Capítulo 2.

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¿Y si lo buscaba en la biblioteca a la hora del almuerzo?

Sabía que Mikaela quería decirle algo pero él, gracias a sus nervios e incomodidad, había salido corriendo fingiendo que estaba apurado por llegar tarde a clase.

Estaba claro que nadie pasaría la hora del almuerzo en la biblioteca, al menos no en su escuela, pero como nunca lo veía por los pasillos quizá se encontraba allí.

Además él era tan atípico que pasaba sus mañanas en la escuela, quizás también la noche. Con ese chico nunca se sabía y parecía no tener un propósito en la vida.

Así que, ahí estaba; comiendo apresurado mirando el reloj a cada segundo.

—Onii-chan ¿Qué te sucede?—preguntó la mayor pellizcándolo con uno de sus palillos.

—¡Auch!—se alejó rápidamente—. Solo quiero ir a la biblioteca apenas termine.

—Estás muy raro... sabes que puedes decirme lo que sea ¿no?

—Qué pesada eres—rodó los ojos—. Sabes que lo haría.

Akane seguía mirándolo inquisitivamente, esperado que dijera algo, pero su hermano ya estaba guardando las cosas en su mochila, listo para irse.

Caminó por los pasillos, cargando su mochila de un lado al igual que la mayoría de los alumnos. Cruzó muchas chicas de falda gris y chicos de pantalón del mismo color, pero todos tenían en común las camisas blancas, la corbata y zapatos negros.

Suspiró con pesadez. Había muchos rostros que creyó nunca antes haberlos vistos pero sabía con certeza que siempre estaban allí. Si nunca se percataba de toda la gente que lo rodeaba ¿cómo le sería posible encontrar a un chico que solo conocía por su cabello?

Llegó a la puerta color caoba, la cual pertenecía a la biblioteca de la escuela y no dudó un segundo en abrir.

A primera vista, estaba vacía. No se encontraba ni la bibliotecaria, por lo que le sorprendió que se encuentre abierta.

Recorrió un par de mesas de estudio, muebles los cuales estaban llenos de textos escolares y dio por fin con la ventana en la que se encontraba el chico.

Y ahí estaba él, solo, con su mirada perdida como si estuviera soñando despierto. Aquello le intrigaba cada vez más, un alumno que se perdía la hora del almuerzo, para el de ojos esmeraldas era una picardía.

Se sentó al lado de él en las sillas color madera y el rubio al percatarse de tal presencia se sobresaltó.

—¿Qué hacías?—le preguntó Yuu como si ya tuvieran confianza.

A Mikaela normalmente le molestaría aquel acto y le diría que se vaya, pero sentía como si esta vez fuera distinto, a lo que le sonrió incómodo.

—Intentaba estudiar—evitó su mirada, preso de la intimidad que le habían robado.

—Se nota...—soltó con sarcasmo.

—¿Cómo te llamas?—preguntó Mika y se sorprendió a él mismo tratando de entablar una conversación.

—Yuuichirou Ichinose—le sonrió con simpatía—. ¿Qué edad tienes?

—Dieciséis—respondió y al ver que estaban tan cerca, se maldijo por tener la incapacidad que le prohibía alejarse.

—¡Yo igual! ¿En qué mes cumples?

—En Mayo...—murmuró con timidez, aún le costaba socializar.

—Yo en Octubre, al parecer eres mayor que yo...—dirigió su mirada a los libros de la mesa—. ¿Eh? ¿Acaso no estabas estudiando?

Rio al ver cómo el rostro de Mika se tornaba rojo de la vergüenza, para él era embarazoso que supieran que era un aficionado por la lectura, aunque en su escuela nunca había recibido un acto de discriminación por tal cosa.

—Bueno es que... me aburrí.

—¿Huh? Yo cuando me aburro hago carreras con mi hermana aunque es imposible ganarle, ella es muy atlética y pertenece al club de atletismo.

En otra época, aquellas palabras serían como disparos al corazón pero ahora que ya lo superaba, solo se limitó a lanzarse maldiciones en silencio.

—¿En serio? Debe ser genial—comentó con una sonrisa simpática.

—Bueno, si eres ella sí pero para mí no lo es. ¿Y tú...?

—¡Yuu-san!—la interrumpió su amiga, Shinoa, desde la puerta—.Ven, se nos hace tarde para la clase de vóley.

Estúpida uva. Siempre interrumpiendo mis planes.

—Ya lo sé—rodó los ojos—. Debo irme, nos vemos pronto—saludó con una mano y Mika en respuesta le sonrió, cuando en realidad era una sonrisa triste para sí mismo.

—Qué suertudos—comentó una vez solo y volvió a mirar por la ventana, para perderse en sus fantasías las cuales tenía la esperanza de que algún día se hagan realidad.

—¿Otra vez solo?—irrumpió alguien y se sentó a su lado. Era Lacus, uno de los pocos que podía considerar amigo ya que sabía su condición actual y nunca lo había abandonado.

—Algo así...

—No trates de ocultarme cosas—el peli-morado se cruzó de brazos—. He visto que hablabas con un chico, ¿quién es?

—Yuuichirou Ichinose—dijo como si se tratara del nombre de un Dios. Raramente, recordó el nombre completo como si fuera el himno de su país.

—Es muy raro que estés socializando—lo codeó y le dedicó una sonrisa ladeada—. Eso es bueno, supongo que progresas.

Y esa era la verdad. Su mente estaba dispuesta a progresar pero su cuerpo quedaría estancado y no podría regresar a la manera que antes lo fue.

—¿Me consigues este libro?—preguntó mostrando la portada en su laptop.

—¿Vóley, eh? Al parecer tus gustos cambiaron.

—Sólo es para cambiar un poco.

Su amigo despareció entre los estantes y dejó a Mikaela sumido en sus pensamientos.

Era difícil encontrar libros de literatura que no estén relacionados con la escuela, pero pocas veces tenía suerte y los encontraba.

Lacus era el que buscaba sin parar e incluso iba hasta otras librerías para comprarle un libro porque era difícil que eligiera uno por su cuenta, ya que la mayoría los leía porque estaban en la escuela o se los recomendaban.

—¡Lo encontré!—apareció de nuevo su amigo, usando el libro como abanico—. A que soy el mejor amigo del mundo ¿no?

Mika rodó los ojos.

—Sí, lo eres. Ahora dámelo ya.

—Exacto—el peli-morado le tendió el libro—. Si me reemplazas por ese Yuuichirou, no dudaré en patearte en las pelotas.

Mikaela volvió a rodar los ojos y tomó el libro.

Lacus saludó con la mano y se fue. Cualquiera pensaría que ya se iba a su casa a descansar después de una larga jornada de estudio, pero en realidad iba a buscar algún pasatiempo para su amigo.

Siempre estaba deprimido en sus adentros por no poder sentir la adrenalina que tanto quería, que tanto creía que le podían dar un par de piernas. Aunque quizá esté equivocado, estaba dispuesto a buscar algo para que pueda sentirlo.

Mientras tanto, el rubio se quedó leyendo aquel libro esperando a que sus hermanas lo fueran a buscar para irse juntos a casa.

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■Ya decidí los ships secundarios y advierto que serán muy raros (creo que me tomo en serio eso de hacer la historia original xd)

Las conversaciones son como re forzadas pero quiero que sean así. Hasta a mí me da bronca de lo lento que son los dos

En serio no sé qué tengo con las piernas ._. ■

Piernas de amor.【Mikayuu】#ConcursoMejorFanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora