Rápidamente, fui corriendo y me abalance sobre él, mientras lágrimas caían de mis ojos por mis mejillas. No me había dado cuenta de cómo había extrañado a este hombre, mi hombre.
-Papá, no sabes cuánto te extrañé- dije con mi cara hundida en su pecho.
-Y yo a ti mi niña, pensé que no volverían, pensé que había hecho algo mal- dijo apretándome más fuerte- no podía vivir más sin ustedes.
Luego de que el abrazo terminara, él se dirigió a mi mamá, y supe que necesitaban ese momento a solas.
Así que rápidamente me dirigí a las escaleras para buscar al revoltoso de mi hermano, en verdad hermanastro, que extrañaba con locura. Él y yo siempre fuimos muy unidos, aunque él no sabe la verdad, me trata como una hermana.
Recordaba perfectamente cuál era la puerta de su habitación, como si fuera ayer cuando me fui de la mansión. Los recuerdos que tenía acá dentro eran maravillosos. Cuando ambos corríamos de un lado a otro por este gran pasillo jugando a atraparnos, mientras nuestros papás, Chris y Bella, iban tras nosotros para que no nos fuéramos a caer. Parecíamos la familia que nunca llegamos ni llegaremos a ser. Esa familia que seres tan maravillosos como Bella y Chris se merecen, una familia llena de amor y honestidad. Pero una vez más la vida me demuestra que no todo en la vida es perfecto, y que muchas veces los malos son más felices que los buenos.
Sin darme cuenta, lágrimas caían por mis mejillas nuevamente. Las limpié rápidamente y entre a la habitación sin tocar la puerta. Ya que, ¿qué podía encontrar que ya no haya visto? En fin, la habitación se hallaba como la recordaba. Pintada de color azul marino dos paredes, mientras que las otras dos pintadas de blancos y cuadros conmigo, con mamá, con papá, con Megan (su madre), sus amigos, los abuelos y demás familia. En un rincón se hallaba la cama de Caleb, mi hermano, dos puertas que daban una al baño y otra al armario. Otras dos puertas de vidrio que daban a un pequeño balcón con una hermosa vista. Un escritorio, un mueble de ropa y una televisión colgada en una de las paredes azules, donde tenía conectada su Xbox, y al costado, una repisa con todo sus videojuegos.
Mí querido hermano se encontraba tirado sobre la cama, durmiendo con un brazo y una mano por fuera de la cama. Un poco de baba en su mejilla, y su boca entreabierta. Esa imagen me saco una sonrisa al instante. No podía creer cuanto había extrañado a este hombre. El segundo hombre al que más amaba, obviamente que el primero era mi papá. Me acerque a él, muy despacio, y me senté sobre el borde de su cama. Acerqué mi boca hacia su oído y grité lo más fuerte que mi voz lo permitió:
-¡CALEB, DESPIERTA! ¡Esta hermosura llegó y me parece una falta de respeto que me recibas así!- rápidamente me levante y alejé de él, mientras que el mismo se movía asustado y por último se cayó de cara contra el piso. Y así, señoras y señores, es como se despierta a Caleb Collins.
-¡¿Qué rayos te pasa mujer?! ¡¿Es que acaso te volviste loca?!- grito claramente enojado. Pero cuando levantó la vista, ese enojo rápidamente paso a asombro. Y no duró ni un segundo más, cuando se levantó del piso y vino directamente a abrazarme. Tan fuerte como pudo por lo que veo.
-Caleb...juro que si no me sueltas en este momento, voy a morir- mi voz salía amortiguada porque mi cara se encontraba contra el pecho de Caleb, quien por lo visto, no tenía intención de soltarme.
-Lo siento pequeña, es que te extrañe demasiado- su voz se escuchó quebrada, así que rápidamente levanté la vista, encontrándome con un Caleb con las mejillas empapadas de lágrimas. Juro que la única vez que vi a Caleb llorar fue cuando peleo por primera vez con papá, por una razón que no voy a comentar; y cuando me fui a California. Y sé, que él no lloraba por cualquier cosa.
-¿Qué pasa, primito lindo? ¿Por qué lloras?- pregunté suavemente acariciando su mejilla.
-Es que, he estado un poco estresado este último tiempo, por problemas en el instituto. Y tu llegada, me pegó fuerte pequeña- dijo separándose de mí y limpiando sus mejillas con el dorso de su mano.
-Lo entiendo, a mí también me pego fuerte todo esto de volver, pero estoy aquí y vas a tener que aguantarme, porque no pienso irme por un buen rato- comenté sacándole una de sus hermosas sonrisas. No dudaba ni siquiera un poco el hecho de que Caleb tuviera a millones de chicas atrás, era realmente lindo. Tenía el pelo morocho como el mío, había sacado los hermosos ojos avellanas de su madre, tenía las facciones bien definidas en su cara como nuestro padre y un cuerpo bien definido gracias a sus horas de entrenamiento.
-Y bien, ¿cómo te ha ido en estos años, pequeña saltamontes?- pregunta mi "primo" pasando su brazo por mis hombros y empujándome para que quede sentada sobre su regazo, los dos sobre la cama.
-Me ha ido bien, he hecho muchos amigos y amigas. Estaba rearmando mi vida en California ¿sabes? Pero me di cuenta que mi vida era aquí en Londres junto a las personas que amo, y era hora de volver- conté escondiendo mi cara en el hueco de su cuello y hombro.
-No sabes cuánto me alegra que pienses así, te extrañaba demasiado- admite mi primo, abrazándome. ¿Saben? Conozco demasiado a mi hermano, y me doy cuenta que algo le sucede, algo que no me va a contar. Pero sé que es algo que le duele.
-¿En qué piensas?- su voz me saca de mis conclusiones.
-En nada interesante, una tontería- respondo haciendo un ademán con la mano para restarle importancia- ¿y qué planes tienes para hoy? Digo hoy es viernes, es obvio que no dejaste de salir los viernes a la noche. ¿O ya te enamoraste y caíste en las redes del amor?
-Por supuesto que sigo saliendo los viernes a la noche, sigo siendo el mismo Caleb de hace dos años y lo voy a seguir siendo- dice como si fuera obvio- Sabes que el amor no es para mí, Hope.
-El amor es para todos Caleb, sin excepciones. No importa si llega tarde o temprano, pero llega- digo para luego pararme y dirigirme hacia la salida de la habitación- voy a ir a mi habitación a arreglar mis cosas, ¿a qué hora nos vamos?
-A la media noche, así que tenemos tiempo de cenar y luego arreglarnos. Yo voy a saludar a la tía Bella, la extrañé demasiado- responde parándose él también.
Simplemente asiento y salgo de allí para dirigirme a mi habitación que se encuentra justo alado. Una puerta rosada con letras en grande que dicen "Hope", justo como la recordaba. Abro la puerta y me encuentro con lo mismo de hace dos años. Cama de dos plazas extra grande con sábanas color rosa, un escritorio rosa con mi laptop arriba, dos ventanales enormes de vidrio que dan a un balcón un poco más grande que el de mi hermano, pero están conectados. Dos puertas rosadas que llevan, una al enorme armario que mi papá diseño para mí, con espejo y dos cambiadores; y la otra al baño, que también es enorme. Un plasma muy grande colgado en la pared frente a la cama, con un Xbox conectado –sí, también amo jugar Xbox- y una repisa con videojuegos y algunas películas. Y sí, otra vez, amo el color rosado y es mi debilidad. Mi cuarto está pintado de rosado, todas las cosas que hay en él son rosadas, mi laptop es rosada, mi iPhone es rosado, y alguna de mi ropa también.
Mis maletas se encontraban en el medio de la habitación, así que las puse sobre mi cama, las abrí y me preparé para comenzar.
¡Manos a la obra!
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Siempre voy a luchar, nunca voy a rendirme
Storie d'amoreUna familia complicada, donde reina el prejuicio, el poder y el dinero. Una chica dispuesta a demostrar lo que en realidad importa en esta vida, sin importarle salir lastimada. Un amor irresistible que llega a cambiarlo todo, ¿en verdad la fuerza de...