Capítulo 5.

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Yuu caminaba entre los estantes de la biblioteca. No entendía qué hacía ahí; bueno, sí comprendía pero prefería no pensar en ello.

Él se autodenominaba como masoquista. A la gente le gustaba el dolor, siempre atraía lo que era perjudicial para ellos. Las drogas, los cigarros, el alcohol... pero para Yuuchirou era el amor.

Se ilusionaba con facilidad, lo entregaba todo para terminar llorando solo en su habitación, dejaba que esa persona consumiera todo su cuerpo hasta destruir todo de él.

Recordó vagamente el texto que le dedicó su amiga Mitsuba, en la clase de literatura. "Hagan un poema y dedíquenlo a alguien de la clase".
La rubia se basó en él, porque le conmovía y muchas veces se sentía identificada.

《Él lo daba todo,
para no recibir nada.
No era divertido recibir risas
para después dar varias lágrimas》

Sin embargo, sólo recordaba ese fragmento. El resto se lo había llevado el viento.

Pero claro, nunca dijo de quién se trataba. Muchos pensaron que era Yoichi, ya que era su amigo y siempre se veía vulnerable, pero pocos eran los que conocían en profundidad a Yuu.

Aunque sabían con quién estuvo y que no habían terminado en buenas condiciones.

Tomó otro libro del estante, dejando un hueco en éste, y comenzó a hojearlo. No encontraba nada que le llamara la atención.

Sin embargo, se equivocaba. En el hueco donde debía estar el libro que tenía en manos, había una cabellera rubia.

No de esa clase rubio como el sol, sino del rubio platinado, casi como la nieve en un soleado día de invierno.
Ese color era el que tanto le llamaba la atención, y estaba seguro de que era de la persona que tanto añoraba.

Posó su esmeralda en el hueco del estante para observar a esos mechones dorados.

—Sí, es Mika...—se sobresaltó al ver que el cabello desapareció—. ¿Qué? ¿Y si viene para acá?

Abrió el libro en una página al azar y se dispuso a leerlo. Allí, de pie, aunque no había tanta luz, sus ojos se concentraban en las letras impresas.

—"Y lo sentí dentro de mí mientras..." ¿¡EH!? ¿¡Qué estoy leyendo!?

Entró en pánico. Ya ni siquiera quería que Mikaela lo vea allí.

Miró a su alrededor y pudo visualizar a aquel chico. Con un libro las manos, ropa de civil y una silla de ruedas.

Ésto último lo desconcertó, a la vez que lo llenaba de curiosidad. Siempre que lo veía en la biblioteca estaba sentado, nunca lo había visto ponerse de pie ¿sería qué...?

—¿En verdad Mika no puede caminar?—el chico seguía concentrado en su libro—. ¿Y quién es esa chica que anda con él?

Ahora sus esmeraldas se posaban en aquella chica. El mismo color de cabello, piel pálida, cuerpo esbelto e incluso el mismo tono de azul en sus ojos. Con ese parecido, asumió que se trataba de un familiar, posiblemente de su hermana.

—Eso podría explicar muchas cosas...

Cambió de página y en ese momento se escuchó una voz cerca de él.

—¿Qué estás haciendo aquí?—preguntó el rubio frente a él.

Apenas lo vio, lo primero que hizo fue ir a hablarle. Quizás si notaba su estado actual, dejaría de acercarse a él.

Yuu trataba de que el libro no se cayera de sus manos. Ese chico de seguro conocía cada libro de memoria, y seguro también sabía lo que estaba leyendo.

—¿50 Sombras de Grey?—rió—. No pensé que te gustaban esa clase de libros.

Aunque no le gustaban y ni siquiera los leía, su rostro enrojeció de vergüenza.

—No me gustan esta clase de libros solo...estaba recorriendo un poco para ver de qué trataba.

Era mejor esa excusa antes de confesar que fingía leer un libro.

—Pero estás en la zona de erotismo, Yuu-chan.

El rubor de su rostro enrojeció aún más. Sí, estaba avergonzado, pero creía que la palabra que Mika había dicho al final fue la culpable. En verdad a partir de ese entonces lo llamaría de esa manera, en verdad no era tan frío como los demás esperaban.

Pero como si se tratara de un ángel, la chica de cuerpo esbelto se acercó a ellos para interrumpir la conversación.
Y esa palabra le quedaba a la perfección, porque la belleza de ambos hermanos era sobrenatural.

—¿Eres amigo de Mika-nii?—le sonrió a Yuu a la vez que descansaba las manos en la silla de su hermano.

—Eh...sí—desvió la mirada. Aún no lo conocía lo suficiente para considerarlo un amigo, pero sabía que una especie de atracción amistosa había entre ambos.

—No te conocía ¡Un gusto! Soy Horn, su hermana—le tendió una mano que Yuu estrechó sin vacilar.

—Igualmente, soy Yuuichirou Ichinose.

—¿Ichinose...?—enarcó una ceja rubia—. ¿Entonces conoces a Akane?

—Sí, es mi hermana—asintió repetitivamente.

—¡Eso es genial! Somos del mismo curso, podrían venir un día a cenar.

—No te precipites, Horn...—su hermano quería que lo tragara la tierra. No era buena idea traerla a la librería Yamashita, ya hacía planes sin siquiera consultarle.

—Si está bien para ustedes...—Yuuichirou ni siquiera podía mirarla a los ojos, ya se arrepentía de ir allí para acosar a alguien.

—¿Eh? ¡Claro que lo está! Deberíamos hablarlo con ella.

A Mikaela le sorprendía cómo su hermana se tomaba su situación tan a la ligera. Se repetía que si ese rumor era cierto, no habría nada de qué preocuparse pero, si era falso, no tendría ni idea qué hacer.

No quería que su reputación bajara más. Ni siquiera su autoestima, ya bastaba con su discapacidad para sentirse fuera de lugar.

—Yo...creo que ella estará de acuerdo—sonrió forzosamente. No quería acceder a la invitación, no quería meterse en su vida tan rápido, no quería forzarlo a establecer un lazo.

Él siempre lograba ganarse la confianza poco a poco, a su manera. Por esa misma razón no le gustaban las relaciones espontáneas, y ahora que tenía una, no sabía cómo desarrollarla.

Horn estaba a punto de abrir la boca pero el azabache murmuró unas disculpas, acompañado de un rostro ruborizado, y se fue sin siquiera decir adiós.

Aunque se decía que era el karma por ser tan entrometido.

Y ahora su hermana estaba involucrada, lo que también podía involucrar a sus padres. Y si eso pasaba...

Lo descubrirían.

Algo que no podía permitirlo.

Piernas de amor.【Mikayuu】#ConcursoMejorFanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora