Capítulo 10: Tú.

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Luego de habernos encontrado con Martin, y que me entregara todo lo que le pedí, nos montamos al auto. Estaba un poco molesta porque Austin no quitó su mirada burlona ni su sonrisa de Martin en todo el momento que estuvo con nosotros.

-No puedo creer lo irritable que puedes llegar a ser- le comenté un poco irritada.

-Oh, vamos, ¿en verdad no te causa ni un poco de gracia como el imbécil anda atrás de ti?- su sonrisa seguía intacta, y eso me molestaba aún más.

-Es que no tiene caso discutir contigo- respondí dando por finalizada la charla antes de que mi paciencia se agoté nuevamente. Teníamos que apurarnos antes de que Christopher intente detenernos.

Luego de un rato de camino, me decidí por hablar:

-¿Y dónde trabaja tu padre?- en realidad no se lo pregunte para romper el silencio, mi mente tuvo una idea grandiosa e iba a aprovecharla.

-En la empresa de tu papá que está instalada aquí en Londres, Collins Incorporation- las palabras "tu papá" me estremecieron por completo, pero decidí ignorar el sentimiento que floreció dentro de mí.

-En la empresa de Christopher- corregí con una falsa sonrisa- grandioso, no me lo esperaba- terminé cambiando de dirección hacia la empresa.

Austin me miro extrañado, pero unas calles cerca de la empresa –entendiendo donde nos dirigíamos- me preguntó:

-¿Se puede saber por qué nos dirigimos a la empresa, Hope?- su voz sonaba frustrada, como si estuviera retando a una nenita de 5 años.

-Yo te dije que las cosas se iban a manejar a mi manera y en mis condiciones, por lo tanto, esta es una de mis condiciones- le respondí aparcando el auto en la calle de enfrente a la empresa.

Rápidamente, sin esperar a Austin, me bajé del auto y entré por la parte de atrás de la empresa, ya que mi llavero contaba con una de las tarjetas de seguridad de la misma.

Austin alcanzó mi paso justo antes de que las puertas del ascensor se cerraran, y con la respiración agitada.

-Es que quería evitar todo tu sermón de a donde me dirigía y que iba a hacer, ya sabes, todo eso- respondí de manera normal y desinteresada, encogiéndome de hombros.

-Caprichosa- susurró Austin rodando los ojos, creo que piensa que no lo oí, pero para su pesar lo hice. Admito que además de enojo, también me dolió un poco que él digiera eso, quizás por el simple hecho de que estoy agradecida por todo lo que está haciendo por mí, y ya casi lo consideraba un amigo, Pero veo que me equivoqué, él sigue pensando igual de mí, y eso yo no puedo cambiarlo.

-Si soy tan caprichosa, no deberías haber venido conmigo- respondí enojada.

Al parecer enserio le sorprendió el hecho de que lo haya escuchado, ya que abrió mucho los ojos cuando me escuchó. Justo en el momento que él iba a decirme algo, las puertas del ascensor se abrieron.

No perdí ni un segundo más y me dirigí rápidamente a la zona de administración de la empresa. Pero al parecer no soy la única rápida, ya que Austin me tomó del brazo unos pasos antes de llegar al escritorio.

-Sabes que no quise decir eso- Austin se encontraba ¿arrepentido? ¿Frustrado? No lo sé, el caso es que alboroto su cabello luego de terminar de hablar. Pero yo me encontraba molesta y confundida, ¿por qué si le caigo tan mal, hace todo esto por mí? En fin, no tenía ganas de ponerme a discutir con él frente a toda la gente de la empresa, quienes se encontraban mirándonos. Claro, ya inventarían un rumor como: La "hija" del gran Chris Collins tiene un nuevo novio. Y sí, para peor saben toda la historia de mi padre golpeador, y Christopher ayudando a su mejor amiga. Por eso lo aman, porque piensan que él es un héroe, así como yo lo creía.

Una voz me sacó de mis pensamientos y noté que tenía lágrimas acumuladas en mis ojos:

-¿Hope? ¡No puede ser! ¡Pero qué grande estas niña!- esa voz que reconocería en cualquier lado, como la extrañaba. Pero Austin aún no había soltado su agarre y seguía mirándome fijamente como esperando una respuesta, una que estaba más que dispuesta a darle:

-Ambos sabemos que es lo que piensas de mí, no vengas a hacerte el arrepentido ahora. ¿Puedes soltarme? No voy a perder mi tiempo con estupideces- me zafé fuertemente de su agarre mientras lo fulminaba con la mirada; para luego voltear y cambiar mi cara por una enorme sonrisa. Definitivamente, mi enojo se había esfumado.

-¡Rose! ¡Cuánto tiempo! ¡No te imaginas lo que te extrañé!- abracé fuertemente a esta señora que amaba como mi fuera mi nana. Siempre estuvo para mí y mi padre a pesar de ser simplemente nuestra administradora. Una mujer llena de amor para entregar, con experiencias maravillosas, y valores admirables.

Luego de romper el abrazo, Rose miró detrás de mí, donde probablemente se encuentra Austin.

-Joven Rizzo, veo que conoce a Hope, es un gusto volver a verlo después de tanto tiempo- dijo Rose dedicándole una cálida sonrisa.

-También es un gusto para mí, Rose- le respondió devolviéndole la sonrisa. Al parecer no era la única que tenía confianza con Rose.

-¿Y que los trae por aquí chicos?- antes de que Austin interrumpiera, respondí yo.

-Venimos a buscar al señor Rizzo, ¿se encuentra?- pregunte amable, ignorando la mirada interrogativa de Austin, que se había situado a mi lado.

-Sí, cielo- amaba cuando Rose me llamaba así- está en el despacho del señor Collins. Asentí y sin esperar, me dirigí al despacho que recordaba de memoria donde se encontraba. Austin venía detrás de mí.

Cuando entramos, el señor Rizzo se hallaba ordenando unos documentos, parado junto al escritorio.

Como si de un impulso se tratara, mi vista se dirigió al cuadro que se encontraba sobre el escritorio, que contenía una foto de Chris y yo cuando el gano un premio al mejor y más reconocido empresario del país, recordé lo orgullosa que estaba de él en ese momento, nuestras sonrisas en ese retrato eran enormes. Mi vista se nubló y golpee el cuadro contra el escritorio para sacarlo de mi vista.

Por lo visto, el señor Rizzo se asusto, ya que no había notado nuestra presencia.

-Siento haberlo asustado- me limpié algunas lagrimas que había derramado en mis mejillas- necesito, mejor dicho, necesitamos entregarle algo-. El se hallaba mirando a su hijo que estaba en el marco de la puerta, por lo que no había podido verle la cara aún. Cuando lo hizo, mis ojos no daban crédito a lo que veían.

-Tú... no lo puedo creer- me tapé la boca con las manos ya que un sollozo se escapó de ella, y mis ojos se volvieron a llenar de lágrimas que se derramaban poco a poco en mis mejillas.

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Siempre voy a luchar, nunca voy a rendirmeWhere stories live. Discover now