De cuando Draco se puso celoso de Harry, ahora por una chica

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Se miraban fijamente sin poder pronunciar palabra, pero inmersos en su mundo, un mundo donde sólo existían ellos dos, y no eran Hermione Granger ni Draco Malfoy, solo un hombre comiéndose con la mirada a una mujer, solo dos almas desnudas, comunicándose sin hablar, tocandose sin tocarse, leyendo sus pensamientos, sincronizando el latido de sus corazones.

Pero esa magia no podía durar para siempre, el hechizo fue roto por la musica del celular de Hermione, que cantaba y zumbaba emitiendo luces dentro de su pequeño bolso. Ella sacudió la cabeza volviendo en sí y caminando hacia la mesita de noche donde estaba su bolsa, contestó:

— Hola

Draco respiró hondo y deseó no haberlo hecho, pues la estela que había dejado Hermione cuando pasó a su lado lo invadió hasta el fondo de su alma, haciendo a su corazón retorcerse en su pecho

— OK y ¿cómo quieres que te conteste?

Draco se comenzó a pasear de un lado a otro ¿quién rayos interrumpe ahora?

— Estoy bien, Harry, yo también me quedé preocupada por ustedes, ¿dónde demonios terminaron?

¡Genial! ¡San Potter tenía que ser! En cierta manera, esto era su culpa, por él había decidido acercarse a Hermione para hacerle daño, y cuando ya su resolución fallaba y su corazón se estaba rindiendo ante Hermione, otra vez San Potter, le dio el empujón final, el que terminó de mandarlo al abismo...

Cuando Draco regresó a casa después de ese primer encuentro con Astoria, estaba hecho un mar de confusión. Había dormido con ella para comenzar su plan de lastimar a Hermione y a Potter y había sentido culpa... ¡culpa! ¡Por hacer lo que tenía que hacer, lo que había planeado! Él lo había hecho también para probarle al estupido de Nott que él no amaba a Hermione, que se sentiría igual con cualquier chica, pero eso había sido falso. Había sentido placer sexual, pero no había sentido esa sensación, ese "algo" que siempre sentía cuando se acostaba con Hermione.

Y luego estaba ese pequeño detalle de que Astoria era virgen... quizá al final de cuentas esa era la razón de que se sintiera culpable, no que amara a Hermione, sino que por lastimarla, le había robado su primera vez a una chica, una que no tenía nada que ver con sus estupidas venganzas.

Había algo más que le molestaba, y era algo que le había dicho Astoria: que ella siempre quiso que su primera vez fuera con él. Eso había derretido su corazón, lo había hecho sentir poderoso, admirado, privilegiado, porque las chicas podían llegar a estar con decenas de hombres, pero el primero era especial, era al que recordarían toda la vida, para bien a para mal. Y entonces se encontró a sí mismo preguntándose algo que nunca se había preguntado, algo que nunca debió haberse preguntado: ¿con quién perdió Hermione su virginidad?

Y justo cuando estaba sumido en esos destructivos pensamientos, la puerta de la casa se abre, y llega el objeto de sus pensamientos, de su confusión, el que debería ser el objeto de su venganza y sin embargo, su tonto corazón brincó en su pecho en cuanto ella entró en su campo de visión... estupido, estupido...

— Draco... hola... llegue

Y le sonrió con los ojos brillantes, con esa sonrisa radiante, esa que él no podía evitar devolverle. Ella caminó hacia él y se tiró a sus brazos. Hundió la cara en su pecho y lo rodeó con sus brazos por la cintura. Él recargó su cabeza en la suya y la envolvió con sus brazos, ¡estupido corazón, deja de latir como loco!

— ¿Me extrañaste? — dijo ella levantando la cabeza con esa sonrisa bobalicona en el rostro todavía

Él acarició su cara, ella cerró los ojos y él comenzó a besar su cara, comenzando con sus ojos, su nariz, sus mejillas, su barbilla, se frente, sus sienes, su cabeza...

De cuando Hermione amaneció con resaca en casa de DracoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora