Capítulo 3: Volviendo a lo mismo.

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Luego de un duro trabajo, terminé de colocar y ordenar todo lo que había en mis maletas. Miré la hora en mi celular y marcaba las 9:00pm. Nosotros cenamos un poco más tarde. Así que decidí darme una ducha rápida para sacarme el sudor, sin lavarme el cabello.

Cuando salí, opte por ponerme unos shorts que apenas tapaban mi trasero –bueno, todos mis shorts son así- color negro, una remera blanca que tenía en letras negras la palabra "California" y mis preciosas Vans negras.

Bajé a la sala de estar y allí se encontraban todos sentado en el sofá, conversando de quien sabe qué.

-Hola familia, ¿de qué hablan sin mi presencia?- pregunté dirigiéndome al sofá y sentándome entre Caleb y mi papá.

- Bella nos contaba cómo fue su estadía en California- comentó Megan mirándose sus postizas uñas sin interés para luego dirigir su vista hacía mi- Y dime Hope, ¿cómo te fue a ti? ¿Algún novio?

- Bien, y un novio no. Más bien estuve saliendo con algunos chicos en este par de años, pero sin llegar a nada formal- respondí encogiéndome de hombros, de la misma manera que ella, desinteresada. Ambos Collins a mis costados se tensaron, fulminándome con la mirada como pidiendo explicaciones. No pude evitar enternecerme, ambos estaban celosos. Ambos me celan demasiado, y los amo aún más por eso.

-Eso está mal niña- mágicamente su interés apareció- ¿Qué diría la gente si una Collins está con muchos chicos? ¿Quieres parecer una puta y ensuciar nuestro apellido? Deberías agradecer que tengas un apellido como este y no el apellido del golpeador que se hace llamar tu padre- respondió ella con el veneno destilando de su filosa lengua. He aquí la razón de mi asco hacia ella.

- ¿Agradecer? ¿Qué es lo que debo agradecer?- pregunté incrédula- Un estúpido apellido no me hace la persona que soy, te lo hubieras guardado si tanto te molestaba dármelo. No es como si me hicieras un favor, Megan. Si yo quiero prostituirme, drogarme o suicidarme, voy a hacerlo, y lo que menos me va a importar es el apellido, las apariencias y lo que digan los demás- juro que mi humor era el mejor, pero está decayendo.

- ¿Ves? Eso es ser una malagradecida. Como se nota que no conoces nada de la vida- mi paciencia se estaba agotando- ¿O no es así Chris?- preguntó buscando complicidad en su "marido".

-Así es, Hope- contestó mi padre dirigiéndose a mi- Megan tiene razón. Debes tener más respeto al apellido que te dimos.

Las lágrimas se acumularon en mis ojos, pero hice todo lo posible para que no cayeran, no iba a romperme allí delante de todos. Esas palabras se clavaron como cuchillos en mí ser. "El apellido que te dimos". Me dolía que lo digiera como si fuera su obligación y no hubiera quedado de otra.

Él me miraba serio, lo que transmitía su rostro era ilegible, aunque podía ver una pizca de arrepentimiento y tristeza en sus ojos.

-¿Es un chiste, Chris?- mi voz quebrada era notable- No soy malagradecida, juro que estoy tremendamente agradecida por su enorme favor- mis palabras eran duras e irónicas- Lamento mucho la situación a la que te sometí. Pero no necesito tu apellido para que me lo recriminen de por vida. Si era para eso, me hubieran dejado en un orfanato como una huérfana, porque mi persona no necesita lujos ni prestigios en simples letras que no significan nada para mí- rápidamente me levante de allí, y me dirigí corriendo a la salida. Ignorando los llamados de mis padres, y de Caleb.

Sollozaba y corría al mismo tiempo. Corrí como si mi vida dependiera de ello, hasta que no di más y caí contra un árbol, mientras los sollozos se hacían más fuertes.

Esta fue la razón que me llevo a pedirle a mamá para irnos a California. Me dolía como mi padre me recriminaba el hecho de que yo tuviera su apellido. Yo lo amaba y lo amo con locura, por eso me duele tanto. Y aunque él me repita millones de veces que esas palabras son mentiras, saliendo de su boca yo las encuentro tan duras y reales. Me duele no poder saber lo que él siente en realidad, saber si me miente o no.

Me quede un rato allí, esperando que mis lágrimas y sollozos cesen, y cuando lo hicieron emprendí camino nuevamente hacia la mansión.

Recordaba perfectamente el camino hacia ella, ya que conocía casi toda Londres, ya que, como saben, viví prácticamente toda mi vida aquí.

Llegué a la casa, pasé por la gran sala de estar, que me llevó hacia el amplio comedor. Allí, se encontraban todos cenando y hablando tranquilamente, hasta que notaron mi presencia, donde todo el comedor quedo en un silencio sepulcral.

-Hope, es bueno que ya estés de vuelta, siento mucho el momento que te hicimos pasar, pero no debes salirte de la casa de esa manera, sin avisarnos a dónde vas. Estábamos preocupados- Chris rompió el silencio- Siéntate a comer con nosotros. Caleb me comentó que van a salir esta noche y no creo que sea buena idea que salgas sin comer, puede hacerte mal, luego del día pesado que tuviste- mi mirada fría hizo que terminara susurrando sus palabras. Me dolía porque sabía que todo esto lo hacía porque sentía culpa de mi sufrimiento. El sufrimiento por no poder odiarlo.

-No es necesario que finjas que te preocupo, Christopher. Me diste tu apellido, pero no es necesario que tengas el rol de padre que no te pertenece, no quiero seguirte molestando ni debiéndote favores- mis palabras eran duras y frías, las únicas que se escuchaban ya que la mesa se encontraba expectante a nuestra conversación- O ¿es qué acaso si me desmayo por no comer o me vuelvo bulímica también entra en el hecho de ensuciar el apellido?

Mis irónicas y duras palabras le dolieron, lo podía ver en sus ojos. Yo no quería lastimarlo, pero algo dentro de mi quería que el sintiera el mismo dolor que siento yo.

-Ahora si me permiten, voy a estar en mi habitación. Caleb avísame cuando nos vayamos- y con esas palabras di por finalizada la conversación, y sin esperar respuesta alguna, subí hacia la segunda planta camino a mi habitación.

Cuando llegue a la misma, entré, cerré la puerta y me desplacé por la misma mientras lágrimas caían por mis mejillas. No quería volver a lo mismo. A la misma rutina de que mi papá sufra, mi mamá sufra y yo sufra. Porque aunque no le hubiera dirigido ni siquiera una mirada, sabía que a ella también le dolía toda esta situación. Yo valoraba mucho poder tener a mis papas juntos, y que ambos me amen y se amen. Pero Megan y su veneno, me lastimaban. Ver a mi mamá llorar porque el hombre que ama esta con otra mujer, es lo más feo que he vivido. Yo solo quiero que sean felices y no entiendo porque la vida es tan injusta para ellos. Preferiría mil veces que no tuvieran dinero, que seamos humildes; pero que vivamos juntos y felices donde las apariencias no importen ni mucho menos importen los apellidos.

Unos golpes en mi puerta me sacaron de mis pensamientos.

-Hope, hija abre la puerta, necesito que hablemos. Por favor- era su voz, la voz del hombre que me dio la vida. Y se escuchaba rota y quebrada, por lo que asegure que estaba llorando.

Rápidamente me levanté y abrí la puerta, encontrándome con una imagen que jamás desee haber visto.

Él estaba ahí parado, con lágrimas corriendo por sus mejillas y su mirada transmitía pura tristeza. No dude ni un segundo, y me abalancé a sus brazos.

-Todo va a estar bien, mi niña. Te amo y siempre te voy a amar. Sos mi esperanza, Hope. Mi luz y mi mundo entero. Pase lo que pase, nada ni nadie nos va a separar nunca.

Y esas eran las palabras que yo necesitaba para que todos mis miedos se fueran. Para saber que mi papá sigue siendo el mismo hombre que yo amo, y que no cambio. Esas eran las palabras que me hacían sentir completa nuevamente. Las palabras de mi héroe, yo sé que él jamás podría decepcionarme.

Siempre voy a luchar, nunca voy a rendirmeWhere stories live. Discover now