Aprovechar el tiempo p.II

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Oh.

Nos quedamos callados por segundos que parecieron minutos, mis ojos picaban muchísimo, iba a llorar en cualquier momento.

-Penny, dime algo- Milo hablo haciendo más fuerte el abrazo y mis ganas de llorar.

-¿Por que te mudas?- conteste cerrando mis ojos con mucha fuerza.

-Es por trabajo, mi jefe iniciara el rodaje de un documental en Nueva York y me quiere ahí.

No podía creer la mala suerte que tenía, las cosas con Milo empezaban a ir bien, Chris fuera del mapa, nada ni nadie molestándonos, empezábamos a ser solamente Milo y Penny, y ahora todo se iba por el drenaje.
Pensaba que estaba todo perdido,  hasta que Milo soltó un par de palabras que me dieron un poco de esperanza.

-Pero no será para siempre - dijo Milo colocando su mandíbula en mi cabeza- depende de cómo le vaya al proyecto.

-No entiendo- conteste con mi rostro enterrado en su pecho.

-La duración del rodaje será de doce meses, unos dos o tres meses más de edición y bueno, unos meses mas para promociones.

La mínima esperanza de volvió a esfumar.

-Ósea, ¿Dos años?- pregunté levantando mi cabeza para mirar hacia arriba y encontrarme con su rostro triste.

Milo solo se limitó a asentir y después de eso nos quedamos en silencio por unos largos minutos, meditando la situación y solo pensar en que hacer.
Sin darme cuenta, comencé a llorar.

Qué vergüenza

-No, no, no Penny, mírame- dijo Milo tomando mi rostro con sus dos manos- no llores por favor, me destruyes el alma.

-Las relaciones a distancia nunca duran Milo, no quiero que lo nuestro se termine, menos ahora, que recién comienza.

-No va a terminar, porque podemos hacer que funcione, si realmente queremos fue funcione, funcionará. Hey, no es siglo XIX, no olvides las llamadas, los mensajes, las fotos, los mini viajes que podré hacer en los fines de semana- dijo bajando una de sus manos para poder hacerme un poco de cosquillas en mi cintura.

-¿Podrás volver los fines de semana?- pregunté riéndome a causa de sus cosquillas, levante mi cabeza para encontrarme con los bellos ojos café que tenía Milo.

-Mmm, no lo sé, pero podré llorarle un poco a mi jefe si es necesario para venir a verte- Contesto Milo mirándome a los ojos.

Me quede mirando como sus ojos se fundían en los míos, podía ver mi reflejo triste en sus profundos ojos. Definitivamente, sus ojos eran mi nuevo lugar, un laberinto sin final donde me podía perder pero encontrar en ese bello rostro que caracterizaba a Milo.
Me sentía bien, Milo me hacía sentir bien.
La calma que lo caracterizaba, era ideal para los fantasmas inseguros que atormentaban mi cabeza en salir siempre. 
Pude salir de la droga de sus ojos, y note como sonreía al ver mi rostro tan atónito.

-¿Que piensas así, tan concentrada? ¿En lo apuesto que soy? pregunto subiendo y bajando sus cejas y corriendo unos mechones de mi cabello.

Reí por su pregunta.

-Pienso que, puede funcionar, lo nuestro- respondí a su pregunta.

-Ósea, que ¿No soy apuesto?- pregunto Milo haciendo un puchero.

-Eres muy apuesto- conteste para que su confianza vuelva.

-Que casualidad, yo también lo pienso. Que soy apuesto y que puede funcionar - bromeó intentando hacerme sentir un poco mejor.

Nos miramos por unos segundos y ambos reímos.

-Te quiero- dije una vez que la risa había terminado.

Milo sonrió y simplemente me beso, un beso delicado que poco a poco fue intensificándose, él abrió un poco más su boca para darle espacio a su lengua, la cual se encontró con la mía.
Unos cuantos segundos más tarde, tuvimos que cortar con ese grandioso beso, Milo me aferro más a el, cubriéndonos con la manta un poco más juntos y sentándome sobre sus piernas, para abrazarme por la cintura y enterrar su rostro en mi cuello.

Parecía un bebé.

-Yo también te quiero Penny- dijo aún con su rostro escondido en mi cuello, lo que hizo erizar mi piel.

Sonreí tontamente.

-Milo, ¿Cuando te vas?- pregunté sin rastros de sonrisa.

-En dos meses- contesto.

-Es poco tiempo- dije un poco desanimada.

Milo sacó su rostro de mi cuello para mirarme, solo unos escasos centímetros nos separaban.

-No será poco tiempo si aprovechamos bien el tiempo- contestó con una media sonrisa.

Su expresión linda pero atractiva a la vez, hizo que sonriera una vez más.

-¿Aprovechar el tiempo?- pregunté y Milo asintió- Bien, en ese caso, no perdamos tiempo.

Y fui yo quien está vez comenzó el beso, automaticamente nuestras lenguas comenzaron una feroz batalla, fue uno de los besos más apasionados que he tenido.
Pase mis manos por el cuello de Milo y el me recostó en el sillón.
Pasaba mis dedos por los cabellos de Milo y el recorría mi espalda con sus manos por debajo de mi camisa. Siguió así hasta que su mano tomo una dirección diferente, y fue directo a uno de los botones de mi camisa y lo desprendió.
Continuamos besándonos cuando de repente, Milo se detuvo por un instante.

-¿Debo seguir?- pregunto con su respiración agitada.

-No te detengas- dije segura, para después, volverlo a traer hacia mi.

Milo sonrió haciéndose espacio entre mis piernas para que yo las coloque entre sus caderas y un segundo después, me había levantado del sillón y me encontraba colgada de el.
Camino besándome hasta su habitación y me depósito en su cama.
Lentamente comenzó a desabotonar mi camisa para quitármela por completo y tirarla al suelo. Imite su acción levantando su camiseta para sacársela de un tirón. Un par de prendas después, ambos nos encontrábamos en ropa interior.
Milo dio el primero pasó mayor, y colocó sus manos en el broche de mi sostén para desprenderlo y quitármelo. El se quedo observándome por unos segundos y los colores rojos subieron a mi rostro de la vergüenza.
Rápidamente atrapó mi boca con un beso que fue bajando hacia mi cuello, en el cual dejó unas marcas rojas de tanto morder y besar.

Mañana lo mataría.

Volvió a mirarme a los ojos para sonreír una vez más, una capa fina de sudor recorría la frente de Milo y me encargue de desasearme de ella con mi mano.
Sin sacar sus ojos de los míos, lentamente comenzó a bajar la parte inferior de mi ropa interior, dejándome completamente desnuda.
Suspiré pesadamente por la incomodidad que me generó ese momento.

-Tranquila- dijo besando mi mejilla.

Todo iba a estar bien, la calma con la que Milo se manejaba era increíble, calmaba mis nervios con solo una palabra llena de confianza.
Asentí y volví a buscar su boca, continuamos besándonos hasta que Milo rompió el beso y fue en busca de mis manos, las cuales tomo con las suyas para direccionarlas al elástico de su ropa interior.
Tragué saliva y me deje llevar.
Y después, nos encontrábamos completamente desnudos.
Milo busco en un cajón de su mesa de noche, en pequeño paquetito, el cual desenvolvió y colocó en su miembro.

Era el momento.

Milo se posicionó sobre mi, coloque mis piernas sobre sus caderas y cerré los ojos.
Sentí el aroma de Milo más cerca que nunca y posicionó su boca en la mía pero sin besarla.

-Te quiero Penélope- dijo sobre mi boca.

-Yo también te quiero Milo.

Notas de caféDonde viven las historias. Descúbrelo ahora