La pérdida

83 17 2
                                    

Corro y lo libero. Siento como el sudor frio recorre mi espalda. Me tiemblan las manos y estoy con la mente en blanco. Mi corazón late a toda velocidad, dura en mí la adrenalina de lo que acaba de pasar. No entiendo nada. Solo sé que acabo de salvar a la persona que más me importa en este mundo.

Al escuchar el disparo y ver caer al hombre, Theo, el policía y Franco se acercan corriendo. Aparecen, también, Ina y Ema. Todos abrazan a Valentín. Creo que haberlo perdido hubiese sido una gran derrota para el grupo.

Los miro quieta desde lejos, sin moverme. Lo que acabo de hacer fue justamente a lo que me negaba. Sé que si lo hubiera perdido jamás me lo hubiera perdonado, pero eso no quita que me sienta fatal por la decisión que tomé. Si hubiera pensado un segundo probablemente hubiera encontrado otra opción igual de efectiva para salvar a Valentín sin tener en mis manos la decisión de terminar con una vida que no me pertenecía.

Decidimos, antes de seguir caminando un poco ya que estamos cerca del campamento, darnos un tiempo para llorar las pérdidas. La verdad no tuvimos tiempo de hacerlo antes y creo que lo necesitamos. Mientras enterramos a Alan y Tomás, los chicos del campamento – me da vergüenza saber solo bajo estas circunstancias sus nombres – comienza a llover. Seguimos con Mateo, el médico. A todos ellos los perdimos hoy. Ponemos unas florcitas para cada uno que encontramos entre los árboles y dejamos, también, una para Adam, otra para Julián, una que representa a todos los chicos que no sobrevivieron y una última para mis papás. Así, en silencio y con la lluvia cayendo sobre nosotros despedimos a todos los que perdimos a causa de esta guerra absurda que todavía no entiendo ni creo poder hacerlo alguna vez.

Empezamos, cabizbajos, a emprender el camino restante. No queremos que la noche nos encuentre caminando. Nos acompaña el silencio y la luna que empieza a aparecer en el atardecer hasta que llegamos al campamento abandonado. Es bastante más chico que en el que estuvimos pero se nota que tuvieron que dejarlo con velocidad porque está intacto. Carpas, ropa y hasta comida. Nos repartimos latas de alimento y cada uno elige un lugar al que ir para dormir.

Ya sola en mi carpa, me obligo a comer porque, la verdad, no tengo ganas pero sé que probablemente esta sea la última vez que podamos hacerlo antes de volver a casa. Me recuesto pero la cabeza no para de darme vueltas. Lo que hice hoy me marcó para siempre. No puedo dejar de pensar en quien era ese hombre y quien podría haber llegado a ser, si era el padre, esposo o hermano de alguien, a cuantas personas afecté con mi decisión.

Escucho el cierre de mi carpa y sobresaltada giro para ver a Valentín entrando. "Me imagine que vos tampoco podías dormir." Hablamos un largo rato sobre el tema. Por supuesto, sé que jamás me hubiera perdonado perderlo y cada segundo lo tengo más claro pero podría haber hecho otra cosa. No hay vuelta atrás, lo hecho, hecho está. Como siempre, hablar con él me alivia, es, sin dudas, mi cable a tierra.

Lo beso sabiendo que hoy podría haberlo perdido. Lo beso sintiendo que este podría ser el último. Sé que sus brazos son mi refugio cuando estoy perdida y hoy más que nunca los necesito agarrándome fuerte. Lo que sigue es un secreto entre él, esta noche y yo.

Muy temprano por la mañana, Franco nos reúne para contarnos los siguientes pasos. Estamos muy cerca de la zona central donde estarían Agnes y Olivia. En el mapa, nos muestra donde estarían exactamente cada una y como deberíamos seguir para desviar la atención hacia las "carnadas", es decir, Ema, Valentín y yo. En esta primera parte del camino, nos tenemos que separar, Valentín, Franco y Ema irán por Olivia, mientras que Ina, Theo, Gabriel (el policía) y yo iremos por Agnes. Franco guiará un grupo y Gabriel al otro, son quienes tienen mejor estudiado el mapa.

Nos dirigimos con paso firme hacia el centro de la ciudad. Empiezo a ver a lo lejos altísimos edificios. Observo dos torres gigantes. En la de la derecha estaría Agnes y en la otra Olivia. El acceso estaría garantizado por infiltrados que están esperándonos para dejarnos pasar por una entrada lateral.

Todavía falta para llegar pero ya empiezan a verse carteles con la palabra "Buscados" y nuestras caras en ellos. Más y más cerca, nos ponemos nuestras capuchas y no puedo evitar pensar en Julián y en cómo, gracias a él, estoy hoy acá.

Como lo habíamos planeado, llegamos todos juntos hasta la entrada del centro, nos dejamos ver por una cámara que, sin dudas, nos reconoció porque no deja de moverse para enfocarnos y empezamos a correr cada grupo para un lado diferente. Ya saben que estamos acá, empieza la acción.

Corremos entre la multitud que no parece sorprenderse por ver personas encapuchadas y desaparecemos por un pequeño callejón. Al final del mismo, hay una pequeña puerta que Gabriel golpea tres veces y repite la palabra "Sobrevivientes" cinco veces. La puerta se abre, entramos y automáticamente se cierra una vez todos adentro.

Una vez adentro, veo muchos desconocidos pero observo como Gabriel se acerca a una mujer y la besa. Es su esposa y estuvo trabajando desde el centro para ayudarnos. Pero, entre ese grupo de gente que no conozco una risa destaca entre la multitud. Y ahí la veo, es ella, no tengo dudas, es Agnes. Esta absolutamente cambiada. Tiene el pelo corto hasta los hombros y está teñida de rubio pero sus ojos los reconocería de cualquier manera. Me mira, me sonríe y se acerca a mí y me dice: "¿No vas a saludarme Cami?" Me deshago en ese abrazo que tanto esperé hasta que mi mente – que está llena de preguntas sobre ella – asocia todo. Si Agnes ya estaba a salvo gracias a la esposa de Gabriel y esta gente desconocida, me mandaron acá para retenerme, para que no los acompañe a buscar a Olivia. Me engañaron y eso solo significa que existen grandes posibilidades de que el riesgo de recuperarla sea alto y la pérdida de alguno de ellos tres sea inevitable.

 

Sobrevivientes 2: MemoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora