Capítulo 6.- Tras el velo

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BETH

Corría por el bosque, no muy a lo lejos se oía a varios guardias gritar y los relinchos de los caballos. Tenía que ir más rapido. 

Me interné más en la espesura, dificultandoles mi persecución.

Cuando pensé que estaban lo suficientemente lejos, paré un par de segundos. Estaba sin aliento.

¿Por qué he sido tan tonta para separarme del grupo? ¡Ugh!

Esperé a que los guardias se fuesen, lo cual no ocurrió hasta el anochecer. Me subí a unas ramas de un árbol,la cual podía aguantar mi peso y eché una cabezada. Estaba quieta y mi respiración era muy suave. Podía haber alguien en los alrededores. Nunca se sabía.

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"¡Mamá!" "¡Mamá!" Moví los parpados y gruñí por lo bajo. Estiré  mis piernas y noté que me caía al vacio. Me agarré con fuerza a unas ramas. ¿Pero dónde...?

Imagenes del día anterior inundaron en mi mente. Estaba perdida. Otra vez.

"¿Qué haces ahí, agarrada a unas ramas?" Me dí un poco la vuelta, para ver a una niña pequeña mirarme con curiosidad. Tenía unos peculiares ojos sangre y su tez era pálida. Vampiresa. A su lado se encontraba una mujer más madura, la que supuse por su parecido, por su pelo caoba y varios parecidos en sus rostros. Era humana, aunque una humana cansada.

"Ocultandome." La mujer humana elevó una ceja. Sí, una respuesta muy inteligente de mi parte.

"Estaban ayer buscando una elfa, aunque tú tienes una apariencia más humana que élfica."

Miré a mis pies. La pulsera ya no estaba, por lo que el hechizo se había desecho. La cosa iba mejorando por momentos.

"Estoy perdida, no sé que hacer. ¡Mi compañero está lejos de mi, mi guía está muerta y estoy perdida en un mundo que no conozco!" Maldije con furia.

La mujer me miró comprensivamente. Odio es mirada. Nunca en mi vida había sido querida, a excepción de algunas personas, y odiaba  mostrarme inútil entre la gente. Me hacía sentirme peor. No estaba en mi naturaleza.

"Lo que tal vez puedas hacer es venir a vivir con nosotras y trabajar con nosotras." Suguerió ella.

"¿Haría eso por mi?"

"¡Claro, mujer!" Miró para ambos lados. "Hay que darse prisa, no vaya ser que nos pillen."

Agarré la mano de la niña y corrimos guiadas de su madre hasta salir del bosque. Nada más hacerlo, una gran ciudad se extendía . Casas de tejados de ladrillo junto con paredes de madera. Todo esto se parecía mucho a la Edad Media. ¡Mentiroso! ¡Yo teía razón! Aunque, parecía haber más limpieza aqui.

"Mi casa está a las afueras de la ciudad. Vamos."

Caminamos apresuradas, entre el gentio, con las cabezas agachadas. Iban todos limpios y bien peinados, pero sus trajes tenían costados raidos, como si estuviesen muy gastados de su uso. También había muchos guardias, forminos e intimidantes.

No parecían estar en mala forma, solo cansados. Tenían un aspecto más saludable los elfos del bosque.

Todo parecía ir demasiado deprisa y cuando quise darme cuenta, estaba delante de una pequeña casa, a las afueras de la ciudad. Abrí con cuidado la puerta, con miedo de que esta se desiciese. ¿En serio, Alex? Cuando te vea, te tragarás tus palabras.

"Ponte ese vestido que hay encima de la cama. Luego pon a hervir las hojas en la cazuela  con el agua."

Hice lo que me pidieron sin rechistar, mientras que veía como la niña hacía añicos a un conejo. Se me estaba quitando el hambre. No hablamos hasta la hora de la cocina, lo cual agradecí; de esta forma, podía poner mis pensamientos en orden.

Realmente no entendía nada de lo que ocurría, por lo que esta noche intentaría salir de dudas.

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Me senté en la desgastada mesa junto con Anna, la niña vampiresa. Su madre Lysa, aún  estaba vigilando la cazuela que hervía en el fogón. Estaba lloviendo fuera y sentía mi cuerpo entumecido por la humedad. Me froté con fuerza los brazos, intentando sacar algo de calor de alguna parte.

"No te esfuerces mucho, acostumbrate." Dijo con pesadez Anna. "Siempre ha llovido desde que el verdadero Rey se marchó. Solo ha cesado de llover durante lss cinco anteriores noches y creímos que esto iba a cesar, esta vida de esclavos iba a terminar, pero nos equivocamos."

Esto era cada vez más confuso. Lysa dejó el puchero encima de la mesa y sacó tres cucharas grandes de un rincón de la cocina. Lo único que iluminaba la estancia era el fuego de la chimenea. Por el suelo había varios envases que recogían el agua de las goteras. Había una cama grande cerca del fuego con un par de mantas. Todo era muy pobre y me temía que en toda la ciudad la situación era muy parecida.

Me entregaron una cuchara y empezamos a comer de la misma cazuela. Tenía que admitir que estaba muy bueno, eso o que estaba muerta de hambre.

"No entiendo este mundo." Me quejé. "Es tan... diferente. Hace poco llegué del planeta Tierra y han pasado tantas cosas, que no sé que hacer a continuación." Las dos levantaron la mirada de la cazuela y me miraron con sorpresa.

"¿Has llegado del planeta Tierra? ¿Cómo? ¡Los portales llevan cerrados desde hace siglos!" La madre murmuró mirando desconfiadamente por todos los lados. "Cuando Alexander, nuestro Rey, después de La Noche Incontable y del Pacto de Sangre nos dejó para buscar su felicidad en la Tierra, todos los portales fueron cerrados. Fuimos aprisionados en Akaton. Somos esclavos del que fue entonces el primer ministro, la mano izquierda de Alex. Han cambiado tantas cosas desde entonces... Rezamos por que todo esto termine. Mi compañero se opuso a la nueva dictadura del autoproclamado Rey. Fuimos expulsados de la Corte, junto con otros muchos. Pribados de nuestras riquezas y tierras. Entonces yo estaba embarazada de mi hija. Fue duro, pero lo logré. Ahora las dos plantamos nuestra comida, cazamos y ayudamos a nuestra manera al pueblo."

"¿Y tu compañero?" Sus ojos se ensombrecieron. "En los calabozos del castillo. Una vez cada tres meses me entregan un frasco de su sangre, para que regenere mi cuerpo y no envejezca. Mi hija se tiene que alimentar de mi sangre, por ser una niña pequeña. De vez en cuando toma de los animales, pero eso no la satisface. Necesita de vampiro y algunas madres vapiresas nos dan un poco, pero noel suficiente. Son tiempos muy malos. Después de la marcha del Rey las cosas han ido de mal a peor."

"Las cosas cambiarán. Ya verá." Le dije intentado dar esperanzas. Solo obtuve una sonrisa triste.

Recogimos en silencio la mesa y lo labamos con el agua recogido de las goteras.

Despues nos acurrucamos juntas en la cama, intentando darnos calor. Me levanté varias veces por la noche, por los movimientos bruscos de una de las dos. Estaban tiritando descontroladamente. No pude hacer menos que utilizar mi don para hacerles entrar un calor inexistente, pero al menos su cuerpo descansaba algo.

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"¡NO! ¡Alejate de ella!" Me desperté bruscamente. Sentí un profundo dolor en mi cuello. Alguien tenía una daga en mi cuello. Realenticé mi respiración y agudicé mis sentidos.Estaba en la misma cama de ayer, solo que ahora el escenario era diferente.

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¡Regresé! Jajaja. Se que llevo un mes y poco más desaparecida, pero agradezco de corazón vuestros comentarios y los nuevos seguidores. Muchos besos y espero vuestros votos y los amados comentarios ;)

Pacto de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora