Capitulo 14: La mascara.

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Capitulo 14: 

La mascara. 


—Mi habitación. —Presentó orgulloso, poniendo sin preguntar su mano en la cintura de la muchacha.

Él se volteó a verle el rostro y sonrió. Sonreía mucho, Valeria creía que era por el alcohol.

—¿Eres muda? —le preguntó—. Juro por Dios que te estoy viendo doble. —Le tocó la máscara, y Valeria renegó su toque. No le podía quitar la máscara. Le agarró la mano y se la bajó.

—¿Estás bien?

—No es tu asunto. —Se acercó para quitarle la máscara de nuevo, ella se apartó por completo—. ¡Qué emocionante! —Exclamó, espantándola—, he ido a muchos lugares, y nunca he estado con una enmascarada.

Se quedó quieto, y después se le acercó. Puso ambas manos en sus hombros y le besó suavemente, con los ojos cerrados. La meneó de un lado para otro, como si estuvieran bailando, a lo cual Valeria se movía tiesa mientras él acercaba sus dos cuerpos y bajaba sus manos de sus hombros a su cintura. Su negación a moverse hizo que tropezaran y que el interrumpiera el beso para reírse entonces.

A lo cual ella no le vio sentido.

—¿Y tú? ¿Qué te pasa?, ¿eres virgen, que estás tan tiesa?

Valeria rehuyó la mirada. Todas las personas podían hacerse la pregunta, pero no él. Nunca él. ¿Qué tanto influye en ti el alcohol y las drogas?, te hacen ver doble y no reconocer a la persona que amas.

Él dejó de reírse al ver que la chica no prestaba tregua, porque no hablaba, ni se reía, ni nada, pero si estaba interesada.

Bueno, que él supiera, todas estaban interesadas en él, ¿Qué lo iba a cambiar? La niñera de Santa estaba tan entusiasmada que estaba tiesa, tiesta como una piedra y ni siquiera lo miraba a los ojos. Pero vaya bien que se dejó besar.

Seguro se estaba burlando de él. De verlo miserable, de verlo destruido, de verlo borracho y con visión doble.

Que horrible era la muchacha esa de su pesadilla. Al menos las otras mostraban entusiasmo.

Molesto ahora, y un poco ofendido, la agarró del codo y la llevó hasta la cama, ante la sorpresa, la chica abrió los ojos y se recuperó de la caída. Cuando lo hizo, él se acostaba a su lado, apoyándose de la palma de su mano. Le agarró las muñecas y le extendió los brazos hasta encima de su cabeza. Se acercó lentamente, disfrutando la vista del vestido un poco alzado por sus manos estar hacia arriba, y después la besó con suavidad.

Dejó de besarla. Intercambió de manos para agarrar sus muñecas con una sola, mientras que con la otra le tocó los labios, que, desde ese momento, le parecían bonitos y nostálgicos.

—Dime, ¿quieres continuar? —Se lo preguntó cómo rogando, mirando a la muchacha con los ojos cerrados a través de la máscara.

Ella abrió los ojos y cerró la boca.

—Deja ir mis brazos. Y aléjate un poco. —Pidió otra vez en voz baja y con una voz extremadamente fingida, como muy dulce, frágil y aniñada, tratando de que no le saliera su tono de voz cantadito.

Él inmediatamente le soltó los brazos, decepcionado, y se echó a un lado. Tal vez no iba a poder divertirse esa noche. Esperó la acción que haría ella.

Valeria se alzó el vestido, hasta el ombligo, pero sin dejar de mirarlo ni un segundo. Después se bajó solo un poco la ropa interior, y volvió a subir sus manos hasta la cara de él.

Todo (Nada II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora