Capítulo 22

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No alcancé a encontrarme con Jazmyn cuando me fui a cambiar a nuestra casa, y no es un hecho que me sorprendiera porque llegué casi a la hora de entrada en el trabajo.

Me cambié bastante rápido para ponerme en marcha si no quería tener mi primera llamada de atención por llegar tarde.

De buena o de mala suerte, la tienda tuvo movimiento hoy por lo que fueron contados los momentos libres que tuve, y en los que yo estaba libre Jazmyn no lo estaba. Pero aprovechó un momento libre suyo para pasar por mi lado a decirme que quería hablar conmigo a la hora del almuerzo. Continué atendiendo a la clienta con la que estaba como si nada hubiese pasado, porque el trabajo es algo relativamente fuera de nuestras vidas personales. No era como si podía ponerme a hacer una plática.

Cuando llegó la hora del almuerzo todavía estaba atendiendo un cliente, y me costó mucho que se decidiera para poder llevar sus compras a la caja y consiguieran facturarle. Una vez concluí todo el ajetreo que tocaba hacer para dejar contentos a los clientes busqué a Jazmyn, que estaba sentada en el parqueo con la vista fija en su celular.

—¿Nos vamos en mi carro? —omití los saludos y fui directamente a lo importante, sin querer tentar a mi suerte. Ella bloqueó su celular y volteó a verme antes de asentir.

—Si no tienes problema con eso.

—¿Por qué tendría problema? Considerando que eres tú la que parece no querer respirar mí mismo aire.

La observé rodar sus ojos antes de levantarse y caminar en dirección a donde había dejado parqueado mi carro esta mañana. No tardé demasiado en comprender la acción y seguirla, abrí las puertas con el dispositivo de alarmas cuando ya estábamos lo suficientemente cerca y ambas entramos sin decir nada.

—Supongo que vamos a ir a un restaurante porque saliste tarde, y dudo que vaya a quedarnos tiempo de hacer almuerzo.

—Uh, sí. ¿Dónde te gustaría ir?

—A cualquier lugar donde sirvan maldita comida, Haizel. Tengo hambre.

Luché para no responderle una locura como las que siempre le decía cuando ella actuaba como una mujer gorda que no tiene más razón de vivir que la comida.

Para no calentarme la cabeza pensando en el restaurante al que podíamos ir, elegí el que más frecuentábamos las veces en la que solíamos ir a comer fuera de casa durante nuestra hora de almuerzo.

Estando ya dentro del restaurante y localizadas, una mesera fue a tomar nuestros pedidos. Dimos nuestra orden y ella inmediatamente se retiró.

—Así que... ¿por dónde tengo que iniciar? ¿Disculpándome? —mi interrogación tuvo inicio cuando me di cuenta que si yo no hablaba, ella tampoco iba a hacerlo. Le estuve dando la oportunidad para que tomara las riendas de la conversación y simplemente no lo hizo.

—¿Por qué? —fue todo lo que Jazmyn dijo. Tomé aire antes de responder.

—Bueno, honestamente cuando yo me enteré fue como algo que estaba fuera de las posibilidades, me costó darme la idea al principio, ¿sabes? El resultado había salido en un examen de los muchos que me mando a hacer el médico aquella vez y yo en la incredulidad fui ese mismo día a la farmacia para comprar pruebas de embarazo y confirmarlo.

—Las pruebas de embarazo no son realmente efectivas.

—¡Lo sé! —solté una risa bastante seca—. Eso es lo gracioso, yo estaba confiando en lo que no debería confiar, y tratando de dudar de lo confiable. Porque tenía miedo. No era miedo a estar embarazada, tampoco a no poder mantenerlo y darle comodidades, porque tengo una vida estable. Trabajo y buena paga. Por muy estúpido que suene, mi miedo era criar a mi hijo sin un padre, no por lo material sino por lo emocional. Y todavía lo tengo, porque nada me asegura que él vaya a tenerlo.

—¿Justin lo sabe? Oh, ya entiendo. Por eso es que él estuvo dispuesto a formalizar, se siente obligado a casarse contigo por alguna mierda de no manchar su imagen ¿verdad?

—Él realmente no lo sabe. Y esa, aparte de no sentirme cómoda haciéndolo en el pasado, era una de las razones por las que no te lo dije a ti. Quería que él fuera de las primeras personas en saberlo, porque después de todo, si acepta o rechaza la idea de que tengo un pedazo de él formándose dentro de mí, tiene derecho a saberlo.

—¿Por qué lo estás ocultando? Si tienes miedo de que te rechace, ahora o el día del maldito parto él va a hacerlo y entonces va a doler más. Respecto al bebé, no siempre es todo lindo y maravilloso tener a un padre, Haizel. No porque tu vida haya sido color rosa, con dos padres que te aman y están siempre para darte una mano quiere decir que la de los demás esté destinada a ser de esa manera.

—Lo sé, pero... —ella interrumpió.

—Yo crecí con mis dos padres, pero veía a mi mamá ser abusada físicamente por mi padre cada vez que él salía a cenas con sus amigos, llegaba malditamente borracho hasta el punto de no recordar su jodido nombre. A la única fiesta en la que él asistió, de todos esos momentos importantes que tuve en mi vida cuando era una niña, fue cuando me gradué de la escuela secundaria, ¿y sabes qué? Llegó borracho y su felicitación fue la más extraña que pude haber tenido, aun así me puse a llorar de la felicidad porque después de todo era la primer felicitación que él me daba.

Sin saber que decir, me mantuve callada. Y afortunadamente la mesera llegó con nuestra orden en ese momento. Nosotros le agradecimos y ella se retiró, después Jazmyn aprovechó para seguir hablando.

—Como te decía... no puedo hablar por las personas que crecieron sin un padre, pero sí por mi vida. Tuve un padre, y desearía nunca haber tenido uno. Son verdaderamente muy escasos los recuerdos lindos que tengo junto a él, incluso creo que el más lindo recuerdo fue cuando me dieron la noticia de que se iba de la casa porque él y mamá estaban divorciándose.

—Yo... quiero disculparme Jaz. Por todo. Por habértelo ocultado principalmente, te prometo que no era algo personal o por falta de confianza, simplemente eran los problemas conmigo misma. También por lo de tu padre, nunca pensé que había algo detrás de ese montón de veces que cambiabas de tema cuando te lo mencionaba.

—No es mi tema de conversación favorito —ella me dio una sonrisa débil antes de meterse un bocado de comida a su boca.

—¿Hay algo más de lo que te gustaría hablar? Realmente no sé qué más añadir o si ya estamos bien.

—Estamos bien.

—Me alegra saber eso —confesé totalmente aliviada. Ella daba a nuestra amistad como algo más importante que su orgullo.

—Y una cosa que me gustaría añadir, no tardes mucho en decirle al hijo de puta que no se puso envoltura en el chocolate antes de darte a probar de él.

Bajo las sábanas {j.b} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora