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Y ahí se encontraba, camino a la cafetería en donde encontraría de nuevo a la castaña.

Al entrar se topó con la chica antes mencionada.

—Hola. —Sonríe.

—¿Ya te ibas?

—Creí que no vendrías entonces iba a regresar a casa.

—Ya estoy aquí. —Sonríe.

—Lo sé, ven.

Ambos toman asiento en una de las mesas más aisladas que todas.

—Bien. Ahora, ¿me puedes contar algo sobre tu vida?

—Claro. —Suspira— Pensé toda la noche que decirte y lo encontré. —Ríe— Espero y no entres en pánico pero digamos que mi familia pertenece a la mafia.

Freddy abrió los ojos como plato.

—Sabía que reaccionarias así. Bien, no vemos.

—¡Espera!

La chica vuelve a tomar asiento.

—Eso, eso no tiene nada de malo.

—¿En serio?

—Sí, no soy quién para juzgarte. ¿Cómo hablar mal de la chica de la cuál me enamoré? —Cubrió su boca con sus manos.

—¿Estás enamorado de mí? —Sonríe avergonzada.

—Sí. —Sonríe.

—¿Te parece si hablamos sobre mi familia en otro lado? Es muy riesgoso en un lugar como este.

—Claro, ¿a dónde?

—A mí casa.

Ambos salieron de la cafetería.

—Oh, sí. ¿Cuál es tu nombre?

—José, pero dime Freddy.

—¿Por qué?

—Mi segundo nombre es Alfredo así que me dicen Freddy. ¿Y el tuyo? ¿Cuál es tu nombre?

—Bryana. —Ríe en bajo.

—Tienes un muy lindo nombre.

—Gracias, t-tú igual.

Después de varios minutos caminando, finalmente llegaron. Freddy quedó, literalmente, con la boca abierta al ver la casa de la castaña.

—Siento mucho que veas a demasiados hombres de negro, mi padre es muy estricto con eso de la seguridad.

—N-no pasa nada.

La castaña tocó el timbre que se encontraba ahí y retrocedió unos pasos, la gran reja se abrió e ingresó, dos grandulones sostuvieron a Freddy de los brazos.

—Señorita, ¿él viene con usted?

—Oh, sí, lo olvidaba. —Ríe en bajo— Es un amigo.

Los grandulones soltaron a Freddy.

—Te sorprenderá su habitación. —Le susurró uno de los hombres trajeados— No es lo que parece.

—¿Cómo?

—¡Freddy! Ven, quiero presentarte a mis padres.

—Te llama la chico. —Le guiña un ojo.

Freddy lo miró confundido y caminó hacia la castaña.

—¿Ellos suelen hacer bromas de acuerdo a tu cuarto?

—Demasiadas, te juro que no entiendo como los soporto todos los días.

She? »Breddy Meyva«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora