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Es hora de levantarse- Andy susurró al oído de Sarah, que dormía plácidamente con la cara apoyada en sus manos. Cogió el brazo de Andy y lo obligó a tumbarse a su lado.

- Uhm.... Déjame solo unos minutos más

- Es muy tarde- apuntó el chico, acariciándole el cabello, de un precioso color chocolate, ya sin rastro del azul de antaño. Ahora estaba si cabe más hermosa que antes. Sarah extendió los brazos hacia Andy.

- Llévame- el semidiós sonrió y cogió a su novia en brazos.

- Venga, date una ducha y vamos a desayunar- ella asintió y fue al baño. Un rato más tarde, se sentaron en el comedor. Andy dirigió su mirada hacia la mesa de Zeus, en la que había una muchedumbre de gente. La mayoría chicas sonrojadas y algunos chicos bufando de indignación-. ¿Qué está pasando aquí?- le preguntó a Sarah. Ella rió.

- Oh, es verdad. Se me había olvidado comentártelo... Connor ha vuelto- señaló a la gente con la cabeza. Andy abrió los ojos como platos.

- ¿¡QUÉ?!- gritó y se abrió paso entre la gente para encontrarse a Gabriella sentada en el regazo del chico más atractivo que había visto jamás-. George Connor, te odio- se dijo, y el principito del Olimpo alzó la mirada hacia él.

- Yo también te he echado de menos, Andy- George sonrió encantadoramente y todas las chicas suspiraron de amor, menos Sarah, que soltó un bufido.

- ¿Cómo lo has hecho?- Connor frunció el ceño.

- Hacer ¿qué?- Andy lo señaló.

- Tú. Eras un niño mono, y ahora eres...

- ¿...Un tío sexy?- aventuró el hijo de Zeus, no dejando ver para nada su egocentrismo.

- ¡SÍ!- Sarah rió-. digo, no. Yo soy más guapo que tú, Connor. Siempre lo seré- sonrió con sorna.

- ¡Bien dicho, Andy Boo!- exclamó la hija de Hades- y abrazó a su novio por detrás.

- ¿Cuándo has vuelto?- preguntó el hijo de Hefesto un rato más tarde, cuando se hallaban todos en el campo de fresas.

- Ayer...- George Connor se tumbó en la hierba y soltó un suspiro. Viéndose así, se asemejaba a un dios griego. El pelo rubio y rizado sobre las orejas, los rasgos dulces y masculinos, los ojos almendrados, de ese extraño tono amarillento. Gabriella lo observaba con una sonrisa tonta todo el rato-. Trabajé para tu madre, Heighs

- ¿Qué?- saltó Sarah-. ¿Para mi madre? ¿Dónde?- miró al hijo de Zeus con interés.

- En París- respondió este-. me contrató como ayudante y...

- Osea, que le llevabas los cafés- adivinó Nico.

- ¡No era eso...lo único que hacía! Le preparaba citas de empresa y la acompañaba a los eventos...

- Sexy secretary...- canturreó Gabriella con los ojos cerrados.

- Dioses, Gabri, ¿en serio?- puso los ojos en blanco con una sonrisa-. tu madre es una gran mujer...

- Hace mucho tiempo que no la veo...- Sarah arrancó una brizna de hierba y la partió entre los dedos.

- Estaba preocupada por ti- añadió George, y Sarah asintió, mordiéndose el carrillo. Andy, viendo que su novia estaba algo melancólica, decidió hablar.

- Dentro de poco es mi cumpleaños. Me habrás comprado algo, ¿no?- la hija de Hades sonrió y lo besó brevemente en los labios.

- Es en cuatro meses, Biersack- exclamó George-. No flipes

- Ya veremos- rió.


La Saeta de OroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora