Miku, ¿cuál es tu secreto? [MIKUXLEN]

0.3: LADRONA

Luego de que los dos terminaran sus desayunos, se dispusieron a ordenar el desastre hecho por la chica en la habitación de Len.

Len se enteró de que la linda chica se llamaba Miku, a secas, y que provenía de algún raro lugar llamado Atlantis.

Se percató de que Miku a veces se enredaba con sus propios pies, y que miraba con atención y asombro algunos objetos. Como si nunca los hubiera visto.

-Tú te quedarás con mi habitación, yo dormiré en la sala...- avisó el rubio.

-M-Muchas gracias.- respondió la chica con una sonrisa de oreja a oreja y Len creyó derretirse- Lamento si soy una molestia para ti... Yo intentaré independizarme lo más rápido que pueda...

-No te preocupes, Miku-San. Puedes quedarte el tiempo que quieras.- dijo el rubio con una sonrisa ladeada.

Y ahí fue cuando el tiempo pareció detenerse, al menos para Len. Todo pasó tan lento, que creyó que fue una eternidad. Aunque hubiese deseado quedarse así para siempre. Miku extendió sus pequeños brazos y los enrolló con fuerza en el torso de Len, escondió su tierna cara en el latente pecho del rubio y se quedó ahí aspirado su olor.

Dándole las gracias silenciosamente pero de todo corazón.

Len pensó que su corazón se había vuelto loco, que en cualquier momento pararía de latir y dejaría de funcionar, aunque la idea de morir en los brazos de Miku no le molestaba en lo más mínimo.

*-*-*-*

Cuando Len terminaba de ordenar la casa y Miku miraba atentamente un programa de niños en la televisión, en la puerta principal sonaron unos golpesitos. Kaito.

¿Rayos, qué hago con Miku?, ¿los presento?.. .

Len corrió hacía la sala en donde se encontraba Miku, pero ya era bastante tarde. La torpe acuamarina ya estaba girando el pomo y dejando ver así al larguirucho chico.

—¿Qué onda Rubi...?— Kaito quedó con la palabra en la boca. Miraba acusatoria mente a la pequeña chica delante de él.

De un momento a otro, Kaito retiró sin nada de cuidado su bufanda del cuello y enrolló ágilmente a la pobre Miku atónita; de la sorpresa ni siquiera había emitido sonido alguno.

—¡DÓNDE TIENES SECUESTRADO A MI RUBIA!, INMUNDA LADRONA.— Len miraba, divertido, la escena parado en la cocina.

Kaito tomó a Miku entre sus brazos como quien agarra una cucharada y la dejó, amarrada aún con la bufanda, en el sofá.

—Juro...—Kaito se llevó una mano al cíen, para hacerlo más dramático— Juro que si algo le ha pasado a mí rubia, te las verás conmigo.— el chico comenzó a caminar en círculos por la sala, adoptando una pose pensativa.

—Sabía que esas clases anti-ladrones que tomé en línea servirían algún día.— exclamó con entusiasmo y superioridad.

Len intentó reprimir las carcajadas, pero era de lo más difícil. Terminó doblándose de la risa.

Kaito confundido lo miraba desde la sala, por otra parte, Miku, aún atada en el sofá, con unas pequeñas lágrimas en los ojos.

—¿Q-Qué crees que estás haciendo con la pobre chica, idiota?— murmuró Len apenas, contraído totalmente de la risa.

—¿Qué crees?, Pues salvándote el culo. Como siempre. ¡Estaba apunto de secuestrarte en tu propio sótano!. Deberías estar agradeciéndome de rodillas...— exclamó el peli azul con aires de superioridad.

Len soltó un sonoro suspiro, totalmente divertido. Le dolía la pansa de tanta risa. Se encaminó hacia el sofá y soltó a Miku, quien corrió a esconderse a espaldas del rubio.

—Kaito, te presento a Miku.— dijo el rubio mostrando a la chica— Miku, te presento a Kaito, mi mejor amigo.— dijo dirigiéndose a el peli azul esta vez.

Kaito miraba con los ojos entrecerrados a Miku, la chica seguía aferrada a la espalda del rubio.

—Él es totalmente mío. ¿Oíste, ladrona?— aseguró el largirucho, apuntando a la acuamarina acusatoria mente.

Miku asintió totalmente cohibida.

El comienzo de una amistad de tres...

*-*-*

N/A: Lamento mucho el atraso!):

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—Conny

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