Capítulo 11~ Difícil decisión.

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Emily se negaba rotundamente a hablar con Víctor. Algo le había afectado, y para él era imposible saber que podía ser. 

Van dort tomó la decisión de ir a caminar un poco. La noche se estaba acercando, pero sabía que nada podía pasarle, el lugar estaba lleno de paz. Poco después de salir de la casa de Emily, apenas habiendo caminado unas cuantas manzanas en sus ojos se dibujó la figura de Samantha jugando con otros niños en el parque, algunos despidiéndose ya porque estaba oscureciendo. Quizá ella sabía lo que había pasado con Emily, no estaba de más ir a preguntarle.

-¡Samantha!.- Exclamó Víctor con una sonrisa en el rostro.

La niña volteó al instante y levantó su manita para saludarlo. El joven se aproximó a ella y la saludó con cortesía.

La niña hizo lo mismo, tirando la pelota que traía en sus manos al suelo para darle la mano alegremente.

—¿Como se encuentra hoy señor Van Dort?.- dijo en tono juguetón, como si se encontrara en el papel teatral de un juego de niños.

—Muy bien pequeña Samantha.- El joven sonrío y guiñó el ojo siguiendo la corriente a su juego.

—¿Qué lo trae a buscarme hoy?.- Preguntó Samantha, ahora sí un poco más sería.

Víctor rodó la mirada, buscando las palabras correctas en lo más recóndito de su mente para formular la pregunta adecuada.

—Pues, hoy ví a Emily un poco preocupada. Quería saber si tú sabes porqué está de esa manera.- Preguntó curioso, mirando a la niña un poco más seguro de sí que en otras ocasiones, lo cual era todo un logro para el joven Van Dort.

—Hum.- La niña miró al cielo que se encontraba casi oscuro y tomó su barbilla, pensando en que podría ser.- La verdad no tengo ni idea. Pero podría preguntarle, ¡Seguro que me dirá y podremos ayudarla!.-

Víctor asintió con la cabeza, y así, se puso en marcha al lado de Samantha a casa de Emily.

En el transcurso del viaje Samantha no paró de hablar de lo bien que la había pasado esa semana. Era cierto que no se habían visto en días, quizá por eso estaba tan emocionada por contar sus aventuras. A fin de cuentas, aún era el alma de una niña.

Llegaron a la puerta y se apresuraron a abrirla, para después echar un grito llamando a Emily. Pero no recibieron respuesta alguna. Víctor llegó a suponer que seguía con ése extraño humor de un rato atrás, por lo que mejor se conducieron él y Samantha directamente a la habitación de Emily.

Tocaron la puerta. Una y otra vez, sin recibir respuesta nuevamente. Así que optaron por abrirla inmediatamente. Víctor se encontraba algo nervioso, quizá en su mente especulaba que quizá algo malo había pasado con Emily, pese a que realmente nada malo le podía pasar ahora.

Emily se encontraba en la ventana, mirando afuera con un rostro pensativo. Parecía extraño que ella no los hubiese escuchado, así que Víctor llegó a creer que la mujer los estaba ignorando.

Van Dort entró de lleno a la habitación y caminó a Emily para tocar su hombro y volverla a llamar, se sorprendió que ella diera un brinco en su lugar en señal de que, aunque suene redundante, fue sorprendida.

—¡Víctor!.- Exclamó.- No te escuché entrar.- Concluyó tapando su boca con un par de dedos, en señal de que se encontraba pensando.

El sol se había ocultado por fin. La apariencia de Emily y la de Samantha pasaron a ser la de un par de cadáveres de nuevo. Víctor las observó curioso por unos segundos, y llegó a notar como Emily se cubría ligeramente con el velo de su vestido. Estaba nerviosa, eso era evidente. 

Mas allá de la muerte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora