Capítulo 9.- La cárcel ardiente

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ELISABETH

Lo primero de lo que me di cuenta nada más despertarme era que estaba amarrada a la pared con unos grilletes. Olía a humedad y todo estaba muy oscuro. No era unas mazmorras, porque delante de mí estaban colgados varios trozos de carne. Una despensa.

Apoyé la cabeza contra la pared, todo daba muchas vueltas. Vaya suerte la mía, siempre acabo en lugares húmedos y amarrada.

"¡Padre! ¡Hay que dejarla libre!"

"¡No! ¡Es una cazadora y estoy seguro que está bajo el servicio del Rey!"

"¡No es verdad! ¡Me ha ayudado a buscarte!"

"Anna, ¿no te das cuenta que pareció justo la misma noche que yo escapaba de la cárcel?" Dijo Samuel con tono cansado.

"Ella... n-no... Ella no lo h-haría..." Susurró.

Oí varios pasos encima de mí y unos cuantos muebles arrastrándose.

"Tranquila cariño, la interrogaremos y sabremos la verdad. Tal vez yo no tenga razón... Ve a jugar con los vecinos y luego te cuento lo que pasa."

Después de lo que me pareció una eternidad, abrieron la puerta de la despensa por arriba, trayendo con ellos una gran ráfaga de luz. Cerré inmediatamente los ojos, para luego volver a abrirlos poco a poco, intentando acostumbrarme a la luz del día.

Apareció un hombre que rondaba los cuarenta, fornido y alto. Había varias cicatrices en su cuerpo, las cuales le hacía más intimidador.

"Samuel." Dije con la voz rota. Tenía la garganta seca y me moría de hambre.

"El mismo. Ahora, ¿podría saber el nombre de la bella Cazadora de Vampiros?"

"Elisabeth Ring, Última Cazadora de Vampiros, aquí y en la Tierra. Y la persona que piensa dejarte inconsciente y moribundo si no me dejas libre."

"Encantador." Contestó sarcásticamente mientras dejaba al lado mío una bandeja de pan, un poco de carne y un vaso de agua. "Tendrás hambre y sed."

"¿Puedo fiarme o voy a quedarme dormida otra vez?" Vi como apretaba los labios hasta formar una fina línea. Seguidamente retiró el agua a un lado, pero la bandeja de comida no lo tocó.

"Si me cuentas la verdad, no te la haré beber. De lo contrario, vas a dormir profundamente y no volverás a ver la luz del día."

"Encantador." Él alzó una ceja sorprendido. Realmente podía ser una bocazas en los peores momentos.

"Dime, ¿cómo llegaste hasta aquí?"

"Crucé el portal con un amigo."

"¿El Rey?"

"Sí."

"Así que trabajas para el Rey." Concluyó.

"No exactamente."

"Explícate." Cogió el vaso de agua disimuladamente.

"Crucé el portal con Alex, como su compañera. Quería que viniésemos hasta aquí y alejarnos de la reciente y terminada guerra contra los Cazadores de Vampiros."

Arrugó la nariz y el entrecejo. Le había liado.

"¿Qué?"

"Es una larga historia, que ahora no me apetece contar."

"¿Me estás diciendo que viniste sin más con ese tal Alex hasta Akaton, después de que en la Tierra se terminase con la Guerra contra los Cazadores de Vampiros, es decir, contra los tuyos y llegasteis aquí en son de paz? ¿Me estás tomando el pelo?" Gritó malhumorado.

Pacto de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora