Corría el 9 de octubre, y había llegado el día de regresar a los campos después de lo pasado con aquel inmundo virus conocido como COVID. Volvía el derbi, volvía la ilusión de las risas, volvían los sueños de una nueva victoria y volvían las ganas de ver a los viejos conocidos que pasaban aquellos tiempos cerca tuya y que llevabas una temporada sin ver, nadie habría imaginado eso antes, pero lo que si no imaginaban era lo que iba a suceder después, porque si por algo se nos conoce, además de por nuestra historia, es por ser mágicos, por hacer aquello que otros no pueden y eso iba a ser lo que iba a suceder exactamente, aunque nadie lo supiera aún.
Como siempre empezó el partido, y sorpresa, había de esos aldeanos de bufanda rojiblanca por nuestro entorno, que raro. Empezaron insultándonos y riéndose de nosotros, pero eso sería por un pequeño momento, ya que pronto llegaría esa magia, la de que marcáramos un gol, y que ese jugador fuera de la casa, alguien que sentía nuestra historia tal y como era, alguien que iba a celebrarlo y mucho. Parecía que íbamos a ser felices, que íbamos a ganarles una vez más, pero como siempre llegó el empate y puede que incluso yo sintiera miedo a perder, pero de saber lo que estaba por venir, daría lo que fuera por vivir de nuevo ese empate en lugar de la victoria.
Si has leído hasta aquí te estarás preguntando porque he dicho esas últimas palabras si soy oviedista, pues verás ahora comienza esa historia que nos recuerda un poco al episodio de "el balón catastrófico" de Mortadelo y Filemón, aquel gol de empate sirvió para gafar su, hasta ahora, buena trayectoria.
Parecía que aquel gol tenía un sabor amargo, pero ni mucho menos. Pasaban las semanas y les llegaba una derrota tras otra, nos llega esa oportunidad de adelantarlos; ¿Lo conseguiremos?, quién sabe, pero lo importante es ir haciendo puntos, mientras ellos, jornada tras jornada, se van a casa con las manos vacías, con jugadores lesionados y cosas aún mucho peores. Vaya parece ser que la factura de ese punto sale cara, pero lo mejor, aclaro que para nosotros, llegaba esta tarde, cuando nos enterábamos de que el aldeano de moda, el mismo que nos había marcado aquel gol, estaba enfermo con aquel inmundo virus llamado COVID, y es que era tan analfabeto, como todos los aldeanos, que se había negado a vacunarse y se ponía enfermo mientras viajaba con su amada selección de fútbol, algo de lo que ya no podían presumir, ya que nosotros ahora también teníamos jugadores que jugaban con sus selecciones.
Nadie sabe como continuará esta historia, es más puede que ni ese amado entrenador suyo llegue a comer el turrón estas navidades en la aldea, pero hace poco eran ellos los que nos pagaban con la misma moneda y riéndose de que el Cuco no pasaría a nuestro lado la navidad tras tantos empates, si apenas hemos perdido, parece que somos casi invencibles, que por fin ese caparazón parece surtir efecto.
¿Continuará?. Señores hagan ustedes sus apuestas, y tómense 20 minutos de su preciado tiempo para disfrutar del episodio de el balón catastrófico*, porque parece que en realidad existe.
* https://www.youtube.com/watch?v=UombjzdpcO0 aqua pueden verlo.
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Una historia de verdaderos héroes.
Non-FictionY esta es nuestra historia, las cicatrices ya no duelen, permanecen cerradas, recordándonos el lugar de donde venimos, recordándonos que somos indestructibles, que nuestra historia es interminable.