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Es como si el mismo bosque estuviera sangrando.
Entierro las manos dentro del lodo y aprieto.
Tengo un nudo en la garganta que me dificulta respirar.
Respiro hondo y las lágrimas vuelven.
¿Qué hiciste?
Yo...no hice nada.
No hice nada.
De nuevo, el círculo se repite, el momento una y otra vez vuelve a mi cabeza.
Su sangre en mi cara, en mis manos, me ensucia.
Me toco con las manos enlodadas el rostro y las miro.
El tono rojizo de la sangre (su sangre) se combina con el marrón de la tierra.
Todos volvemos de donde venimos, siempre, y yo estoy volviendo de donde vengo.
Vengo del fuego.
Mi cabeza se llena de pensientos tan horribles que no puedo evitar llorar cada vez más fuerte, como un niño el cual le teme a una oscuridad que se acerca más y más a él.
Yo la maté.
Pude haberla salvado, pude no haber huido, sin embargo lo que hice fue abandonarla y salvarme a mí misma.
¿Mi vida realmente vale las que he dejado atrás?
Aprieto más el lodo y luego lo lanzo con fuerza. Y luego otro, y otro. Seguramente parezco un bebe haciendo un berrinche, pero que importa.
¿Qué importa?
Tomo una bocanada de aire y grito.
Grito como si me doliera, grito como si me quemara, grito como si me hubieran disparado, grito como si me hubieran apuñalado. Grito como si me hubiera quedado. Grito hasta que no me queda más oxigeno (o voz) y tiemblo del esfuerzo. Tirito de frío y del llanto, y luego vuelvo a gritar.
Me entierro las uñas enlodadas en las piernas y buscó dentro de mí el dolor. Su dolor, su sangre, su muerte, todo lo suyo se vuelve mío, como una carga inaguantable que han dejado caer sobre mi espalda.
Cuando me canso de gritar y me quedo sin lágrimas solo tiemblo. Tiemblo sin parar como la gelatina del hospital.
No puedo pensar, por dios, ¿quien podría pensar algo coherente en esta situación? Lo único que me repito una y otra vez es en la sangre fresca que tengo en el rostro.
Tomo con ferocidad el lodo y me lavo la cara con este.
Intento quitarme toda la sangre que tengo de la cara, es lo único que podré hacer, aunque en realidad esa sangre jamás se irá.
Cuando por fin creo que me he terminado de limpiar intento pensar más claro.
Ok, estoy en la mierda, casi literalmente. He visto dos asesinatos en vivo y no he hecho nada para impedirlos, ahora soy la principal sospechosa; no puedo ir a la policía porque ni yo me creería, quizá me volverían a encerrar, decirle a mi padre no es una opción, así que solo quedo yo, yo a merced de ese loco asesino despiadado cruel sin corazón que por cierto es el verdadero culpable de todo esto.
Genial.

Detrás de las tinieblasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora