Cuando desperté por la mañana Justin ya no estaba a mi lado, ni había sombra de él por lugares cercanos como el baño o los pasillos, por lo que di por sentado que estaba en la cocina preparando el desayuno. Es un buen cocinero y posiblemente es lo que más le gusta hacer en las mañanas.
Aprovechando que estaba sola, busqué mi bolsón y lo llegué al baño para poder darme un baño y cepillarme los dientes.
Me encontré con Justin en la cocina él estaba solamente en bóxer, tiene una costumbre extraña de cocinar así en las mañanas, ¿o qué?
—Buenos días —lo saludé para que notara mi presencia. Él me dio una rápida mirada antes de continuar con su trabajo.
—Buenos días, guapa. ¿Tienes mucho estando despierta?
—No mucho. ¿Son baleadas? Huele delicioso aquí.
—Como te veo bañada. Y sí, son baleadas, quise consentirte un poco.
Le sonreí como respuesta y me acerqué para ayudarle un poco. Los frijoles y el huevo ya estaban hechos, por lo que sólo faltaba echar las tortillas al comal y en eso es que estábamos. Yo las hacía y él las miraba y daba vuelta.
Una vez que habíamos terminado, los dos estábamos sentados en el desayunador, disfrutando del cielo. Porque eso eran las baleadas para mí, nada menos y mucho más.
—Como hacemos para mañana, ¿paso a recogerte o te vienes a dormir acá nuevamente? Quiero que salgamos temprano.
—Como sea mejor.
—Voy a avisarte como estoy de trabajo, si salgo a hora normal paso a recogerte y te vienes a dormir conmigo.
—Eso iba a mencionarte, si me venía debías ir a recogerme porque quiero dejarle el carro a Jazmyn.
Le dio un mordisco a su baleada y asintió. Antes de hablar nuevamente también bebió de su jugo.
—¿Cómo fue conocer a los chicos ayer?
—No tan mal. Son bastante agradables para ser honesta.
—¿A qué le temías?
—Bueno, no es como que le tenía miedo a ellos o algo así, simplemente no soy buena socializando.
—Conmigo lo hiciste bastante bien la primera vez.
—¿Sí? Sobre todo cuando para disimular mis nervios se me dio la idea de beber un poco de agua y terminé tirándotela en la cara porque te las diste de gracioso.
Justin se echó a reír, y a mí todavía no logra darme la suficiente gracia ese momento. Dios, incluso pensé que él se iría y me dejaría parada en aquella esquina del club en la que nos encontrábamos. Completamente sola por desubicada.
—No la tiraste, me la escupiste.
—Eso. Lo que quería decirte es que no fue una buena impresión.
—Me tienes aquí, ¿no? Tan mala tampoco fue.
—Porque te quedaste con lo que sucedió después y al siguiente día.
—Vamos... sabes que no. Aunque me encantó también, eh —dio una mordida grande a su último pedazo de baleada y agarró nuestros platos vacíos antes de levantarse—. Voy a ir a darme una ducha, ¿me acompañas?
—Ya me bañé.
—Lo sé, la invitación iba para la habitación. ¿Vas o no?
—Voy a lavar los trastes.
—Ya va a venir Martha, dejale un poco de trabajo. Es seña segura cuando tú estuviste aquí porque ella solo viene a sentarse y ver televisión hasta el almuerzo.
Justin fue a dejar los trates hasta el fregador y luego pasó por mi lado, no iba a hacerme de rogar, no tenía una idea de para que me quería junto a él cuando ya estaba bañada y el día amaneció un poco lado como para voluntariamente ofrecerme a darme otro baño solo para estar junto a él.
Mientras él se estaba bañando me puse a buscar algo para poder ver en la televisión hasta que regresara. En el constante cambio de canales pase una película donde se encontraba una pareja besándose bastante candente. Despertando en mí el deseo de hacerlo con Justin.
Había escuchando incontables veces decir que el embarazo aumenta tus hormonas, o tu ánimo. Desde el punto de querer volverte una ninfomana hasta aborrecer el sexo con la persona que te embarazo. ¿En qué punto del embarazo llega este momento? Porque presiento que terminaré siendo de las primeras.
Las ideas fluyeron en mi cabeza como estrellas en un día sin lluvia. Y me puse a hacerle caso a mis instintos, ellos decían que me desnudara y me en volviera en las sábanas para esperar a que Justin saliera de bañarse con una sorpresa. No me quedó tiempo siquiera para asimilar que estábamos en viernes y que había día de trabajo que soportar.
Justin salió envuelto en una toalla y parpadeó varias veces al verme en vuelta en sus sábanas.
—¿Tienes frío? —preguntó y yo negué con mi cabeza—. ¿Entonces?
—¿Te pusiste el bóxer?
—No.
—Déjame ver.
Él se rió y alzó una ceja, seguramente preguntándose que fuerza maligna se me había metido porque nunca había hecho algo como esto antes.
Pero vamos, yo quiero.
—¿Me dejaras ver o no?
—Eso es bastante extraño, amor —comentó pero igual hizo la toalla a un lado.
Miren ese ratoncito ahí. Todo gordito.
—Casi no miré nada —me quejé cuando soltó el pedazo de toalla que había estado sosteniendo.
—Solo querías ver si no andaba bóxer, ¿no?
Comprobando que no sirvo para los juegos previos antes del sexo, mi siguiente movimiento fue mostrarle como me encontraba debajo de las sábanas. Desnuda. Y caliente, porque de verdad a mí esto de actuar toda atrevida que prende bastante.
—Oh, ya entiendo.
—¿Vienes o no?
Él asintió rápidamente y para la próxima vez en la que, por fin, bajo toda su toalla y la mandó adonde sea que haya sido. Su pequeño hombre de ahí abajo ya estaba preparado para combatir la guerra.
Y mi mujer también estaba preparada para ser disparada una y otra, y otra vez.
Sonreí cuando se unió mí en la cama.
—Admito que me encantó —murmuró Justin dado un último beso en mis labios antes de bajar para succionar mis pechos.
—No si, gran momento para citar a la divaza.
No respondió más con palabras sino que solamente con caricias. Sus besos en mis pechos fueron decendiendo por mi estómago hasta que llegó al punto sagrado. Mi feminidad.
De mi boca solamente salían gemidos mientras disfrutaba de su tacto. Sus dedos se unieron a su boca para acariciar mi parte más íntima, hasta que finalmente introdujo uno de ellos. Pegué un pequeño saltó por la impresión de su toque. Cuando me hizo venir con sus dedos, se urgió sobre mí y finalmente me penetró.
Él realmente es bueno en lo que hace. Y me encantó la nueva sensación.
Debería tener estos arranques más seguido.
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Bajo las sábanas {j.b}
Fiksi PenggemarUna noche fue suficiente para cambiar sus vidas. Dejándose llevar por la curiosidad y el deseo, pudieron descubrir por ellos mismos que eran buenos en algo más que lanzarse miradas y coqueteos. Ambos pasaron en alto los pequeños detalles de esa noch...