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- ¿¿¡¡QUE TE HA PEDIDO QUÉ??!!- gritó Gabriella al día siguiente, cuando Sarah se lo contó. La hija de Poseidón saltaba de emoción, y abrazaba a su amiga con una alegría abrumadora- ¡es maravilloso!- exclamó y volvió a abrazarla.

- ¡Lo sé! ¿Y, George?- Gabriella desvió la mirada.

- Se ha enfadado conmigo...

- ¿¿Qué??- exclamó Sarah, confusa-. ¿Por qué?- Gabriella se encogió de hombros.

- Le he dicho que no quería hacerlo con él...- se sonrojó.

- ¿Y, eso...?

- Estoy embarazada- Sarah se atragantó con su propia saliva y se puso a toser violentamente.

- ¿¿¿¡¡¡QUÉÉÉÉÉÉ???!!!- gritó, fuera de sí.

- Iba a ser una sorpresa...

- ¿Es de Connor, no?

- ¡Claro que es de Connor!

- ¡Tienes diecisiete años!

- Sólo pasó...

- ¿De cuánto estás?- preguntó Sarah, levantándole la camiseta un poco, revelando la tripa bastante abultada.

- Casi cinco meses...

- ¡¡¿¿POR QUÉ NO SE LO HAS DICHO??!!- gritó su amiga. Ella gesticuló con las manos.

- No veía el momento...

- Estamos a Junio- le recordó Sarah-. verano. Vas a tener que ponerte el bikini y eso- señaló su barriga-. va a verse, tía- Gabriella se mordió el labio inferior.

- George se ha marchado del campamento- dijo la hija de Poseidón con cara de ir a llorar-. ¿Y, si no vuelve?- Sarah se llevó una mano a la cara, exasperada.

- Ese tío es un estúpido, con perdón. Pero, no te abandonaría por esa gilipollez. Si no, va a pasar por la guillotina- le aseguró a su amiga-. ya te dije que si te hacía daño, lo mataría. Lo juro sobre la laguna Estigia- Gabriella la abrazó.

- Él no me haría daño- le replicó la pelirroja, muy convencida-. es muy cabezota, pero sigue siendo el chico más dulce que conozco- aseguró.

- Tienes que decírselo- Gabriella asintió, conforme.

- Tengo que irme... He de estudiar para mandar mi solicitud a la Universidad de Los Ángeles-Sarah la dejó ir tras otro abrazo.

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- Gabriella...- esta se dio la vuelta y vio a George de rodillas en el suelo.

- George, George, ¿estás bien?- Gabri se levantó de la silla y acudió junto a él.

- ...Lo siento- se disculpó el chico, con el rostro surcado de lágrimas.

- No, no, George- Gabri lo abrazó-. no tiene importancia- le aseguró la pelirroja, pero él no parecía escuchar.

- Soy un mal novio, soy cruel- se castigó-. no te merezco- parecía hablarse más a él mismo que a la chica. Ella le miró a los ojos amarillos y llorosos y le limpió las lágrimas. George se deprimía con mucha frecuencia y facilidad. Era algo que sólo ellos dos conocían. La chica lo cogió de la mano y lo tumbó en su cama, tapándolo con una manta. Rebuscó en uno de los cajones de su escritorio y sacó un bote de pastillas que guardaba para esas ocasiones. Cogió un vaso de agua y se los hizo tomar al chico.

- Shhh...- George la abrazó como un cachorro asustado y ella le acarició el cabello rubio. Suave como diente de león-. ¿Hace cuanto que has dejado de tomar las pastillas?- le preguntó-. George...- él no respondió-. George, mi amor..

- Cinco meses...- ella suspiró.

- ¿Por qué no intentas dormir un poco?- George sacó algo de su bolsillo y se lo puso en la mano a Gabriella.

- Cásate conmigo, por favor...- Gabri soltó una exclamación ahogada-. por favor, te quiero... Necesito que estés a mi lado siempre para poder existir en paz...- la hija de Poseidón miró el maravilloso anillo de oro rosa con un aguamarina del tamaño de un garbanzo.

- George...- Gabriella se mordió el labio y lo abrazó con fuerza-. claro que me casaré contigo- el hijo de Zeus levantó la mirada de sus ojos amarillos como los rayos , y estos se encontraron con el color de las aguas más tranquilas de las playas paradisíacas.

- Lo dices porque te doy pena...- susurró el muchacho.

- George, no pienses así de ti mismo- Gabriella lo besó suavemente en la frente y en los labios-. te quiero más que a nada. Y, sí que quiero casarme contigo- el chico esbozó una pequeña sonrisa. Le puso el anillo en el dedo, entrelazó sus dedos con los de ella y la besó con todo su cariño. Después se acomodó en su pecho, abrazándola-. George...estoy...estoy embarazada- le comunicó la noticia, atemorizada por la respuesta... que no llegó. Gabriella lo miró, y comprobó que se había quedado dormido. Aquellas pastillas lo dejaban agotado. Le besó la barbilla y se durmió junto a él.

La Saeta de OroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora