Estaba de nuevo en ese lugar, era de noche, caminé lo más rápido que pude porque ya sabía lo que estaba por suceder si no me daba prisa, entonces... lo escuché gritar, corrí en dirección a su voz pero esta parecía alejarse con cada paso que daba hacia él, corrí y corrí con todas mis fuerzas como nunca antes, estaba decidida a encontrarlo esta vez. Sus gritos se intensificaban, sabía que estaba sufriendo, pero no había forma de que lo alcanzará, el camino hacia él parecía no tener fin. Sentí como se nublaba mi vista y las lágrimas empezaban a correr por mis mejillas nuevamente, no era la primera vez. De un momento a otro los gritos cesaron, no se escuchaba un solo ruido, finalmente había llegado al borde de ese acantilado que ya conocía bien, mire hacia abajo las peligrosas rocas a la orilla del mar que amenazaban con atrapar a cualquiera que cayera ahí, la luna iluminaba el mar como nunca, tan blanca y redonda que llegaba a ser espeluznante, titubee un momento en la idea de lanzarme al agua a más de 8 metros de altura y entonces nuevamente el borde donde estaba parada se derrumbó y en medio de la caída, desperté.
Desperté sobresaltada, con las mejillas llenas de lágrimas y sudando frío, era impresionante como un sueño podía sentirse tan real ¡Y vaya que este era el caso! Incluso cuando despertaba aún me sentía en ese lugar, corriendo.
Odiaba ese sueño, en verdad no había forma de librarse de él. Había estado teniendo el mismo sueño al menos dos o tres veces por semana durante el último año, mi madre había insistido tanto que me había llevado a un psicólogo, era más fácil para ella creer que yo estaba loca, pero como era de esperarse nada de eso funcionó, las drogas para dormir que me habían recetado solo servían para que no pudiera escapar del sueño.
Sacudí mi cabeza para dejar de pensar en aquello, era una tortura más recordar aquello. Me fijé en el reloj que tenía en la mesita de noche junto a mi cama, eran las 3:37 am, como siempre, era un poco macabro el hecho de que siempre que despertara a la misma hora, pero decidí ignorar eso y volver a dormir, hoy sería un largo día.
••••
Desperté con mal humor por la insistencia de mi madre, no había cómo lidiar con ella en las mañanas. Era el primer día de mi último año en el instituto, Dios sabe cuánto anhelaba salir de esa pocilga.
Me apresuré a entrar a la ducha, para estar lista a tiempo. Si quería molestar a mi madre retrasarme en la mañana siempre era la mejor opción, aunque hoy no tenía ganas de pelear. Estaba agotada, ese sueño estaba acabando conmigo.
Salí de la ducha y me vestí más rápido que nunca, no lograba entender cómo alguien podía inventar un uniforme tan feo, pero no tenía tiempo para eso ahora. Me peiné y simplemente hice una cola de caballo en mi cabello y salí de mi habitación.
Cruce el pasillo hasta la puerta de enfrente, me escabullí cuidadosamente para ver si Hayden estaba despierto, este soltó un grito de felicidad cuando me vio, no pude evitar sonreír al ver su grandes ojos verdes mirándome, era idéntico a mi padre, lo amaba demasiado. Me acerqué a él, lo tome en mis brazos y me propuse bajar a la cocina a desayunar.
Al bajar por las escaleras noté que mi madre estaba haciendo el desayuno, debía estar de muy buen humor para que eso en realidad estuviera pasando. No fue ninguna sorpresa encontrar que había olvidado hacer el biberón de Hayden, desde que él nació siempre había sido yo quien se encargará de él, no me molestaba hacerlo, en realidad amaba a mi hermano, solo que habría sido bueno que mi madre hiciera el papel de mamá con él por un momento si quiera.
-Buenos días cariño - la voz de mi madre me sacó de mis pensamientos, voltee a verla y esta me miraba con una sonrisa.
-Hola mamá - dije de forma seca sin siquiera mirarla mientras dejaba a Hayden en su silla y preparaba su biberón.
Mi madre era una mujer bastante atractiva, media 1,80, su tez era blanca con muchas pecas que en realidad la hacían ver más joven, su cabello era de un color rojizo que no logró explicar y sus ondas parecían haber tomado horas en la peluquería, en realidad nunca le hacía nada a su cabello. Sus ojos eran pequeños, pero aun así podías ver el celeste de sus ojos a través de sus largas pestañas. Solo necesitabas mirarla para saber que cualquier hombre podría perder la cabeza por ella. Yo en cambio no era muy alta y había heredado los ojos de mi abuela, eran grises oscuro, mi cabello era liso y castaño tal como el de mi padre, mi madre por su parte me había heredado sus molestas pecas que estaban por toda mi nariz, mis mejillas y mis hombros, sin embargo agradecía tener sus labios.
Volví de mi nube mental y me propuse darle el biberón a Hayden, amaba ver esos ojos esmeraldas mirándome.
-¿Emocionada por tu último año? - preguntó mi madre casi dando brincos de emoción.
-No podría estar más emocionada - dije irónicamente - finalmente me libraré de todos esos...
-Basta April, ¿no puedes dejar de actuar como una malcriada un momento? - me dijo mientras bebía su café y me mataba con la mirada.
No dije nada, me limité a tomar mi desayuno para poder salir de ahí lo más pronto posible.
Subimos al auto, acomodé a Hayden en su asiento y nos fuimos. No tardamos en llegar a la guardería y dejarlo allí.
-Promete que no olvidaras buscarlo esta vez mamá - lo que más odiaba de volver al instituto era no poder cuidar a Hayden y tener que dejarlo en esa estúpida guardería.
-Debes superarlo ya April, buscaré a tu hermano a tiempo - ni si quiera me miró.
Llegamos a la entrada del instituto, todos estaban allí, probablemente chismorreando de sus vacaciones y esas estupideces, abrí la puerta y caminé hacia lo que prometía ser un largo día...
•••
Espero les vaya gustando la historia❤️en el multimedia tienen a la mamá de April, a April y a Hayden😘
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La puerta
Teen FictionLa vida de una joven adolescente nunca ha sido fácil y April Morgan estaba lejos de ser la excepción. Luego de tener un horrible accidente automovilístico, su vida dio un giro de 360 grados al descubrir que todo en lo que había creído no era real. ...