Capítulo 03

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—¿Ya terminaste de jugar? —articuló Justin en cuanto respondí a su llamada. La cual llegó 20 minutos después de mi pequeña e inocente broma.

—¿Por qué tardaste tanto en volverme a llamar? ¿Tenías miedo de que fuera una persona dentro de un manicomio, verdad?

Su risa se escuchaba tan linda a través del teléfono, que tuve que reírme junto a él.

—Eres graciosa —se quedó callado por un tiempo antes de responder—. Estoy en horas de trabajo, es por eso que tarde en volverte a llamar, justamente después de que cortaras alguien estaba pidiendo hablar conmigo.

—Oh, también estoy trabajando en estos momentos.

—Entonces iré directo al grano, te llamaba para saber a qué hora es tu almuerzo, me gustaría verte otra vez.

—¿De verdad?

—¿Qué es esa voz sorprendida? No creo haber dado una impresión contraria la vez anterior.

—No, no es nada. Tengo una hora y media libre a partir de las 12 del mediodía.

—Bien... yo podría tomarme ese tiempo también, ¿me mandas un texto con la dirección de tu trabajo?

—Lo haré.

—Te mando un beso.

Esa de verdad que no me la esperaba. Me sentí incomoda sobre lo que debía de responder, pero, ¿a quién quiero engañar? Simplemente deje que las palabras correctas fluyeran.

—También te mando un beso.

Él carcajeó.

—Eso tardo un poco, pero me gustó esa voz en la que lo dijiste. Valió la pena la espera. Nos vemos en un rato.

No me sentía segura de decirle a Jazmyn que me vería nuevamente con Justin. Por lo que no di tantos detalles al decirle porque la estaba dejando sola para el almuerzo. Han sido inusuales las veces en las que había elegido otro lugar para comer que a su lado, por el simple hecho de que ambos estamos solteras e independientes de nuestras familias como para tener que ir junto a otra persona que no sea la otra a un almuerzo o comida en general.

Justin llegó por mí, 10 minutos después de que Jazmyn se había ido a comer. Agradecía tanto ese tan pequeño incidente.

Lo saludé en cuanto entré al carro, me devolvió el saludo antes de arrancar.

—¿Vamos a un restaurante o te gustaría ir a mi casa?

La pregunta me tomó por sorpresa, y estoy segura de que me había sonrojado ante la mención de su casa. Él se río, pero no hizo nada más que negar con su cabeza y continuar viendo el camino.

—Donde tú quieras.

—Mencione mi casa porque Martha hace una comida exquisita que estoy seguro jamás has probado. No para hacer cosas como las que seguro pensaste, aunque claro que si quieres...

Solté lo primero que vino a mi cabeza al escuchar aquel nombre.

—¿Eres casado?

—¿Qué? No.

Asentí pero me mantuve en silencio durante el resto del camino. Mi pregunta había dejado cierta incomodidad en el ambiente y no quería empeorarlo.

Finalmente se había decidido por ir a su casa. Reconocí la calle en la que se metió y lo confirmé al tenernos aparcados enfrente de ella.

Una señora con un delantal envuelto en su cintura fue quien nos abrió la puerta, le sonrió a Justin y me miró por unos pocos segundos intentado descifrar de donde había salido yo. Su mirada estaba empezando a ponerme más incómoda de lo que ya estaba, por lo que no pude quedarme un minuto más callada.

—Hola, soy Haizel —me introduje a mí misma y estiré mi brazo hacia ella—. Un placer conocerla.

—Un placer conocerte también —respondió tomando mi mano—. Oye, Justin ¿realmente viniste con una mujer decente o estoy soñando?

—Martha.

La señora, cuyo nombre parece ser Martha dio una sonrisa amplia antes de dejarnos pasar. Consideré dos veces el haber venido, todavía no hemos ni almorzado y este ya está siendo uno de los almuerzos más incómodos a los que he tenido que asistir en mi vida entera.

—Ya va a estar el almuerzo, me puse a remodelar un poco y me dio la hora.

—Estaremos en mi habitación, ve a llamarnos cuando esté la comida y por favor, toca la puerta antes de entrar.

Martha levantó su pulgar hacia él, dándole aprobación de lo que acababa de decir antes de desaparecer hacia la cocina.

—¿A dónde quieres ir? —preguntó Justin mirándome—. Dije que iríamos a la habitación sin considerar que quizá no quieras eso.

—Yo, realmente me gustaría ir a ayudarle en la cocina. No quiero dejar una mala impresión y solamente comer sin ayudarle.

—¿Quieres eso?

—Sí.

—Entonces vayamos a la cocina.

La mayoría de cosas para el almuerzo ya habían sido puestas en la estufa para cocinar, incluso estaban casi cocidas. Justin se encargó de recalcarme eso pero no me importo, a cocinar no era lo único en lo que podía ayudar, amablemente quité a Martha del fregador para continuar lavando los trates que ella había ensuciado mientras cortaba o lavaba los alimentos. Después los coloqué en los lugares que Justin me indicaba, hasta que se puso junto a mí a hacerlo, una vez habíamos terminado con eso, sequé y limpié la cocina de los residuos.

—Cambié de opinión, de verdad quiero tenerte en mi cama hoy —susurró Justin detrás de mí, dando un apretón ligero en mi trasero.

—¿Cuándo no quisiste? —pregunté bajo, supongo que ninguno de los dos quería ser escuchado. Dejé a un lado el trapo con el que sequé y caminé fuera de la cocina con Justin siguiendo mis pasos.

—Puedo jurar que cuando llamé lo hacía inocentemente. Para que almorzáramos y nos besáramos como mucho.

—Bueno, es a todo lo que vamos a llegar —bufoneé. Yo también quería volver a sentirlo, si es de esa forma en la que no va a perder interés en mí.

Él accedió.

—Si es lo que quieres, puedo esperar.

—¿No vas a correr a traer otra mujer?

—¿Qué?

Tonta, tonta.

—Estaba bromeando —sonreí falsamente, esperando que luciera como una sonrisa real.

—Voy a dejarlo pasar.

Martha nos llamó para almorzar en el momento oportuno, ella se sentó junto a nosotros pero no habló demasiado. Me hizo algunas preguntas al inicio y me limite a responder lo más corto posible. Me sentía extraña en este lugar.

Era como que si cada vez que abría la boca alguien decía algo incómodo y luego estaba yo diciendo otra cosa que empeoraba la situación. Tal vez necesito estar con un poco de alcohol en mi sistema para sentirme cómoda a su lado tal y como la primera vez.

Bajo las sábanas {j.b} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora