Capítulo 4

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Nos dimos la vuelta y sin abrir la boca, entramos en el ascensor de cristal, esta vez no fuimos al mismo lugar. Iba a hacer un sermón, pero me callé la boca.
Pasamos por diferentes salas: un biblioteca, una piscina, un spa, una habitación vacía, ¡pasamos por 6 lavabos!... Hasta que reconocí una estancia, la de Bea, el ascensor paró aquí. Salimos del ascensor Bea y yo y nos fuimos hacía su habitación, los chicos siguieron, una vez allí, me senté en una silla de color lila forrada de pósters de grupos de rock. Bea se acercó a su cama de matrimonio, se colocó en la parte izquierda y empujó con esfuerzo, intentando mover la gigantesca cama. No pudo.
-¿Te ayudó?- le pregunté intentando no reír
-No podrás, no puede ni mi hermano- contestó con un tono triste.
Me levanté de esa silla, sin esfuerzo alguno, y me dirigí hacia allí. Empujé sin tan solo hacer esfuerzo y la cama chirrió con un agudo sonido y la cama se movió. En el suelo había una trampilla.

Sin pronunciar ni una palabra abrí la trampilla, estaba todo oscuro. Bea se acercó a mí y pasó la mano por el agujero oscuro como la noche y de repente se iluminó la estancia. Bea bajo por la escalera con mucha habilidad, sin pensarlo ni un momento baje por la escalera. Bajé. La estancia estaba forrada de posters, la habitación era pequeña comparada con la suya pero, la cama sin hacer, ese puf, todos esos instrumentos, todas las revistas y los CD, hacían de la estancia muy acogedora.

-Está es tu habitación- dijo Bea abriendo los brazos y agitando las manos.
-Es preciosa, ¿tu padre lo sabe?- dije arqueando las cejas, tal como mi madre lo hacía.
-Haber, sabe lo de la habitación, pero en realidad no era así, la he tuneado- respondió con mucha vergüenza- Mira era así-
Se acercó a un armario situado en la derecha y sacó una fotografía. Era una habitación totalmente rosa, paredes rosa, armarios rosas, el suelo rosa, la cama rosa...

-Parece que un unicornio rosa haya vomitado en la habitación- dije con tono teatral intentando hacerla reír.

En ese momento sonó una campana, era mi móvil.

Mama:

¿Ya has llegado?

Mama:

¿Por que no me llamas?

Foto: Segunda habitación de Bea

Alemania, una historia de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora