Parte 4

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Descubrió que su lugar favorito en el patio del instituto se hallaba unos cuantos metros alejado de todo el bullicio, debajo de un árbol, sobre una gran raíz.

Lo había estado mirando desde el primer recreo, sin animarse a acercarse. Incluso lo intentó en el almuerzo, siendo que Harry nuevamente se hallaba bajo aquel árbol, pero tampoco logró su propósito ya que su cuerpo parecía querer ir en la dirección contraria a la que él se encontraba.

Sin embargo, aquí estaba, recostado sobre el pasillo del instituto frente al aula de Harry, esperando verlo salir.

Como si de una novela se tratase fue el último en hacerlo. Iba distraído, observaba sus pies mientras le daba un mordisco a su manzana, la misma con la que jugó durante el almuerzo. 

-         ¡Hola!

Soltó alegre y se posicionó a su lado.

-         Hola  -respondió Harry, algo de inquietud en su voz.

-         ¿Cómo estás?

-         Bien, ¿tú?

Sonrió, le había preguntado por él, eso era un avance.

-         Genial –se frenó junto a la puerta de salida, viendo a Harry alejarse unos pasos más-. ¿Te llevo?

Harry detuvo sus pasos y giró para quedar frente a él.

-         Debo hacer compras.

-         Puedo acompañarte.

Contuvo una risa al verlo fruncir el ceño.

-         Insistirás de todas formas -respondió resignado. 

Asintió mientras guiaba al chico hacia su auto.

El silencio invadía el lugar, siendo interrumpido sólo cuando Harry dejó de morder su manzana para indicarle el camino a la tienda. Se sorprendió al saber que él en verdad debía hacer compras, pensaba que aquello era una excusa.

-         Harry –inquirió, no muy seguro de si él quería hablar.

-         ¿Sí? 

-         ¿Cuántos años tienes?

-         Dieciocho.

-         Oh –se sorprendió-. Luces más joven. 

-        Gracias, creo. 

-        Cuando te vi pensé que estabas en primer año. 

-        Estabas fuera de mi aula, Louis. No era precisamente la de primer año -aclaró lo obvio. 

-        Dios, lo siento -se insultó mentalmente. Por su deseo de hablar había dicho la primer cosa que vino a su mente, sin detenerse a pensar en ello-. También tengo dieciocho. 

-        Lo sé -dijo Harry. 

-       ¿Cómo? 

-      También estás en el último año. 

Creyó ver una sonrisa en su comisura izquierda, pero rápidamente sus dedos pasaron por los rosados labios para quitarla. Estremeció todo su ser con un simple movimiento. 

De nuevo su comentario era sin sentido. 

-         Podría haberme atrasado un año, chico listo –contraatacó, siendo infantil, pero logrando finalmente una sonrisa en Harry, quien rápidamente bajó el rostro.


Sus facciones debían ser perfectas, al menos eso parecía mientras el chico revisaba la verdura que llevaría, colocando la buena dentro de una bolsa y descartando la mala.

-         ¿Eres vegetariano?

-         No -murmuró. Fue breve en su respuesta, una vez más. 

Lo siguió por los pasillos del supermercado hasta pararse detrás de él sobre la caja de pago.

-         ¿No eres de hablar mucho, verdad?

-         Supongo -se encogió de hombros. 

Era consciente de estar desviando su mirada hacia Harry cada dos minutos, contados a reloj. 

No podía evitar observar la forma en que el chico mantenía un profundo silencio, sentado a su lado, perdiendo la vista en la carretera. Su mirada desprendía relajación, muy distante del miedo con el que lo observaba antes. Eso era bueno. Sin duda un paso más.

-         ¿Quieres decirme algo? –susurró con su voz ronca, haciéndolo sobresaltar.

-         N-no –tartamudeó- ¿Por qué?

-         No dejas de observarme -explicó-. O quieres decirme algo o me ha salido alguna cosa en el rostro.

"Sí, unos precioso hoyuelos" Gritó para sus adentros, sintiendo un escalofrío recorrer su columna. Se quedó mudo por temor a decir aquello. Miró al frente, procurando estar atento al tránsito.

-         ¿Te debo algo? -insistió Harry. 

-         Disculpa, ¿qué? 

-         ¿Por qué te has acercado, Louis? ¿Qué quieres?

Lo miró confundido, ahora enfrentando el rostro serio del chico a su lado.

-         Sólo intento ser tu amigo.

-         Louis, no soy un experimento con el que puedas cubrir la cuota de buenas acciones en tu día.

-         Lo sé, Harry.

Aquella certeza pareció aliviar al rizado. Su cuerpo se estiró, su rostro se relajó y aquellos preciosos hoyuelos los acompañaron por el resto del camino.

-         Te ayudaré con las bolsas.

Hizo ademanes de abrir la puerta, pero la voz de Harry lo detuvo.

-         Descuida, yo lo haré.

-         Vamos, Harry, déjame ayudarte.

-         En verdad Louis, lo haré yo, puedes irte.

Su mirada volvía a situarse sobre el suelo ante un nuevo encogimiento de su cuerpo.

Era una forma muy directa de echarlo.

-         Louis yo... No puedo dejarte entrar -se excusó Harry, incluso sonaba afligido. 

-         Claro –carraspeó-, lo entiendo.

El rizado asintió, abriendo la puerta dispuesto a salir del coche.

-         Nos vemos luego.

Murmuró recibiendo un nuevo movimiento de cabeza por parte de Harry, quien recorría la calle con la vista. Parecía estar buscando algo.

Lo vio coger las bolsas y caminar apresurado hacia su casa. 

Creyó avanzar con él, había aclarado su intención de tener una amistad y luego de eso las cosas parecieron ir bien, pero entonces Harry volvía a poner muros entre ellos. Era distante y nuevamente actuaba intimidado.

Cuando estaba seguro de haber dado un paso, se hallaba retrocediendo dos. 

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