CAPÍTULO 3: EL JUEGO EMPIEZA

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Jackson Ross: Mejor amigo de Reece.

Drake Donovan: Hermano/ Mellizo de Amy.

Treasure — Bruno Mars

El juego empieza

Tener la mirada furiosa de Drake Donovan encima no era nada agradable. Reece Wood incluso empezaba a sentirse extraño, demasiado incómodo y desconcentrado a medida que el tiempo transcurría y su no—tan—amigo Drake no dejaba de observarlo. Lo cual, por tercera vez en el día, le recordó que debía empezar a saldar su cuenta y ayudar a la infortunada, y penosa, Amy.

Pero de solo recordar que debía pasar quizá toda la tarde entera con alguien que significaba el aburrimiento en persona hacía que algo en su interior se retorciera en desacuerdo. Prefería mantenerse allí, conversando con una amiga y poner en práctica lo que tan bien sabía hacer. O al menos eso pretendía hacer cuando algo útil cruzó por su mente. La solución a sus problemas cruzó las amplias puertas del comedor, su aspecto de autosuficiencia y arrogancia desprendiéndose de Jackson Ross en cada paso que daba, las manos escondidas en los bolsillos y la mirada oscura paseándose por todo el lugar.

Entonces una sonrisa cruzó sus labios, sabiéndose ganador al pensar en darle su trabajo a otro. Reece realmente tenía un plan cuando horas más tarde, después de haberse asegurado que absolutamente nadie los veía juntos, se acercó a Amy casi a escondidas, como si estuviese haciendo algo prohibido mientras miraba a su alrededor.

—Amy... —farfulló detrás suyo, una mano en el hombro de la muchacha que buscaba algo en su casillero con tanta concentración que no lo vio venir cuando la sorprendió detrás.

Fingió una sonrisa agradable cuando ella, algo despeinada y con los ojos vacíos, apagados, la miraron. No era él alguien observador, en lo absoluto, pero tampoco era tan tonto como para no notar que sus ojos, enrojecidos, se mantenían abrumados de la agonía. Se veía tan derrotada que por primera vez se preguntó qué tan mal podría estarla pasando ella como para que el mismo Drake le pidiera ayuda a alguien como él.

—Reece, ¿qué sucede? —cuestionó en un hilo de voz.

—Eso debería preguntar yo, ¿estás bien?

Sus manos se alzaron como reflejo hacia la mejilla sonrojada de la joven, inspeccionando con interés el rostro pungido de Amy que denotaba tristeza.

—Lo estoy, siempre —recalcó Donovan con firmeza antes de retroceder hasta huir del contacto de Wood.

Soltó una risa burlona, repitiéndose que no debería preocuparse siquiera cuando todo lo que ella haría sería despreciarlo. Porque no, Reece era demasiado orgulloso como para permitirse rebajarse a cualquier nivel que no le otorgara utilidad absoluta. Y recordándose internamente que la buscó precisamente para acabar con el recado de Drake para así poder ser libre, nuevamente, empezó con ello que alguna vez le sería una tortura.

—Tengo un plan en mente que te ayudará a ser alguien grande —empezó a decir mientras rodeaba el hombro de Amy y la empujaba ligeramente por el pasillo para dejarla precisamente en la boca del lobo—. Y ya que tu tonto hermanito me contó que sueles estar metida en peleas... —narró emocionado por su precioso plan. Ella sería su conejillo de indias del que podría sacarle provecho con los demás—. Pienso que la defensa personal es algo muy importante. Eso y a sentirte segura de ti misma, valorarte y esas mierdas psicológicas.

Un jadeo exasperado llegó a él al mismo tiempo en el que su vista se enfocaba sobre la silueta de un muchacho recostado sobre las barandas de las escaleras con impaciencia y aburrimiento. Fue entonces cuando, a la vez, sintió a la muchacha tensarse bajo su regazo cuando Jackson Ross empezaba a acercarse.

Su dulce debilidad ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora