Uno

2.9K 139 31
                                    

Jueves 15 de septiembre.

LAUREN

Corría a toda velocidad por el bosque, era tan agradable sentir el viento en mi cuerpo, me inundaba de energía. Guiada por mi olfato alcance a la presa, un pequeño ciervo serviría para saciar mi hambre. Podía escuchar los latidos de su corazón acelerado cuando mis fauces se cerraron en torno a su cuello, y podía sentir la sangre caliente en mi hocico y el latido acelerado de su corazón que poco a poco se extinguía.

El deseo de alimentarme ahí mismo era enorme.

Pero no era correcto.

Ni si quiera debía matar al ciervo, no debía. Contralarme cuando era una loba era difícil. Luchaba contra la naturaleza del lobo, era difícil mantener el control. Deje al ciervo el suelo mientras observaba la sangre correr. Sigiloso como una sombra vi a mi padre salir del bosque, estaba segura que llevaba algún tiempo observándome. Gruño en desaprobación al ver lo que había hecho.

Él era el líder de la manada, Mike y mi madre Clara, era la segunda a su lado.

El pelaje de mi padre era negro y blanco igual que el de mi madre.

Tomé el cuerpo del pequeño ciervo y los seguí, el cielo empezaba a aclararse anunciando el fin de la noche y la llegada de mi cuerpo humano. Corrimos hasta llegar a casa, entre al granero y dejé a la presa ahí.

Me dirigí al apartado del granero donde tenía una manta para cubrirme después de la transformación. Estaba cerca lo podía sentir en mis entrañas. Una pequeña convulsión invadió mi cuerpo lo que significaba que estaba a punto de mutar, me preparé mentalmente para el dolor que venía a continuación. El sufrimiento era inefable, sentía toda mi forma ósea cambiar, mis músculos, mis manos, el pelaje desaparecía y podía sentir el aire frio que dejaba de ser agradable cuando era humana. Al pasar de los años había dejado de gritar del dolor con cada transformación, pero era imposible acostumbrarse a esa agonía.

Flexione mi mano derecha, cinco dedos tornándose color rosa por el frio.

-Lauren- Mi padre interrumpió mis pensamientos. Y había en su tono un grado de molestia.

Envolví mi cuerpo con la manta y salí.

-Tienes que aprender a controlarte cuando te conviertes. Es difícil, pero tienes que mantener el raciocinio cuando eres loba. ¿entiendes? – mi padre me regañaba por mis acciones durante la noche. No cazábamos a menos que sea necesario y cuando lo hacíamos eran ciervos grandes. No cervatillos jóvenes, como yo lo había hecho.

-Lo sé. –Respondí un tanto fastidiada.

- No consumimos la carne cruda porque no somos animales. Recuérdalo. - Nos estaba prohibido a toda la manada comer la carne cruda. Cazábamos y dejábamos a nuestra presa en el granero, y esperábamos regresar pacientemente a nuestra forma humana.

-Mañana es luna llena-continuo- y es más difícil mantener el control, estoy consciente de ello. No quiero que te alejes de la manada-dijo con énfasis.

Asentí con la cabeza algo molesta y me dirigí a mi habitación.

Mi hermano Chris y yo siempre tuvimos dificultades para controlarnos una vez convertidos, mi padre decía que con el paso del tiempo aprenderíamos y en efecto así era. Pero tenía que admitir que para mí era siempre difícil, Chris en cambio parecía controlarse más.

Entre a la casa y se sentía bien sentir la calidez de la misma. Yo solo estaba cubierta por una manta.

Taylor estaba en la cocina preparando el desayuno. Ella había tenido la fortuna o desgracia según como se mire, de no nacer defectuosa como nosotros. Estábamos malditos desde hacía siglos, desde hacía cientos de generaciones.

Sangre MalditaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora