de Izumi. Me doy una bofetada mental y sacudió mi cabeza ¡Vamos, Mantén la dignidad!

-¡¿Pero qué?!... ¡En tan poco ya está rodeado de chicas!

Se que tiene una buena pinta pero, ¡Por Dios! Acaso las chicas de hoy no tienen cordura... Y el idiota no se las quita de encima.
-¡Por amos a todo lo raro!

Me levanto y pago por lo que consumi saliendo de la tienda llegando dónde el idiota que sólo sonríe.
-¡hey idiota!

Llamo la atención del grupo, últimamente siento que sólo ando enojado, este tan pronto me ve sonríe de oreja a oreja.
-¡Hiro-chan llegaste! -se acerca a mí como siempre lo hace, como si fuera un perro moviendo la cola a su amo.
-¿Un amigo?

Pregunta con cierto tono de molestia mientras las demás me miran.
-No, es mi lindo novio.

Tan pronto escuchó sus palabras siento como mis mejillas arden. Una gran vergüenza me abruma, no es la primera vez que él dice algo así, lo sé pero... Es diferente está vez, porque una parte de mí está feliz por su comentario.

Siento que me toma de la mano obligándome a seguirlo. Su tacto es frío, realmente está frío; nos movemos hasta la vereda y tomamos un taxi con destino a un Mall.
-Llegaste temprano -Me sonríe-

Su mano aún me sujeta sin embargo aún sigue fría, me siento culpable. ¡Rayos!
-¿Cuánto esperaste?
-No mucho.
-Mentiroso, tu mano está muy fría, debes tener cuidado el invierno ya llega por lo que ahora hace más frío. Se supone que estudias para doctor se más cuidadoso contigo mismo.

Y aunque le estoy regañando él solo sonríe como un idiota ganándose un Zape de mi parte.
-¡Auch!
-Deja de poner cara de idiota.
-Lo siento, pero no puedo evitar el ponerme feliz.

Suelto su mano sintiéndome molesto por su forma de actuar y más porque me siento algo culpable. Pero él me vuelve a tomar la mano.
-Oye -digo molesto
-Te amo -Dice tomándome por sorpresa para luego besar mi mano.
Desvío la mirada a la ventana porque siento que mi cara debe estar con un fuerte sonrojo y no quiero que me vea así.
-idiota...
Le escuchó reírse y me siento de alguna manera indefenso. ¿De dónde saca esa confianza? ¡Rayos! Ahora soy muy consciente de él y mi corazón está a mil, esto es aterrador.
Nuestro destino dentro del Mall fue el cine compro las entradas de la película que elegí una de suspenso. Por decisión mía dividimos los gastos ¡no soy una chica! Y no pienso ser tratado como tal. Dentro de la matine no hay muchas gente quizás por lo que estamos viernes en la mañana, hora en que se trabaja o estudia. La oscuridad y la falta de gente me hace sentir a gusto.

Compre unos nachos, no soy de esos que comen canguil, cosa que no le gustó mucho a Izumi. Tal parece que tenía un plan maquinado referente a la comida. Terminó con que cada uno tenia su recipiente de comida.

Luego de dos horas en las cuales pude tranquilizar mi corazón y a la vez disfrutar de una buena película. Salimos del lugar.
-y ahora ¿Dónde?- le inquiero curioso
-quiero ir a la noria que acaban de abrir en el malecón, dicen que su vista es preciosa.
-Una noria... No es que me guste mucho los clichés románticos, aunque supongo que es aceptable.
-Verás que...

Siento un fuerte viento impactar mi rostro, un viento helado, provocando que cerrará los ojos. Les abro de a poco, cuando siento que es hora.
-nieve...

Para sorpresa de ambos, había comenzado a nevar, la primera nevada del año así como la primera de tantas en esta temporada invernal. Extiendo mi mano para alcanzar los copos de nieve que caían, sintiendo como se derriten por el calor de mi cuerpo.
-¡Está nevando!

No puedo evitar emocionarme como si fuera un niño, avanzó estirando los brazos. ¡Amo la lluvia blanquecina! Cuando la veo caer, una sensación extraña sensación surge y una alegría infantil me invade.
-Hiro...

Volteó notando el rostro de Izumi, quien parece estar debatiendo con cual expresión debería mirarme. Eso me parece divertido.
-Amo cuando está cayendo la nieve.

Sí, solo amo esa parte del invierno, pues el frío, el difícil caminar por culpa de la nieve, el balear por culpa de esta o las gripes. Todo eso es detestable y me hace odiarla.
-Achu! -estornudo sin remedio-
-Pues si te quedas ahí sufrirá de un resfrío.

Me dice mientras yo trato de devolver calor a mi cuerpo abrazando me. Acto seguido, entramos en un taxi con calefacción. Le escuchó dar una dirección que me parece desconocida por lo que asumo que es la de su casa.
-¿Por qué tu casa?
-porque aún no sé el de la tuya, sin mencionar que no quiero que termine nuestra cita.

Sin más, una frase aparece en mi mente:
           
    «Voy camino a la casa del lobo»

Una electricidad recorre mi cuerpo, haciendo que aparezca la piel de gallina.

CutterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora