Capítulo 8

59 4 1
                                    

Ver a Lucas de nuevo con ella consiguió que todo mi mundo se viniera abajo nuevamente. No quise mirar a Connor, no quería ver la rabia que tenía hacia Lucas, ni mucho menos la lastima en sus ojos al mirarme, eso no.

El trayecto transcurrió en silencio, ninguno dijo una palabra. Me bajé del auto tan rápido como pude, tome a Hayden en mis brazos y me dirigí hasta el interior de la casa, corrí escaleras arriba a dejar al pequeño en su cuna, al pasar por la habitación de mi madre me cercioré de que aún no había rastro de ella, cuando me dispuse a bajar conseguí a Connor sentado en mi sala, inmóvil, silencioso, simplemente sentado en el sofá imperturbable.

-Ven aquí April - dijo con benevolencia mientras yo permanecía inmóvil - Por favor – insistió.

Connor se acercó a mí lentamente y me tomó entre sus brazos sin decir nada. A pesar del caos en el que se había convertido mi vida, en sus brazos me sentía en paz; envié todo al demonio y rompí en llanto, el simplemente acariciaba mi cabello, me consolaba sin decir una sola palabra. No supe en qué momento pero terminamos tumbados en mi habitación, medio adormecida miraba la silueta de su rostro, pacífico; tranquilo; equilibrado, seguro; todo lo que yo quería ser lo veía en él y me gustaba.

Por más calma que me brindara encontrarme entre sus brazos, la tristeza me perseguía, las lágrimas amenazaban constantemente con salir y el dolor oprimía mi corazón una y otra vez.

Connor se removió entre las sabana y me tomó más firmemente en sus brazos, aún estando dormido parecía tener un sexto sentido para saber que me encontraba mal.

-April – su voz adormecida y grave rompió el silencio en la habitación.

Sus manos recorrieron mi espalda erizando mi piel, la poca luz que entraba por la ventana me permitía ver sus ojos mirándome fijamente, me tomó por la cintura y se subió sobre mí, observó detenidamente cada centímetro de mi cuerpo antes de arremeter contra mi boca.

Nuestros labios se unieron casi a la perfección, nuestras lenguas danzaban sincronizadas al ritmo que dictaba el sonido de nuestra respiración. Sus manos cobraron vida propia por todo mi cuerpo al igual que las mías mientras nuestra ropa iba desapareciendo lentamente.

Poco a poco fue sobrepasando todos mis límites, derrumbando todas mis barreras, opacando todos mis miedos con el fuego que poco a poco se encendía en mi interior con cada beso que me daba.

Mis momentos de lucidez cada vez eran menos frecuentes pues el deseo y la pasión peleaban ferozmente por ejercer el control sobre mí. De un momento a otro me encontraba totalmente desnuda por primera vez frente a Connor, por primera vez frente a cualquiera, por primera vez no sentía miedo, no sentía vergüenza, quizás el dolor nublaba mi juicio o tal vez era simplemente la seguridad que sentía entre los brazos de Connor, nuestra historia, nuestro pasado, o quizás simplemente era el dulce y embriagador sabor de su boca.

 De un momento a otro me encontraba totalmente desnuda por primera vez frente a Connor, por primera vez frente a cualquiera, por primera vez no sentía miedo, no sentía vergüenza, quizás el dolor nublaba mi juicio o tal vez era simplemente la segur...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

En medio de la desnudez, las sabanas y el silencio de la noche eran nuestros únicos cómplices; las manos de Connor empezaron a conquistar lugares a los que nadie había llegado antes, mientras su boca firmaba el título de propiedad de mis senos con sus besos, sus manos exploraban la intimidad de mi entre pierna desatando un sinfín de gemidos de mi boca.

El placer sobrepasaba cualquier sensación que hubiera sentido antes. Todo mi ser respondía a las caricias prohibidas que Connor proveía en todo mi cuerpo, su boca abandonó mi pecho y poco a poco fue bajando hasta adueñarse del sur de mi cuerpo. Su lengua danzaba a un ritmo que estremecía cada centímetro de mi cuerpo, mis piernas temblaban con cada moviendo que hacia provocando un placer desconocido en mi.

Poco a poco las vibraciones de mi cuerpo se sincronizaron con las de Connor, de un momento a otro me hizo olvidar toda la amargura y el dolor, solo podía pensar en él, sus ojos, en el placer que producía en mi.

-Pídeme que me detenga April, pídemelo por favor – dijo entre besos con su voz ronca que desbordaba placer.

-Por favor – dije sin poder dejar de besarlo.

-Dilo April – dijo mirándome con sus ojos encendidos en fuego mientras me hacía soltar un gemido de placer en respuesta a sus dedos abriéndose paso en mi interior.

-Por favor Connor – dije tratando de recobrar la respiración – por favor hazme tuya – dije finalmente rendida ante el placer.

Sus ojos brillaron llenos de aún más fuego que minutos atrás. Se incorporó en la cama y con elegantes movimientos entre las sabanas se ubicó entre mis piernas mirándome fijamente.

-Pídeme que me detenga en cualquier momento y lo haré princesita – susurró en mis labios justo antes de besarme, correspondí su beso y asentí en respuesta.

Se fue acercando a mí lentamente sin dejar de mirarme, mientras poco a poco se escabullía en mi interior produciendo una mezcla de dolor y placer que peleaban por determinar cual dominaba al otro.

Sus besos trataban de distraerme de las confusas sensaciones que estaba experimentando, hasta que finalmente en un movimiento decisivo desató una punzada de placer, pero sobre todo de dolor que me hizo gemir ante él, una lagrima recorrió mi mejilla lo cual alarmó a Connor inmediatamente.

-¿April estas bien?, ¿Te lastimé? – preguntó preocupado.

-No te detengas por favor – dije con voz entrecortada por mis gemidos.

Nuestros labios se encontraron nuevamente mientras poco a poco mi cuerpo se acostumbraba a tenerlo en mi interior y el incontrolable placer volvía a ser el protagonista en mí. Nuestra danza fue tomando forma a lo largo de la noche mientras que nuestras respiraciones se aceleraban o disminuían al compás del movimiento de nuestros cuerpos.

La intensidad fue aumentando junto al placer y el sonido de mis gemidos. De un momento a otro íbamos a toda velocidad mientras el placer se intensificaba a niveles incalculables, mis gemidos se entrelazaban junto a los de Connor hasta que un vaivén de sus caderas ambos nos derrumbamos sobrepasados por las sensaciones, el placer y el cansancio.

Connor se encontraba tumbado en mi pecho aún desnudo, poco a poco nuestras respiraciones volvían a la normalidad mientras recobrábamos el control de nuestros cuerpos. Mi mente se encontraba totalmente en blanco, absorta en el placer de lo recién sucedido con Connor. Bajo ninguna circunstancia imaginé que así sería mi primera vez con alguien, el algún momento llegué a pensar que sería con Lucas, pero en este punto no cambiaría este momento por nada del mundo.

No existía mejor lugar para estar que entre esas sabanas, no había sonido más dulce para mis oídos que escucharlo suspirar en mi pecho, no imaginaba una mejor sensación que el acariciar su espalda mientras besaba su frente, no conocía mejor sentimiento que el sentirme enteramente suya.

La puertaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora