Capítulo 1: La Condición

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De ninguna manera, de ninguna manera aceptaría que le dijeran que el trabajo que le tomó más de 3 horas estuviera feo.

Elvis se echó para atras. Se mordió el labio inferior, sabiendo lo que le podía ocurrir.

Una demanda.

A Elvis no se le habían ocurrido las consecuencias de llevarle la contraria a Thomas.

Thomas chasqueó la lengua, a pasos firmes se acercó a Elvis, quien ya estaba paralizado de miedo.

-¿Como se te ocurre decirme eso? ¡Maldito estupido!-Gritó con furia.

Levantó la palma de la mano, Elvis se lo temía, sabía lo que estaba a punto de hacer.

Tomó el teléfono que estaba detrás de Elvis y tecleó con rapidez. Al cabo de un rato, Elvis le escucho decirle a su madre.

-Levanta la demanda, madre.

Elvis se arrodilló frente a Thomas suplicando para que no lo hiciera.

-Por favor, no lo hagas-lloriqueó Elvis.

Thomas dudó un poco antes de finalmente asentir con lentitud.

-Esta bien-Dijo-pero con una condición.

Elvis asintió rápidamente aceptaría cualquier cosa con tal de que no lo demandara.

-Tienes que golpear a Débora.

Elvis abrió los ojos de par en par.
Nunca hubiera pensado que tendría que golpear a la novia de su mejor amigo.

-Pero Thomas...-Dijo Elvis-no puedo hacerlo.

Thomas sonrió ladino.

Claro que puedes-Musitó-mejor dicho DEBES si no quieres que te demande.

Elvis suspiró con pesadez, terminó aceptando su trato.

En la plaza, se acercó temblando a Débora, a sabiendas que Thomas estaba cerca, espiando como un Halcon, asegurándose que en verdad la golpeara.

Débora le sonrió gentilmente a Elvis.

-Hola Elvis, ¿qué tal estas?-Preguntó ella ajena al miedo que sentía Elvis en esos momentos.

Elvis tragó duro. La agarro fuertemente por la muñeca, la arrastró hasta una esquina donde Thomas estaba vigilando.

Levantó la mano y la acercó fugazmente al rostro de Débora. Le pegó una sonora cachetada. Que hizo a Débora gemir de dolor.

-Lo siento Débora, en verdad-Dijo Elvis y salió corriendo de la escena.

Thomas reía a carcajadas mientras la veía soltar lagrimas de dolor, mientras se agarraba con firmeza su ahora roja, mejilla.

La demanda: Justicia O MaldadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora