Capítulo 21

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Por la mañana cuando pude abrir mis ojos las cosas se miraban de una mejor manera, con mi mente ya aclarada puse la situación en un plan secundario y no como si fuese lo peor que le puede pasar a una persona, tal y como lo estaba haciendo ayer.

Justin me había dado consejos cuando le solté en confusas declaraciones de qué forma se había dado el incidente y comprendí que nadie tiene el derecho de decirme de que forma manejar mis cosas personales.

Incluso mis secretos.

Si Jazmyn se enoja sin dejarme siquiera explicar es porque simplemente no le da a nuestra amistad el mismo valor que yo le doy. Independientemente de que seamos mejores amigas, hay situaciones que requieren manejarse con cuidado. Estando en otras circunstancias, le hubiese contado desde el mismo día en el que me enteré. Pero no, no lo sabía ni el padre, ¿cómo podría ella exigir saberlo?

Sí, mis padres lo sabían. Pero porque en aquellos momentos me sentía tan fuera de lugar con lo que me estaba pasando y necesitaba una palabra que me ayudara a saber que decisiones tomen, a asimilar la situación. Por eso llamé a mi madre, y fue decisión de ella contarle a papá. No mía. Y es que honestamente, si por mi fuera, hasta el sol de hoy solamente mi madre estaría enterada.

Porque de alguna manera siento que Justin es quien tuvo que haber recibido la noticia como primicia, no que ser el último en enterarse. Como evidentemente va a serlo.

Encontré a Justin en la cocina, preparando el desayuno. No llevaba puesto nada más que un bóxer y realmente estaba disfrutando la vista.

—¿No tienes un celular cerca? Una foto va a servirte para cuando quieras observar algo precioso —me volteó a ver y se señaló a sí mismo—. Entonces verás a este hombre y todo irá mejor.

—Serás creído.

—Te toco el hombre más guapo, presúmelo.

No iba a negar eso. Realmente me había tocado un hombre guapo. En vez de contradecirlo, me reí. Porque es graciosa su elevada autoestima. Es guapo, y lo sabe.

—Ahí esta esa sonrisa linda. Ahora quien debería tomar foto sería yo.

—Claro, y ponerme de pantalla. Para cada vez que veas una mujer que te parezca bonita y quieras hacer algo en tu celular este yo ahí, recordándote que me tienes a mí y no debes volar ojo en otras partes.

—Me gustan como tú. Despreocúpate porque no se ven todos los días.

—Oh. Ya no me parece tan buena la idea de estar en tu celular.

Su atención se giró nuevamente a la estufa para asegurarse que lo que estaba preparando se hubiese cocinado, luego la apagó. Tomó la olla y comenzó a servir en dos platos. No había dicho nada durante todo ese tiempo, volvió a abrir su boca hasta ambos estuvimos sentados en el desayunador.

—¿Por qué?

—¿Por qué, qué? —indagué.

—¿Por qué no quieres estar ya en mi celular?

—Porque vas verlo para comparar que alguien se parezca a mí y si lo hace, puedes ir tras ella.

Probé mi comida seguido a eso, esperando a que él respondiera. Pero también tenía comida en su boca por lo que se tardó un poco.

—Realmente como toda tú, si veo tu foto no va a salir tu personalidad completa para verla junto a la de esa persona. Así que saldría perdiendo.

—Como que si un hombre le dijera a su pareja antes de serle infiel.

—Para empezar, si quisiera andar probando bocados fuera simplemente no estaría comiendo en casa.

—Háblame en español que no entiendo metáforas.

—No estaría tratando de agradarte a ti en cada cosa que hago si yo quisiera a otra mujer, ¿entiendes ahora?

Si entendía. Perfectamente. Pero como la aprovechada que era hice el movimiento más esperado.

—No, lo necesito todavía más claro.

—¿Qué tan claro?

—Transparente como el agua.

—Uh, eso es demasiado.

—¿Entonces no lo harás?

Él negó con su cabeza y siguió comiendo. Y pues, yo también lo hice. Si no quería aclarar más el asunto, para que quedara transparente como el agua yo lo entendía.

Yo me había bañado mientras él preparaba el desayuno, así que ahora era su turno de bañarse y el mío para limpiar la cocina. Hoy era lunes y ambos teníamos trabajo con el cual cumplir por lo que una vez que terminé con la limpieza subí hasta su habitación para despedirme.

—Me perdí la parte divertida —comenté viéndolo de pies a cabeza. Ya tenía puesto su pantalón. Él levantó su ceja derecha y luego volvió a bajarla rápidamente.

—No tiene silicón, todavía podemos quitarlo.

—No, señor Bieber. Tenemos trabajo con el cual cumplir.

—Puedo tomar el celular y llamar a mi jefe para reportarme enfermo.

—¿Así? —pregunté y él asintió—. ¿Y qué le dirías? «Oye Justin, te habla Justin y quiero decirte que no podré ir a trabajar el día de hoy porque me encuentro un poco mal de salud».

—Exacto. Él probablemente me diga que me quede con mi mujer para que me cuide y me recupere pronto.

—Lastimosamente para ti, porque no tienes mujer.

—No. Es una lástima para ti que no quieres aceptar que soy tu hombre.

—Yo lo acepto.

Justin comenzó a acercarse a mí, hasta quedar lo suficientemente cerca como para envolver sus brazos en mi cintura. Entonces musitó muy cerca de mis labios.

—Bueno, yo también lo acepto.

—¿Ves? Ambos estamos aceptando que eres mío.

—Bueno, yo estaba aceptando que tú eres mía pero lo que dijiste es verdad también.

—Yo no.

No respondió verbalmente pero igual utilizó su boca. En vez de pronunciar palabras simplemente me besó, ya sea para señalar un hecho o callarme de una bonita y deliciosa manera.

Nuestros labios desde el primer beso que compartimos se han sentido como dos piezas del rompecabezas que están destinados a ir juntas, aunque bueno, en algunas ocasiones también se pueden colocar en otro lugar pero no se tan bien como en el que pertenecen.

Cuando nos separamos terminé mareada de tremendo beso.

—Dime ahora que no eres mía.

Sonreí.

—No.

Me dio otro beso corto antes de alejarse para seguir vistiéndose.

—Respecto a esto con Jazmyn, ¿vas a hablar con ella?

—Si ella está dispuesta a hablar conmigo, por supuesto.

—Ojalá que lo esté, ustedes son dinamita, es un poco difícil imaginarlas sin hablarse por toda una vida.

—Esperemos. Bueno, mientras tanto me voy yendo porque no puedo llegar tarde al trabajo y todavía tengo que cambiarme.

—Deberías de irte así.

—¿Con tu ropa? ¡No! Posiblemente terminen despidiéndome por informal.

—Por sexy más bien.

—No creo que me despidan por eso, ya que ese fue el motivo principal de que me contrataran —bromeé haciéndole un guiño.

Me acerque a él nuevamente por iniciativa propia y le di un último beso en los labios para despedirnos. Justin lo hizo persistir más de lo que estaba destinado a durar, pero tampoco es como que si me quejé. Me encantaba.

—Gracias por hacerme sentir mejor, guapo. Tus besos y tus palabras fueron el mejor remedio.

—Y esto que todavía nos faltó terminar bajo las sábanas.

Bajo las sábanas {j.b} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora