Capítulo 23

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La situación volvió a la normalidad con Jazmyn, fue un poco incómodo al principio para ella porque se hacía historias locas en su cabeza, pero después sonreía y bromeaba como toda la vida. Justin nos molestó bastante con bromas de mal gusto sobre cómo sería la convivencia entre nosotras si seguíamos distanciadas por más tiempo.

No quise ni pensar en cómo es que serían, honestamente definir que sería un asco le quedaba corto. Jazmyn presionó y me motivo para contarle a Justin sin dejar pasar demasiado tiempo, explicándome que si ella se sintió herida con la omisión de información, él que estaba dándome su confianza iba a sentirse, quizá no herido, pero decepcionado de que yo no le dé a él lo mismo en respuesta.

Por lo que notando que solo faltaba un día para el fin de semana que él había estado recordándome durante toda la semana que debía apartar porque era nuestra cita, decidí decirle en uno de esos dos días que era lo que estaba pasando conmigo y cuál fue el problema por el que Jazmyn y yo tuvimos bajas diferencias.

Me prometí a mí misma disfrutarlo porque no sabía cuánto más íbamos a durar conviviendo con el mismo humor, de querer compartir con el otro en cada momento que tengamos. Estaba segura que yo todavía iba a querer compartir con él, es decir, gracias a Justin he tenido buenos días, podría considerarme una mujer querida a su lado. Y a pesar de que nunca me he atrevido a soltar las palabras, lo quiero.

Sí, lo quiero.

Y posiblemente desde el primer día lo quise, no de la manera en la que mis sentimientos lo aceptan ahora. Pero lo quise ese día en el club, lo quise dentro de mí tan condenadamente fuerte que tiré de lado todas las advertencias de mi mente sobre mantenerme hasta el último día de mi vida siendo una chica difícil. También lo quise los días siguientes, quise una llamada de él o aunque sea una señal de vida porque todavía quería más de él. Y luego lo fui queriendo, queriendo conocer al hombre, al amigo y, Dios, quiero conocer al padre que sé que puede haber dentro de él.

Espero conocerlo.

Justin me llamó durante la hora del almuerzo para preguntarme si podía quedarme a dormir hoy en su casa, obviamente como la mujer fuerte que soy, le dije que sí. Esperaba tener un poco de acción por la noche, tenemos algún tiempo de estar saliendo y solamente lo hemos hecho una vez desde ese momento. Una tan sola y simple vez.

Hoy era día de pago por lo que fuimos junto a Jazmyn a cobrar los cheques. A pesar de que no había estado trabajando demasiadas horas extra como antes, mi sueldo seguía siendo bueno. Pasamos por el supermercado para comprar cosas y surtir nuevamente la despensa, una vez que terminamos, fui a dejar a Jazmyn y aproveché para tomar un poco de ropa antes de irme con Justin; posiblemente a esa hora él ya estuviese en su casa.

Cuando estacioné el carro me sorprendió escuchar música en casa de Justin, a él le gustaba escuchar música pero nunca a ese volumen. Usualmente solo lo pone al alcance de sus oídos, no para toda la cuadra. Indecisa sobre lo que tenía que hacer, tomé mi celular y le marqué.

Él respondió después de cuatro tonos.

—¿Dónde estás, amor? —inquirió en cuanto respondió, la música se estaba un poco más fuerte por el celular.

—Afuera de tu casa. Se escucha música bastante alta, Justin. ¿Todo bien ahí dentro?

—Lo sé, iré a bajarle en un rato.

—¿Por qué esta alta?

—Mis amigos están en el patio, uno cumple años hoy y armaron celebración repentina. ¿Ya entraste?

—No. ¿Estás loco? No voy a entrar estando tus amigos ahí dentro, seguramente están sus esposas y van a quedar viéndome raro, nunca me han visto en sus vidas.

—¿Cuál es el miedo? No te van a quedar viendo raro, la mayoría es amigable.

—¿Son de tu edad todos?

—¿Eso qué tiene que ver?

—Seguramente son señores todos serios con esposas enojadas con la vida por haber tenido un montón de hijos.

Justin se echó a reír, a mí no me hacía gracia. ¿No podía haberme llamado para avisarme y traer a Jazmyn de refuerzo? Ella habla hasta con las plantas, yo no.

Me quedé con la mirada fija en el celular una vez que lo quité de mi oreja porque los pitidos de que la llamada había sido cortada comenzaron a sonar.

Tan grande fue la indignación que cuando ya había salido del shock Justin apareció por la puerta. Estaba vestido con un short y una camisa de polo azul marino. Se veía tan increíblemente precioso.

—¿Por qué no entraste, guapa?

—¿Por qué me cortaste? —pregunté yo en su lugar.

—Pues para venir por ti, aproveche para bajarle a la música también. ¿Se escucha mejor así, no? Suave.

—Sí.

—¿Trajiste ropa? —cuestionó Justin señalando el bolsón a mis espaldas.

—Venía preparada esta vez. Pero voy a regresar cuando ya termine la fiesta.

—No seas loca, vas a tener que conocerlos en algún momento, ¿qué mejor que este?

—Ni siquiera traje un regalo.

—Después de los cuarenta ya no se dan regalos —él bromeó.

—Me da pena.

—Trátalos como a tus amigos, amor. No es la gran cosa, vamos, déjate de tonteras y entra.

—¿No te van a decir algo por mí?

—¿Algo como qué?

Por mi edad, estaba por responder. Pero un hombre salió de la casa en ese momento y no pude hacerlo.

—Venía a preguntar a que habías salido pero ahora lo sé —aquel hombre comentó señalándome. Justin sonrió y asintió.

—Tiene pena de entrar —quise matarlo, por lengua larga—. Es el primero que vas a conocer, pero él ya sabe sobre ti. Este es mi Jazmyn para ti, Ryan Illusive. Y bueno, Ryan, ella es Haizel Cox.

—Tu mujer —él asintió y luego me sonrió extendiéndome su mano—. Mucho gusto, Ryan.

—Haizel, igualmente.

—Así que, ¿por qué tienes pena, Haizel? Somos personas adultas, supongo que como personas todas somos buenas para hacer amistades, ¿no?

Yo no.

—No era verdad lo que decía Justin. Estamos a punto de entrar —miré a Justin con seriedad—. ¿Verdad?

Él sonrió.

—Sí, era bromeando. Más bien ella estaba prácticamente obligándome a entrar rápido porque no aguanta la emoción de conocerlos a todos.

Tan poco era para tanto. Realmente no soy la reina de socializar, al inicio me cuesta bastante aunque después sea de esas personas a las que tienen que meterle un palo en la boca para que se calle.

Bajo las sábanas {j.b} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora