CAPÍTULO 18: ¿SORPRENDIDO?

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¿Sorprendido?

Aburrido con cada minuto que transcurría esperándola, Reece Wood se lamentaba cada vez más por haber elegido a Amy como pareja para aquella noche. Podría estar en ese preciso instante divirtiéndose con alguien más pero, en su lugar, estaba afuera de su casa, cruzado de brazos y refunfuñando por tener que perder el tiempo con ella. Ya iban a ser casi diez minutos desde que, junto a Jackson, habían llegado a aquella casa para esperar a que las hermanas Donovan salieran.

Era peor aún que había hecho de todo por alejarse de ella y evitarla a toda cosa. Después de aquella vez que la dejó abandonada en una fiesta, donde luego la encontró con Hunter, había decidido que lo mejor sería simplemente terminar con aquella relación irreal.

Era tan extraño...

Una parte de él ardía cada vez que tenía a Amy solo para él, completa y a su libre disposición. Su pecho quemaba con cada beso que ella le daba, tan dulce y ardiente que hacía a corazón palpitar descontrolado, atado a cada caricia que ella le daba con toda lo inocencia que era ella. Y también estaba esa otra parte que hacía querer salir corriente al verse cada vez tan pendiente y sumido a Amy. Ella era una chica demasiado buena para él y Reece simplemente no podía prometerle amor eterno a una chica por quien solo sentía atracción física. Si Jackson había sido muy inteligente como para alejarse de Ariel y disfrutarla todo lo que pudo antes de elegir a una muchacha mucho más ardiente, ¿Por qué tenía que ser Reece Wood el idiota que tuviera que quedarse de cuidador de una niña que apenas conocía de la vida? Claro que no, en tal caso prefería salir con alguien diferente.

Una punzada de remordimiento atravesó su pecho al pensar que podría perderla para siempre si le rompía el corazón de aquella manera. Pero fue tan veloz que rápidamente ignoró apenas aquella idea. Tenía a Amy comiendo de su mano, es más, sabía que la tenía tan enamorada que incluso podría sacar provecho de ello.

―Demonios, ¿por qué se tardan tanto? ―Se quejó Jackson a su lado, recostado sobre su auto con una mueca de enfado en el rostro―. Puedo entenderlo de Peyton pero de Amy realmente me sorprende.

Reece soltó un largo bufido como respuesta.

―Yo solo quiero irme de aquí. Cualquier cosa es mejor que... esto.

―Pensé que estarías más emocionado por salir con... Jamie ―soltó en voz baja, en un susurro apenas audible.

No importaba cuán desesperado sonó aquello, Reece cerró la boca y evitó decir que por mucho que se moría por verla y volver a tener aquellos suaves labios solo para él, tenía que alejarse de Amy. Pero él estaba demasiado confiado y seguro de que lograría ignorarla lo suficiente como para poder divertirse con otras chicas más.

Reece giró el rostro y esperó impaciente a que ella saliera con su bendita hermana. ¿Por qué se tardaba tanto? Quería llegar a la fiesta de una vez y cazar una que otra comidilla. Quería ver a su nueva presa y a la que sería la afortunada de la noche. Era irónico que le hubiese dicho a Amy que deseaba pasar la noche entera con ella cuando realmente se escaparía a la primera oportunidad. Porque, demonios, no podía mantenerse cerca a la castaña cuando había alcohol de por medio, cuando ella estaba siempre dispuesta a sonreírle y a hacerlo sentir en las nubes como la buena amiga que era. Perdería los sentidos y entonces querría tenerla para sí el resto de la velada. Un par de rostros bonitos le impedirían hacer una estupidez.

―Al menos Peyton no está nada mal ―fue lo único que mencinó Ross. Jackson sonrió de lado y, orgulloso, alzó el mentón ligeramente hacia él―. Esta vez elegí bien.

¿Esta vez elegí bien? ¿Qué demonios quería decir con eso?

No supo conscientemente por qué aquella pregunta sarcástica lo enfadó tanto pero, como fuera, tuvo que tragarse su orgullo para no decir nada que terminara en una pelea sinsentido

Su dulce debilidad ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora