Quince

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Jueves 1 de diciembre.

CAMILA

Me hubiera gustado levantarme y decirle al padre de Lauren, que la familia de dicha hechicera no se había desvanecido. Qué yo era prueba de ello. Pero tenía miedo. ¿Cómo le iba a decir eso? Lauren me odiaria. No podía.

Cuando por fin me vi sola en aquella biblioteca tome la linterna y me agache de nuevo bajo el escritorio, note cuando me escondí la primera vez que había algo extraño. Una pequeña grada de madera sobresalía hacia abajo y tallada en ella se encontraba el escudo de los Jauregui un lobo y una luna en cuarto creciente. En las esquinas note una abertura circular, lo suficientemente grande para un dedo. La podía jalar hacia afuera. La madera cedio después de un par de intentos  provocando una nube de polvo que me hizo estornudar.

Adentro había dos libros con cubierta de cuero, en el lomo cada uno tenían grabado un sol y una luna juntos.

La incertidumbre por saber que había en su interior me hacía entrar en una gran ansiedad. Y sin embargo cuando quise abrirlos no pude.

Habia una ranura muy extraña, lo que me indicaba que necesitaba una llave. Tenía un forma muy extraña.

Una llave. ¡Maldición! Lo que me faltaba. Intente por todos los medios abrirlo y no funcionó.

Regrese abajo del escritorio, quizá la llave estaba dentro del compartimiento secreto, rápidamente busqué entre el polvo que había con ayuda de la linterna y efectivamente adentro había algo, cuando por fin lo pude sacar era solo un pequeño dije en forma de luna. A simple vista se notaba que era de plata aun que no tenía una cadena a juego ya que ésta era una simple cinta negra.

Casaba perfectamente en el lado derecho de la cerradura.  Pero faltaba una parte, así que empecé a buscarlo en silencio por todo el sótano.

Nada más que libros y libros por todas partes y en una esquina pinturas de gran tamaño y seguramente muy valiosas.

Supuse eran antepasados de Lauren, sus rostros impasibles me daban escalofríos. Recorrí cada pintura con gran interés, limpiándolas del polvo que las cubría, hasta que llegué a la primera que me sorprendió de sobremanera. ¡Era Lauren! No, no podía ser, la pintura estaba fechada atrás, y era de hacía siglos. Le preste más atención que a las otras, sus rasgos marcados, su sonrisa, parecía ser la misma, pero en la pintura tenia cierto aire de melancolía que la hacía parecer una persona triste y desdicha. Sus ojos eran de un verde muy intenso, pero más claros que los de Lauren, vestía como una dama de la edad media y en su cuello colgaba el dije en forma de luna que tocaba delicadamente. Como en una caricia, lo rozaba con su mano izquierda.

Como sí quisiera decirme algo, como sí quisiera hablarme y contarme la verdad.

Y recorde entonces el pequeño retrato de Meredith la hechicera que fundó a los Hijos del Sol.
Ella maldijo a los Jauregui, porque éstos mataron a su amante. Se parece a ti había dicho mi papá, sí, tenía un parecido enorme con ella igual que Lauren con este retrato.

Mi corazón estaba alborotado, me sentía al borde de un precipicio, colgaba de la mano de Meredith un collar, ¿Qué forma tenía?

- ¿Qué haces?-.Di un respingo.

- ¡Maldición! ¿acaso intentas matarme?

Ella se rió.

-Lo siento. ¿Qué haces?

-Ven, acércate y mira.

Por su expresión ella también se sorprendió.

- ¿Pero qué...? – me vio con incertidumbre.

Sangre MalditaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora