Capítulo 1.- Un nuevo comienzo

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ELISABETH (BETH)

Si alguien alguna vez te dice que no hay nada peor que montarse en un bus nauseabundo o en una caballo salvaje, estaba loco.

Llevaba más de cuatro horas montada en un carruaje cerrado y tirado por cuatro caballos. Tipo Cenicienta, pero al autor se le olvidó describir mejor la carroza. Blanco por fuera, llena de porquería y alguna cosa más que no quiero identificar por el suelo y las puertas. Por sí fuera poco, el olor fuerte de caballos sudados tampoco ayudaba. Tenía mi trasero magullado por los incesantes botes de la carroza por este mal emparedado suelo.

¿A dónde iba? Al castillo de Akaton. Donde mi vista llegaba, Akaton era un especie de planeta ambientado en la Edad Media. Alex decía lo contrario, que era un lugar muy avanzado, no contaminado y rico (orgullo masculino de vampiro).

La vista era agradable, tal vez era lo único que me detenía de zarandear hasta despertar a mi dormido acompañante de al lado. Prados verdes, cielo azul, animales exóticos. Tenía ganas de aprender de este lugar.

Otra gran piedra pasó por debajo de la rueda de la carroza, haciéndome rebotar contra el techo, quejarme y caerme encima de Alex.

Sus brazos me rodearon rápidamente, mientras que él se despertaba bruscamente.

"Buenos bruscos días amor." Sonreí, mientras intentaba peinarse el pelo con los dedos.

"Lo siento, esta cosa va muy rápido."

"Ya queda poco para llegar a la posada."

"Más le vale, mi trasero ya no aguanta más."

Una sonrisa traviesa cruzó por su cara.

"Eso lo podemos arreglar más tarde." Golpe. Pervertido...

Me relajé entre sus brazos, disfrutando de ese calidez fría que emanaba su cuerpo.

Minutos más tarde la carroza paró delante de una gran casa de madera con tejas negras. Afuera se encontraban otras dos carrozas menos llamativas que la nuestra junto con dos pajes dando de comer a los caballos.

Cinco hombres armados hasta los dientes nos escoltaron hasta dentro de la casa, mientras que otros dos cogían las maletas para llevarlas a nuestras habitaciones.

Una elfa, con sus orejas puntiagudas y rasgos alargados se nos acercó a la mesa con una feliz sonrisa.

"¿Qué desean para comer?" Miré a Alex, mientras que él pedía nuestra comida en un dialecto francés-inglés.

Exploré a mi alrededor, todo parecía a las casas rústicas de la Tierra. Todo de madera, cabezas de animales desconocidos colgados de la pared, velas, alfombras coloridas...

En el lugar de reputaba paz, pero parecía que algo perturbaba el lugar. La poca gente que había sonreía a los demás, pero aquellas sonrisa no llegaban a sus ojos. Raro.

Cuando ya oscurecía, me subí a mi habitación, mientras que Alexander se quedaba en la sala con sus guardias.

Me estaba quitando la camiseta cuando unos estruendosos ruidos vinieron del piso de abajo.

Me recoloqué la camiseta y a grandes zancadas abrí la puerta de mi habitación, procurando que la madera no crujiese demasiado.

"Beth, ¡huye!" La voz de Alex me sorprendió en mi mente.

"¿Alex? ¿Qué pasa?" No respondía. Su mente era un lugar con sentimientos y pensamientos desordenados.

La elfa que nos había servido la comida corría aterrorizada por el pasillo. Me miró un segundo, antes de agarrarme del brazo y salir huyendo conmigo por unas escaleras ocultas.

"¿Qué pasa?" Pregunté nerviosa. No me contestó.

Llegamos al piso de abajo, donde abrió otra puerta. Salimos las dos juntas, donde dos caballos nos esperaban.

Sin mirar atrás, la elfa se colocó una capa oscura, ocultando su cuerpo. Me señaló para que hiciese lo mismo y se montó en el semental negro.

"Han traicionado a su rey y vos necesitáis reunir un ejército. Lord Bayron es un traidor."

"¿Por qué yo?"

"Eres mi reina. Es tu trabajo."

Se oían gritos por todas las partes y pasos por el pasadizo de los criados.

Me puse la capa y monté en mi caballo gris.

Juntas corríamos encima de nuestros caballos a el bosque y no pude evitar mirar atrás.

Alex se encontraba inconsciente y sangrando en el suelo. Tenía polvo en su ropa. Todo yo quería ir en su ayuda. Pero él me había pedido algo, y lo iba a cumplir, aunque tuviese que matar vampiros o hacer cosas imposibles.

Ya, ya. Debo ser doña impuntual. Pero ayer estaba escribiendo el capítulo cuando me quedé dormida encima de mi ordenador. Mañana domingo el segundo capítulo si votáis y comentáis al menos dos personas.

Ante todo, mis disculpas y gracias.

Pacto de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora