Capítulo 14.

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Todo se sentía extraño.

Repentinamente el día, la gente, los pájaros que volaban, los juegos que funcioban; se sentían distintos, incluyendo sus propias respiraciones.

¿Acaso se gustaban? ¿Acaso eran correspondidos? ¿Qué debían hacer?

Bueno, en la mente de Yuu se veía todo mil veces más confuso, pero en la de Mika todo era más nítido. Sus padres desde pequeño le habían enseñado a no complicarse con determinados temas.

Ahora como les quedaba poco tiempo sólo podían ir a dos juegos más: la montaña rusa del terror y la rueda de la fortuna.

Mika sin una pizca de vergüenza pidió sentarse con Yuuichirou en los últimos vagones dejando a sus hermanas delante, en el primer vagón. Comenzaron a moverse lentamente mientras iban cogiendo velocidad.

—Mika, ¿ésto no te da miedo?—preguntó el azabache en un intento de hablar con la normalidad de antes.

—No, Yuu-chan. Ni siquiera apagaron las luces—le sonrió—. ¿Tú sí?

Negó con la cabeza. Sí, tenía miedo pero no al juego en el que formaba parte. Sino por lo que Mikaela podría hacer en la obscuridad, le daba pavor pasar tiempo a solas.

Los reflectores principales se apagaron, dejando que los iluminaran luces tenues. Aprovechando ese momento en donde nadie los veía por estar en los últimos asientos, el rubio se acercó mucho más a Yuu. Éste, quien miraba a su derecha algo perdido giró su cabeza para hacer contacto con los zafiros, los cuales estaban más cerca que de costumbre.

Una mano pálida se deslizó por debajo de la mandíbula del ojiverde para con el índice alzar la cabeza. Los corazones se encontraban palpitantes como si en cualquier momento podrían salir de su pecho hasta que llegaron a un punto donde la respiración del contrario chocaba contra sus labios, dando un efecto tortuoso y atrayendo a la tentación.

Mikaela fue el primero en perder la cordura; el esperado choque de labios lo demostró. Yuu al principio ensanchó los ojos ante la irónica sorpresa, pero cuando cerró los párpados no dudó en corresponderle. Ambos se vieron envueltos en un lento y apasionado beso donde los labios eran los únicos que se tocaban, puesto que las manos estaban sujetas firmementes al seguro de sus asientos.

Las dos personas que siempre fueron criticadas decidieron que, por una vez en la vida, las críticas no les importaban. Sólo les importaba demostrar esos sentimientos que siempre la sociedad les obligaba a amortiguar, esos sentimientos que sólo ellos lo podían descubrir pero que sus familiares no. Era un beso que demostraba lo que nunca se atrevieron a dejar en claro, donde el delicado movimiento de los labios decía lo que no podrían decir en voz alta por pavor a que alguien los escuchara.

Se separaron en medio de un suspiro y Mikaela sonrió sobre sus labios.

—Me gustas, Yuu-chan.

El nombrado tragó con dificultad ante tal declaración; pero no apartó la mirada. De alguna manera el contacto visual hacía ver todo más real.

—Pero...

—Mis padres siempre me dijeron que la homosexualidad no era una postura, sino un hecho—comentó con seriedad—. Si a mí me gustaba un hombre, tenía que aceptarlo y luchar por él. No debía darle vueltas al asunto, tampoco pensarlo demasiado. No podía estar en contra de lo que me pasaba, pero tampoco puedo estar a favor. Si estar con alguien me hace feliz, debería estar con esa persona en cuanto me corresponda, ¿no?

¿Mikaela estaba diciendo la verdad? ¿No era un sueño? Era imposible mostrarse lúcido ante un momento tan repentino como aquel. Además, tener una pareja significaba mucho. ¿Podía él con eso? ¿O sólo dejaría el asunto como un amorío que nunca logró cumplirse?

Piernas de amor.【Mikayuu】#ConcursoMejorFanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora