❝Estoy pensando que deberiamos dirigirnos a un lugar que no conocemos.
A un lugar donde nadie nos ha visto antes, solo tú y yo.❞
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➳ Capítulos cortos.
«ADVERTENCIA: Contiene escenas de violencia, sexo y lenguaje explícito.»
Linda portada por: Erbluh...
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Hoy era su día libre así que decidió ir a jugar billar a un bar, aún que en realidad cualquier día podía ser su día libre si él lo quisiera.
El lugar estaba algo vacío, conocía a unas cuantas personas, no eran sus amigos pero alguna vez han trabajado para él o le han hecho algunos favores.
Pero todos a aquellos que decidieron saludarlo, los ignoro por completo. No estaba aquí para eso, si no solo para jugar un rato al billar, después de eso se iría.
Ash Lynx era conocido por ser el actual líder de una pandilla en la ciudad de Nueva York, era un poco famoso por todo los desastres que ha causado su pandilla, pero era más conocido por ser el favorito de papi.
Pero eso era otra historia, que no merecía ni ser contada.
El rubio se acercó a la mesa tomando el taco entre sus manos agachándose un poco listo para golpear la bola, estaba a punto de dar el primer tiro cuando algo llamo su atención, más bien alguien.
Era una chica que había entrado al bar, por un momento se había olvidado del juego y centro su atención en la mujer. Era muy bella.
Su cabello era rojo hasta los hombros, y sin mencionar aquellos ojos verdes que lo cautivaron al instante. No dejaba de mirarla, no podia, era hipnotizante.
La joven sintió la presentía del rubio y lo miro, sintió unos leves nervios desde que lo comenzó a mirar. Diablos, era la primera mujer que lo podía nervioso.
Sonrió. Se dio cuenta que sus ojos no eran lo único que lo habían cautivado si no también su sonrisa.
La chica siguió caminando hasta la barra, ¿Qué hacia una chica como ella en un lugar como esté? No tenía ni la más mínima idea. Nunca pensó encontrarse a una mujer como ella en un bar de mala muerte, nunca se le pudo cruzar por la mente, a menos que fuera una prostituta pero para nada que lo era, se notaba que ella era diferente.
Solo se acercó al cantinero, hablo con él un segundo y después se marchó, sin antes darle una miradita al chico. Esté se quedó como idiota hasta que la joven salió del lugar, y se maldijo así mismo después, pudo haberle pedido su número o invitarle un trago. Era un imbecil.
Pero tenía algo en claro, nunca olvidaría aquella melena pelirroja que lo cautivó por completo.
