Nueve

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Martes 25 de octubre.

CAMILA

Cuatro días, cuatro días hace que conocí a Lauren y cuatro días que no veía a mi loba.

¿Era una coincidencia? sus ojos parecían iguales, y Normani... ella parecía la otra loba. Pero, que estoy diciendo. ¡Imposible!

-¡Hombres lobo! ¿Lo imaginas Gris?

Él no respondió, en cambio alzó su oreja en una dirección específica a la cual yo voltee a ver. No escuche nada diferente al silencio que comúnmente nos rodeaba. Sin embargo, la sensación de ser observada me embargo de miedo.

Hoy solo Gris estaba conmigo. Esta vez hubo un crujido que alcancé a escuchar, enfoque el lugar de donde provino y alcance a ver una silueta. Gris corrió rápidamente para alcanzarla y yo corrí tras él, se escapaba, era una persona y corría sin luz alguna como si pudiera ver en la oscuridad. Gris se adelantó rápidamente e hizo caer a la silueta. El golpe debió doler por qué soltó un juramento.

-Soy yo Gris. ¡Cálmate!

Esa voz, era Lauren. Y sabia el nombre de mi lobo. Éste la olfateo y empezó a mover la cola con emoción. La conocía. Ella se puso de pie y se sacudió las hojas secas que se había adherido a su ropa oscura.

- ¿Qué haces aquí?

-Yo... a mí me gusta caminar por las noches.

-Tu casa está muy lejos.

-Bueno, la tuya también.

Gris no se despegaba de ella, y ella lo acariciaba.

- ¡No puede ser! ¿Eres tú no? - la luz de mi linterna le dio de lleno en la cara, eran los mismos ojos. - ¡Eres la loba blanca! ¡Maldición! ¿Cómo puede ser posible?

-Camila cálmate, no sé de qué estabas hablando, creo que necesitas dormir.

- ¡Mierda! ¿Cómo puede ser posible?

-Camila... -Dio un paso al frente, yo retrocedí.

- ¿Cómo puede ser posible?

-Escúchame...

Pero no la escuche, antes de que continuara hablando salí corriendo de regreso a mi casa. Ella me seguía, escuchaba su respiración agitada a mis espaldas, sin embargo, no me alcanzó. Entre por atrás como siempre, y esta vez cerré con un portazo sin importarme si alguien se despertaba.

Me dirigí al estudio de papá. Si los hombres lobo existían él debía saberlo. Y yo tenía la sospecha que todo estaba en los libros que guardaba con tanto esmero en el viejo escritorio de roble. Justo en el fondo estaba lo que buscaba. Había varios libros y otros papeles que parecían ser registros de algún tipo. Saqué el libro más grande, de tapa dura y con un símbolo de sol en ella.

No supe nada más del mundo hasta el amanecer cuando mi padre entro a su estudio y vio profanada su privacidad.

El libro no me saco de duda, era un registro genealógico de nuestra familia, página a página estaba lleno de mis antepasados, cada uno con un poder singular, me pare hasta llegar a un dibujo que me llamo la atención Meredith, era su nombre, hechicera superior, en el dibujo se la podía observar de perfil con un enorme lobo a su lado. El mentón erguido, orgulloso, vestida como una gitana, armada con una pequeña daga que colgaba del cinto en su cintura. Colgaba de su mano izquierda un collar, y posaba con familiaridad la derecha en el lobo.

-Te pareces mucho a ella.

Yo la observé con fascinación. Era cierto.

-¿Quién era?

Sangre MalditaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora