-¿Emily? ¿Ya estás lista?.- Víctor se postraba fuera de la habitación de Emily, había tocado con suavidad la puerta momentos antes y la estaba llamando. Portaba el atuendo que había elegido, más sus zapatos comunes, pero éstos habían sido pintados y boleados por él mismo momentos antes.
-¡Ya casi! ¡Estoy arreglando mi cabello aún!.- Exclamó Emily dentro de la habitación.
Víctor acomodó un poco su cabello. Lo había peinado hacia atrás, y se había puesto algo de fijador, pero su cabello era bastante rebelde por lo que le era difícil mantenerlo en la misma posición por mucho tiempo.
De pronto, escuchó como tocaban abajo en la puerta, por lo que puso marcha hacia el piso de abajo a abrirla.
Detrás de la puerta, se encontró con la pequeña Samanta, con un vestido blanco perla con corte de princesa y manga tres cuartos. Su cabello rizado portaba un tocado con una flor del mismo color del vestido, y unas cuantas perlas falsas.
-Que elegante te ves, Samanta.- Dijo Víctor, en forma de saludo a la jovencita.
-¡Tu también estás elegante! ¿Ya están listos? No quería llegar sola a la fiesta, por lo que preferí venir por ustedes antes.- Respondió la pequeña, entrando ligeramente a la casa, asomando su cabeza de un lado a otro, quizá buscando a Emily por ahí.
-Emily aún no está lista, pero ya casi termina.- Comunicó Víctor.
Samanta bufó ligeramente, quizá en forma de queja por la tardanza de Emily. Más, el retraso de la joven mujer no fue demasiado. Rápidamente, se escucharon los pasos de unas zapatillas bajar por las escaleras. Emily lucía con aquél vestido que había elegido momentos antes en la tienda del costurero. Había peinado su cabello, subiendo una parte de su semi rizado cabello en una bola de pelo, siendo sujetado por un broche del color azul de su vestido. Lucía radiante, casi perfecta. La noche aún no había caído por completo, por lo que aún aparentaba ser una mujer común y corriente, y si ésa noche no dejaba que la luz de la luna tocase su cuerpo podría seguir luciendo hermosa por mucho más tiempo.
Víctor, pudo apreciar la belleza de Emily al instante, aunque por un segundo ésa sonrisa con un poco de vergüenza y esa forma de caminar con aquél vestido le había resultado ligeramente familiar. La miró de pies a cabeza por mucho tiempo, tratando recordar de donde le sonaba todo aquello. Sin embargo, tuvo que dejar de hacerlo cuando Emily llegó al último escalón, ya que se apresuró a ayudarla a bajar ése mismo y a acompañarla a la puerta, ya que ésa noche, él sería su pareja y debía de ser todo un caballero.
Después de intercambiar halagos entre ellos, comenzaron el camino a el lugar dónde sería la fiesta; la enorme casa del señor Bijiola. En el camino, Víctor no paró ni un momento de apreciar la belleza femenina que tenía Emily. Y por parte la mujer, no dejó de pensar en lo atractivo que consideraba que se veía Víctor. Un hombre con traje podría verse elegante y atractivo, pero Víctor con traje, era perfecto en todo sentido.
Una vez llegados al lugar previsto, pudieron ver como la gente del pueblo entraba saludándose unos a otros, todos vestidos con trajes fantásticos que los hacían lucir excelentes. También se dieron cuenta de que todos se apresuraban a entrar, haciendo lo posible por no quedarse afuera. Emily y Samanta sabían perfectamente porqué. Nadie quería ser un cadáver andante luciendo tan bien, para todos, una fiesta era importante y bueno ¿Quien no tiene ése pensamiento de "ésta es mi noche" a veces?.
Al final, hasta el última alma entró a aquél viejo lugar, mientras que el sol se escondía lentamente entre la lejanía del horizonte. Las puertas de la gran mansión se cerraron detrás de Emily y Víctor, que fueron los últimos en llegar y en entrar respectivamente. Las cortinas estaban cerradas, por obvias razones, y todos estaban buscando un lugar entre tantas mesas que habían sido colocadas en el enorme salón del señor Bijiola.
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Mas allá de la muerte.
FanfictionAllá dónde acaba la vida, y donde empieza la nueva alegría, se encuentra ese otro mundo debajo de nuestros pies. Emily lleva apenas un año desde que abandonó ese lugar, ahora su cuerpo y su alma están en donde es verdaderamente el cielo. Víctor, po...