Capítulo 12.

1.2K 241 157
                                    

Era un viernes soleado.

Al menos eso decía el cielo y la página en línea del clima. También decía que se mantendrían de la misma manera para el fin de semana.

Un fin de semana donde Mikaela no tenía planes. Sus padres estaban llenos de trabajo y no paraban de hacer horas extras, parecía que el dinero nunca alcanzaría. Pero al menos siempre se esforzaban por darle lo mejor a sus hijos, aunque ni siquiera llevaran su misma sangre y era eso lo que les importaba.

Ah, no era así. Ahora que lo recordaba, Krul lo había invitado cenar. ¿Era el viernes o el sábado? No pudo prestar atención gracias a aquella sombra que se asomó en la biblioteca, y él olvidó pedirle a la pelirrosa que repitiera.

Krul había aparecido nuevamente en la escuela y eso lo hacía sentir, de alguna manera, más satisfecho con su vida.
La joven se había ido de viaje con su familia como por dos semanas, ya que era la boda de su tía y aprovecharon la ocasión para estar varios días más.

¿Hace cuánto la conocía? Probablemente hace un año. La chica era extremadamente madura para su edad, lo cual era una herramienta para establecer una amistad con alguien tan serio como Mikaela. Tenían una relación sana pero a la vez, distante. Conocían a sus padres, muchas veces se invitaban a la casa pero la frialdad de ambos les exigía un límite de confianza.

Mika miró su reloj de mano. Yuu no había aparecido en el tiempo libre que dan a la entrada, lo cual le extrañaba. El único que se había hecho presente fue el señor Ichinose, quien con cortas y directas palabras lo había invitado al parque de atracciones.

No diría que Guren le agradaba, como tampoco diría que no. Yuu conoció la familia del rubio y sabían cómo eran, ahora sería el turno de Mika de averiguar cómo trataban en esa familia. Sólo diría que el padre le pareció algo escéptico, alguien que no era tímido sino que no le gustaba socializar. Pero más no había dicho como para poder juzgarlo.

Repentinamente escuchó un estruendo, provocado por libros que caían al suelo y volteó para saber de qué o quién se trataba.

Y pudo divisar a Yuuichirou ubicando los libros en su lugar correspondiente, notando sus nerviosas y apuradas acciones.

—¿Yuu-chan...?

¿En qué momento había entrado?

—¡No es nada, Mika! Yo lo arreglo todo.

—¿Te estabas escondiendo?—el rubio rió, sin percatarse de cómo se estremeció el azabache—. En serio, ¿qué hacías allí?

—Buscaba un libro de matemática.

—Pero ese es el estante de historia, Yuu-chan.

Nuevamente, Mikaela lo hacía parecer un estúpido. Y, por favor, ya estaba suficiente estúpido tratando de esconder su angustia.

—Ah...—suspiró—. Hoy no es mi día.

Una vez que los libros quedaron en su lugar correspondiente, Yuuichirou se dirigió a la puerta de la biblioteca.
Algo que, no le gustó a Mikaela en absoluto.

—¿Por qué te vas, Yuu-chan?

—No tengo hambre—mintió—. Debo ir al comedor para terminar un trabajo grupal.

—¿Nada más?

—Ah,—volteó a verlo—. Mi padre se olvidó de decir que pasaremos a las nueve por ti y tus hermanas.

El blondo enarcó una ceja.

—Yuu-chan, al menos siéntate y ayúdame con ésto.

—¿Hm?

Piernas de amor.【Mikayuu】#ConcursoMejorFanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora