Ocho

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Sábado 22 de octubre, Cuarto Menguante

CAMILA

- ¿Qué tal si lo hacemos en tu casa? ¿No has dicho que vivías en una granja Taylor?, eso puede ayudarnos en la tarea del señor Thompson.

Ella se mostraba indecisa y yo no engañaba a nadie, lo que quería era ver a su hermana, cada mañana cuando iba a dejarla yo la observaba desde lejos. Cosa que no le había dicho a nadie, no quería parecer una acosadora.

- ¿Por qué no lo hacemos en tu casa? -Respondió ella.

- Porque... -no se me ocurría ninguna mentira creíble. Piensa, piensa.

-Taylor, no comprendes que Camila lo que quiere es ver a tu hermana.

- ¡Dinah!

-Acéptalo Mila, esperas pacientemente cada mañana justo allá- señalo los árboles- para verla llegar cuando viene a dejar a Taylor.

- ¿Cómo sabes eso?

Taylor estallo en carcajadas y añadió

-Que acosadora resultaste Mila. Está bien llamaré a casa para decir que llegaré acompañada.

-Yo traje mi auto hoy-Añadió con alegría Dinah. - Así que dile a tu hermana que no venga por nosotras. Yo las llevaré.

-

El camino a casa de Taylor en el automóvil de Dinah fue una agonía, una tortura que me hizo creer que no iba a llegar viva para lograr conocer a la hermana de Taylor.

-Dinah ¿Cómo obtuviste tu licencia?

- ¿Licencia, de qué hablas?

-Para conducir...

-¡Ah eso! No tengo licencia. - dijo muy feliz.

-Por lo menos yo no regresaré con ella- dijo Taylor- y no pienso subirme contigo al volante de nuevo.

-

Aburrida, la tarea del señor Thompson era aburrida. ¿Dónde estaba la hermana de Taylor?

- ¿Cómo se llama tu hermana Taylor? -Dinah me leía el pensamiento o a mí se me notaba demasiado la desesperación.

-Su nombre es Lauren.

Lauren...

- ¿Y crees que le guste Camila? -continuo Dinah.

-No la conoce.

- ¿Pero le gustas las chicas?

-Bueno, yo se lo pregunte...

- ¿Y? – Añadí desesperada sin intentar disimularlo.

-Pues lo cierto es que no me contesto, no dijo que sí, pero tampoco lo negó.

-Típico de bolleras.

-Dinah, por favor. -Dije, aunque su respuesta me dio esperanza.

-

Sábado 22 de octubre, Cuarto Menguante

LAUREN

Un momento libre en el día me llenaba de felicidad, me alegraba no tener que encerrarme en el auto e ir por Taylor. Eso era lo que me daba felicidad.

Sería extraño seguramente ver desconocidas rondando por casa, nadie que no fuera un licántropo venía aquí.

Y yo realmente no quería conocer a nadie y entrar el terrible protocolo de presentación. Era aburrido y prefería pasar este momento con los caballos. Eran solo tres, todas yeguas, que marcaban el fin de la cría de caballos lipizanos que había tenido nuestra familia hacía ya demasiado tiempo.

Sangre MalditaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora