Epílogo.

326 31 8
                                    

Habían pasado meses desde que Vi atrapó a Jinx. Meses de la muerte de Caitlyn. Vi solo había conseguido romperle un par de huesos.

Ekko había conseguido escapar, pero él nunca pudo sacarse de la cabeza a Jinx. Su sonrisa vivía en su mente. Había oído que la habían encerrado lejos de Piltover, en un lugar secreto y de máxima seguridad para asegurarse que esta vez no vuelva a escapar. No podría volver a salvarla, la única opción era volver atrás y evitar que Jinx pise la trampa. Él anhelaba el día en el que puedan estar juntos de nuevo. Había intentado que su maquina llegara mas lejos, quería volver meses atrás, los segundos ya no le importaban. Sus padres estaban preocupados por él. No solían verlo mucho y estaban felices de que volviera a casa, pero no les agradaba mucho el hecho de que pase día y noche modificando su maquina. Él solo quería volver a verla.

Él puesto de sheriff ya estaba ocupado por una persona joven, sexo masculino y cabellos castaños. Era un hombre refinado, con mucha clase, inteligente y apuesto, según Vi, él era la versión masculina de Caitlyn, por lo que lo odiaba. No le agradaba que le recuerden a ella, a su sonrisa y a su forma de ser.

Jayce había cambiado bastante desde la muerte de Caitlyn, había dejado de salir a defender la ciudad, solo se ocupaba de su taller. Estaba hecho un desastre. A Vi le preocupaba, al principio pensaba que se le pasaría, pero las cosas empeoraron con el tiempo. Decidió dejarlo, si él no quería dejar de llorar, que no lo haga.

Y Jinx... Ella estaba encerrada en una jaula, su cabello había vuelto a crecer, pero su color se había perdido completamente. Ella se aburría allí, tanto que intentaba conversar con los guardias que cuidaban su jaula. Ni ella sabía en donde estaba. No había ventanas, por las noches se sentía asfixiada. Sólo esperaba a que alguien la sacara de allí. Contaba los días, uno por uno, aburrida.

Hasta que un día, su "héroe" llegó a salvarla.

Era un día de tormenta, Jinx podía oír con claridad los truenos mientras hablaba y jugueteaba sola en su jaula, que se hallaba dentro de una habitación impenetrable. Se escucharon varios gritos, lo cuál llamó la atención de la psicópata, quien se acercó a las rejas de su jaula, asomando la cabeza para lograr ver algo, pero como era de esperarse, no vio nada.

—Quedate atrás. — ordenó uno de los guardias.

—Ay, pero quiero ver...— se queja ella.

En ese momento algo derriba la puerta, los guardias comienzan a disparar, pero ambos mueren en cuestión de segundos. El ruido de los disparos la asustó un poco, por lo que retrocedió, sin quitar la vista del hombre del arma. Una máscara cubría su rostro, él disparó a la cerradura de la jaula, abriéndola al instante, sus ojos ámbar se posan en la zaunita, que yacía sentada en el suelo.

—He oído de ti, Jinx... Me ha estado faltando inspiración para mis actos, y me he enamorado de tu trabajo... —El misterioso hombre extiende su mano metálica hacia Jinx, la cual lo mira extrañada. — ¿Te gustaría ser mi musa?

Abraza el Presente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora