Veinte

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Sábado 24 de diciembre.

NORMANI

Desde la más tierna edad recuerdo como se me inculcó un rencor hacia los Jauregui, ellos eran los culpables de nuestra desgracia. Malditos sean recuerdo a mi abuelo decir claramente. Mi abuela en cambio era más pacífica y decía que era también culpa nuestra. Generación tras generación habíamos servido como esclavos a la familia Jauregui, hasta que fuimos liberados de su opresión cuando la esclavitud terminó. Mi abuela solía decir que más que esclavitud, era un servicio.

Tiranos así los llamaba mi padre. Pero su hipocresía me afectaba. Frente a ellos era sumiso y a sus espaldas los desprestigiaba. Detestaba esa faceta de él, decía que tenía que ganarme la amistad de sus hijos porque un día, un día iba a llegar nuestra oportunidad de vengar a nuestros antepasados por su opresión. ¿Pero que íbamos a vengar? Si por culpa de Thomas Kordei, Garland Jauregui fue maldito.

Y ahora después de siglos de condena había una pequeña luz, que nos daba la esperanza, de no sólo vengarnos, también de romper la condena. Ahora... Ahora dudaba. Porque había llegado a querer a Lauren como a una hermana, porque había crecido con ella y en su casa me había recibido un sin número de veces. Porque su madre me trataba bien, porque sus hermanos fueron mis compañeros de juego y mitigaron el rencor que se me enseñó a tenerles. Porque su padre se ganó mi respeto cuando salvo a mi padre de aquel oso, en aquella cacería hacía ya tantos años... Yo no quería traicionarlos, pero mi padre decía que era un deber que debía cumplir y no se me perdonaría si no lo hacía.

Traicionaba a mi familia o a Lauren.

Pero Lauren también era mi familia. Era parte de mi manada y estaba segura que sería la siguiente alfa. Me infundía un respeto su naturaleza superior cuando era licántropo y le tenía una lealtad porque me había ayudado a mejorar en la cacería, me había salvado de varios golpes en incontables ocasiones.

Y aun así, aquí estaba dispuesta a hacer un trato con el padre de Camila, él tenía las influencias necesarias y los Hijos del Sol nos liberarían. Los Jauregui se extinguirían y yo tendría una vida normal, común, corriente. Mis hijos no sufrirían por los errores de otros.

Pero por alguna razón nada de esto me daba la satisfacción necesaria para llevar a cabo la tarea de asesinar a Mike. Era mi alfa. Tenía muy arraigado el respeto hacía el líder de la manada quizá, pero no... Era algo más, yo lo sabía, le quería como a un padre. Ahí estaban de nuevo los recuerdo inundándome, evitando que cometiera un error quizá. No. Era mi deber.

-Aquí tienes-. Dijo entregandome una daga.-Ha estado en mi familia desde hace muchas generaciones, es un arma de venganza. Quiero que la asesines con esto.

La daga era antigua y tenía unos grabados muy peculiares en la empuñadura de marfil.

Caí en la cuenta de algo.

-¿Asesinarla?

-Por supuesto. La quiero muerta.

-¿Qué?  ¿A quién?

-¡A la hija de Jauregui por supuesto!  ¡A Lauren!

-El trato es asesinar a Mike.

-¿De qué estas hablando niña?  Lauren debe estar muerta esta misma noche, antes de qué los Hijos de Sol vengan.

-Sí, ellos nos darán la cura...

El se rió sarcástico.

-¿La cura? Ya deberías saber niña que para tu aflicción no existe.

-¿Qué recibimos a cambió entonces?

-Poder, ¿acaso tu padre no te lo explicó?

Me lo había explicado, pero me había engañado.

-Tu matas a Lauren y los hijos del sol le dan la primacía a tu familia, a tu padre. Para que sea el próximo alfa.

De nuevo Derrick me había engañado. Él no buscaba el bienestar de nadie que no fuera él mismo. Y por eso quería que me encargará de Mike.

-Mi hija no puede estar con una sucia perra, no se condenara a esa vida miserable de dolor. Y los Jauregui deben extinguirse de la faz de la tierra. Debieron hacerlo hace mucho. Todos morirán.

-¿Todos?

Claro, según mi padre yo asesinaba a Mike y los Hijos del Sol expulsarian a sus descendientes. Y la expulsión significa la muerte.

-Creo que hemos comprendio mal el trato. Asesinar a Lauren no era parte de él.

-¿Qué más da un Jauregui u otro. Son unas sucias alimañas.

-Lo siento no estoy dispuesta a llevarlo a cabo.

Se levantó iracundo de su silla.

Dispuesto a gritarme abrió la boca, pareció pensarlo mejor.

-¡Cobarde! Regresa del maldito agujero por el que veniste.

-

Domingo 25 de diciembre.

LAUREN

La daga estaba incrustada en su cuerpo, la saqué. Me temblaban las manos.

-Yo no lo hice tienes que creerme ha sido él- su mano me llevo al culpable. Alejandro.-Me ha seguido hasta aquí-Continuó Normani.

- ¿Por qué? -Las lágrimas calientes rodaban por mi rostro sin que pudiera contenerlas. No deseaba hacerlo. No podía hacerlo. Mi padre no respiraba más. Un dolor profundo me oprimía el pecho. No me despedí de él, no tuve oportunidad de decirle cuanto lo amaba, no le dije cuán feliz estaba de ser su hija. No estaba lista para dejarlo ir...

-

El dolor me dejo enajenada y por ello los recuerdos de esta mañana tenían un orden inconexo en mi mente, los sentía lejanos, de ensueño, como irreales, mi madre llorando gritando su nombre, arrasada por el dolor. Mi hermana paralizada, mi hermano furibundo, heridos todos en el alma. Se sentía un vacío nuevo, un hueco en el corazón que deseaba ser llenado con una muerte más. El padre de Camila.

Y ahora que estaba frente a mí, junto con los representantes más valerosos de los Hijos del Sol. Y en mi mano la daga que le arrebato la vida a mi padre y lo más importante, en mi corazón el vacío pidiendo a gritos ser llenados con la sangre del culpable. Mi loba interna pedía venganza.

Sin poder contenerme arremetí contra él con una violencia incontenible, la manada pedía venganza. Esta noche no habría lobos, pero la sangre iba a correr en esta tierra.

Alejandro no poseía poderes, pero se defendía como podía, a golpe limpió, la ventaja caía sobre mi porque en mi interior sentía una fuerza vengativa crecer.Sin embargo, me daba batalla.

Los demás lobos contenían a los Hijos del Sol.Era mi tarea, era mi obligación vengarlo, y eliminar la amenaza que caía sobre la manada, mi manada.

Y sin detenerme a pensar más saque la daga, Alejandro hizo un movimiento tonto,que me dejaba el camino libre para mi tarea y lance una estocada certera quedio de lleno en el final del esternón y la sangre seca en la daga se llenó de la sangre fresca y tibia que vengaría a mi padre. El me vio a los ojos, y en ellos no había miedo por la vida que se le extinguía, no había arrepentimiento,ni incertidumbre, había satisfacción.

Sus dos manos robustas rodearon la mía que estaba en la daga y con fuerza la hundieron hasta la empuñadura en su cuerpo. Ayudaba a su muerte.

Caímos de rodillas en el pasto y con las manos llenas de su propia sangre tomo mi rostro, acercandome al suyo y añadió en un susurro casi inaudible:

-Mi hija no estará jamás con la asesina de su padre. Mi hija no será será carne de lobos.

En su voz había desprecio, y la seguridad que le daba la resolución de haber hecho lo que debía.

Cayó con la daga clavada en su cuerpo y expiro su último aliento.

Lloré nuevamente, era un trampa y había caído.

-Yo la amo... -dije en alto a la nada. 

Sangre MalditaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora