All I need is see you returning (todo lo que necesito es verte volviendo).

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Recordarás tu infancia toda tu vida o eso dicen, y supongo que es cierto, al menos en mi caso.

Todo comenzó en el 2003, cuando tenía apenas nueve años, en aquel momento no comprendía nada, solo sentía como uno de mis dos pulmones se moría al ver a mi equipo por primera vez al borde de la muerte, aquellos días sentía que me faltaba el aire, que una parte de mi estaba a punto de apagarse para siempre.

Como si fuera poco doloroso, quisieron robarnos un par de gotas de sangre para clonarnos, pero aquellos villanos, por así llamarlos, eran tan sumamente tontos que se olvidaron de que el alma y nuestra esencia no podían clonarse, eran, son y seguirán siendo esas piezas que nos hacen únicos, diferentes al resto.

Nuestra vida continuó, allí en el barro, y hoy aún quedan marcas en nuestras botas, pero tampoco pretendemos olvidarnos de nuestro pasado.

Lo más duro, fueron los años en los que aún no comprendía que nos había pasado, ¿por qué nosotros y no otros?

Cada día se burlaban de mí, era la rara, la diferente y a cada lugar que iba me hacían sentir así. Mientras otros se reían de mí y soñaban con ganar cualquier trofeo, con pasear su nombre por Europa, yo soñaba con un gol, con el que nos devolvería al lugar de donde nos habían sacado, lo que aún no sabía es cómo, cuándo, ni dónde sería.

Pasaban los años y seguimos en un vaivén de segunda B a Tercera todo el rato, a mis catorce años, me paso lo peor que le puede pasar a alguien que es fiel o sigue a un equipo.

Me pasó que jugábamos en el pueblo de al lado al mío, el cual no tiene ni categoría de aldea, por si eso no es doloroso de por sí, más doloroso fue el perder, el que todos me humillaran por el resto de los días que quedaban de curso en clase, el cada día salir llorando de allí y sentir que no podía hacer nada, que esto era mazazo tras mazazo...

Por si fuera poco, nos humillaron en el play off...Muchos ya no recordareis al Caravaca, pero yo aún lo llevo grabado a fuego en mí, fue demasiado doloroso, el remontar un 4-1 de la ida en casa, el por unos minutos soñar que empezábamos a volver, que nuestra mala suerte se acaba aquí...pero al final no fue así, volvimos a perder y a quedarnos una vez más a punto de conseguirlo, una piedra más en el camino, otra vez derramando lágrimas demasiado saladas, pero si algo tenemos que nos diferencia del resto, es que sabemos levantarnos tras cada caída y eso era exactamente lo que íbamos a hacer.

No nos rendimos, salimos adelante y el año siguiente vino cargado de ilusión, eso es lo que nunca perdemos, quizá seamos un poco como los niños pequeños el día de reyes cuando descubren sus regalos.

Desde el minuto uno, incluso antes supe que este era el año, que aquí comenzaba todo, que por fin las cosas comenzaban a cambiar y sabíamos que ahora era el momento, que aunque tardásemos años íbamos a volver.

Veintiuno, esos fueron los años que pasaron desde que comenzó nuestra segunda época dorada, y el destino, nos devolvía al lugar donde empezó y supimos que una tercera estaba por llegar y que no faltaba ya mucho, que estaba cerca, que esta vez sí, que ya no habría más lágrimas saladas derramadas por un descenso.

Lo pasamos un poco mal, como siempre tuvimos que llegar a los penaltis, pero en el último minuto, cuando casi habíamos dejado de creer, llegó el milagro, nuestro portero detuvo el lanzamiento y estábamos en segunda B, a muchos les llegarían recuerdos de aquel maravilloso 88, claro ellos habían tenido la suerte de vivirlo.

Entonces, al año siguiente vino la primera oportunidad de que el destino nos devolviera una parte de lo que nos había arrebatado, y la fallamos, no era la nuestra, Pontevedra no era parte de la historia de héroes, sino de la parte que debíamos olvidar.

Una historia de verdaderos héroes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora