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Su mirada perdida me observa sin despegar su atención de mi. Avanzó lentamente y me siento en el borde de la cama.
—¿A qué te refieres con eso, Connie?
No responde. Tampoco esperaba que lo hiciera. Pruebo de otra manera.
—Toby está muerto Connie.
—No es verdad.
—Lo es...él murió en el incendio.
Sus ojos ve vuelven hacia los míos y veo mi reflejo en ellos. Dentro noto una cambinación entre rabia y dolor. Está atrapada dentro de estas cuatro deprimentes paredes.
—¿Cómo sabes que está vivo?
—Lo siento, él no está muerto—titubea al hablar. Suena como un loco intentando convencer a un cuerdo que su locura es real, muy real.
—¿Eso fue lo que mencionaste en tu declaración, cierto?
Las lágrimas comienzan a empapar sus ojos y resbalan por sus mejillas. Su rostro luce pálido y demacrado. Habrá pasado inimaginables días y noches llorando intentando contener su dolor.
—Toby...era un chico completamente normal...que le tocó vivir infinidad de infiernos...
Su madre confiesa con el corazón roto. Ella tiene razón.
El expediente de Toby mencionaba que sus padres lo habían tenido que sacar de la escuela por problemas que había tenido con sus compañeros. "Incidentes" por los cuales habían cambiado el tipo de educación de su hijo a una en casa. Antes de su desaparición su hermana había sido víctima de un accidente automovilístico causado por su padre. Él había salido días después de la cárcel. En el expediente médico eran mencionados sus transtornos y síndromes, además, durante esas fechas había sido agregado el estrés pos-traumático que sufrió después de haber tenido que enterrar a su hermana. Al final de las cuentas su madre había sido acusada junto con su padre (a quien ya no podrían procesar debido a que Toby lo había asesinado) de abuso intrafamiliar.
—Que usted jamás detuvo.—afirmo continuando su oración.
—Si...Yo jamás lo detuve...—su rostro de pronto se ve iluminado—¡Yo jamás lo detuve!
Mis latidos se detienen. Doy un paso hacia atrás, en caso de que tenga un ataque pueda salir corriendo.
—No...Toby...—susurra incoherencias sin sentido—¡Detenlo!
Su respiración salvaje (casi como la de un animal) se detiene y por un instante me ve fijamente a los ojos—Detenlo...
—¿A quién?—estoy temblando.
—Ese...ese hombre tiene a Toby. Por favor...¡Detenlo!
—¿Qué hombre? ¿cuál es su nombre?
—Lo llaman de muchas formas...Toby le llama—hace una pausa para girar su cuerpo unos cuantos grados, los suficientes para mostrarme sus manos, las cuales tiene vendadas y al enredarlas para quitárselas veo porque debía usarlas.
En ellas tiene heridas hechas con sus propias uñas. Connie Rogers se había estado arrancando la piel de las manos. Pero eso no era todo...
Me llevo las manos a la boca en señal de amarga sorpresa, después bajo los brazos y me aferro con los dedos a mis piernas. Las palmas me tiemblan, mi labio inferior tirita y yo me muero de una inquietante curiosidad.
Lo veo al primer segundo que la venda se aparta. Y no lo creo. El mismo símbolo...el mismo presagio.
Doy otro paso hacia atrás y titubeo. Tropiezo hacia atrás pero no caigo. Las uñas se aferran a la piel de mi muslo.
Ya no quiero hacer más preguntas, quiero irme corriendo, huir de ese lugar, más sin embargo no lo hago. No puedo hacerlo. Me quedo ahí parada observando aquella cicatriz hecha con algo tan profundo que aún se nota la piel herida.
—¿Qué significa?—debo terminar esto. Necesito saber que está sucediendo. Lo necesito.
—¿Acaso no lo sabes?—una macabra sonrisa se forma en sus comisuras—El Operador te encontró.
No puedo más. El corazón me late tan fuerte que temo que se me salga. Casi no puedo respirar. Ella no deja de sonreír y por su contrario alarga aún más su sonrisa, de ella salen unas pequeñas carcajadas que me dejan sin aliento.
Pero aún con esa sonrisa sus ojos siguen tristes, y en ellos solo veo una palabra escrita: "Detenlo".
Salgo de la habitación y la adrenalina se disipa. Camino lo más rápido que puedo por el pasillo. Al llegar a la sala de espera veo la salida y cruzó la habitación.
—¿Ya te vas?—mi huida se ve interrumpida por la recepcionista quien me mira con extrañeza.
—¡Ah!...si, bueno, solo venía a ver cómo estaba.
—Oh, bueno. Antes de irte, ¿podría pedirte un favor?
Lo que faltaba —¡Si claro!
—¿Podrías decirle a su hermana que necesito que vuelva a firmar los papeles de autorización?
—¿Autorización? ¿de qué?
—De la medicación de la señora. Necesitamos esa autorización para poder darle los sedantes.
—¿Cuántos sedantes le aplican?
—Tres veces al día y una a media noche.
Aquí no salvan a la gente, aquí los drogan y los mantienen así, controlados.
—Si, yo le digo.
—¡Gracias!
Me voy del hospital. Salgo con un leve dolor de cabeza. Necesito saber qué sucede. Regresó a casa pero como está sola una sensación de miedo me invade.
Reviso de nuevo los expedientes. La única persona que se me ocurre que quisiera dañar a Toby, y Connie detener es su padre, pero es imposible, ya que él ya está muerto.
El Operador. Enciendo mi computadora y en el buscador tecleo <<Operador>>. En el primer link se da una definición de operador, sistema operativo, y debajo de esto una lista de links ligados.
Proxy. Ayuda o auxiliar de un operador.
Todo ello refiriéndose a un sistema operativo, y dudo mucho que su madre le tenga miedo a una computadora.
Intentó de otra manera. Busco <<El Operador>>. Al principio no aparecen links interesantes pero de pronto una página logra captar mi atención. El Operador, Slenderman, Leyenda Urbana.
Entre líneas alcanzo a leer párrafos que comienzan a inquietarme.
[...]Experimento obra de una mente perturbada con dudosos
deseos, solo él sabrá que era lo que su mente retorcida
quería crear, pero dudo mucho que el monstruo que hizo haya
sido su objetivo[...]
[...]Las leyendas urbanas son llamadas por quien las cuenta
y este no es la excepción. Muchos creen que este ser es
inexistente porque no han llegado a ser testigos de su horrorosa
estética pero, eso no quiere decir que Slenderman no sepa
esconderse bien.[...]
[...]Slenderman: Hombre sin rostro, alto con largo torso, brazos y piernas.
Tentáculos procedentes de su columna. Blanco. Cauteloso. [..]
No puede ser eso, es imposible. Un ser así...no podría existir...¿O sí?
Mientras tanto fuera el viento comienza a resonar haciendo ruidos escabrosos. Slenderman. Mis sueños. Su descripción me suena a algo ya familiar, ¿Cómo puede ser eso? Jamás lo he visto en mi vida.
Todo esto se vuelve cada vez más horrible y mórbido. Quiero que se detenga. Igual que ella...que se detenga, que se detenga, ¡Que se detenga!
Para tomar un descanso de todo aquello decido bajar a servir un vaso de agua.
Un ruido detrás mío llama mi atención. Vuelvo mi mirada hacia ello.
Me da un golpe en la cien que me tumba.
Su imagen me acompaña antes de desmayarme.
—Dulces sueños, Eider...

Detrás de las tinieblasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora