Presentación

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Y ahí llegaba, como todas las tardes alrededor de las 6pm entraba Milo en busca de su mesa para poder sentarse, pedirse su café y leer hasta que se cansara.

Como sabía yo su nombre? Fácil, cuando Milo no tenía efectivo, pagaba con su tarjeta.

Milo, que nombre tan lindo, como el.

Hace no mucho que empecé a trabajar aquí, en esta hermosa cafetería y Milo no ha faltado ni un día en aparecer.

Llegaba,

Se sentaba,

Pedía su café,

Sacaba su libro,

Tomaba su café,

Leía su libro,

Pagaba,

Se iba.

Una vez que tomaba su libro, ya no le podía ver bien el rostro, se sumergía y ponía toda su atención en el susodicho libro. Pero podía seguir viendo su pelo despeinado y sus largas piernas envueltas de pantalones negros rotos debajo de la mesa.

Nunca me atreví a atenderlo, su aura de chico misterioso me intimidaba tanto que siempre le pedía a Patrick que lo atienda.

Patrick, mi compañero de trabajo y amigo, el me ayudó a entrar a trabajar en esa hermosa cafetería . El sabía lo loca que me traía ese chico. Siempre me insistía en que lo atendiera pero siempre me mantenía ocupada en otras cosas a la hora que Milo aparecía.

Con el pasar del tiempo, cada vez que Milo entraba, mantenía pequeñas conversaciones triviales con Patrick hasta que este último le tomaba el pedido, aunque Pat sabía lo que el iba a tomar.

Gracias a mi querido amigo, sabía que Milo tenía 21 años, asistía a la universidad, estudiaba cine y que estaba soltero. Patrick es una gran hablador por lo que estoy segura que no le habrá tomado mucho trabajo en sacar esa información de Milo.

Una tarde, Patrick, sospechosamente tenía que ir urgentemente al baño pero no si antes dejar el café de Milo en el mostrador y pidiéndome que se lo lleve.

Antes de desaparecer en dirección al baño, me depósito un beso en la frente y me dijo que yo podía afrontar ese estupido miedo.

No tuve otra opción, me acomodé el delantal, ate bien mi cabello y me dirigí a su mesa.

Una vez allí, Milo no me registro. Deje su café, un vaso de agua y en el momento que le deje el azúcar levanto su vista hacia mi.

Nunca lo había visto de cerca, por lo cual me asombre al notar lo verdes que eran sus ojos y , también, sus labios carnosos.

Miro su café, volvió su mirada a mi y antes de que yo pueda irme me sonrió y me dijo

-Gracias.

Como una estupida lo mire y pasaron unos cinco segundos en los cuales yo tenía mi boca entre abierta tratando de formular una palabra,hasta que Milo soltó una pequeña risa.

Buena presentación, excelente.

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